«No hay mal que por bien no venga»
Moisés Naím, uno de los más importantes articulistas de El País, se negó el domingo pasado a escribir un artículo pesimista a pesar de las percepciones estereotipadas de la crisis y la avalancha diaria de malas noticias.
De hecho, había asistido al Foro Económico Mundial en Davos y el ambiente allí era catastrofista y lúgubre ante sus pronósticos de futuro. Solo por llevar la contraria, él lista 5 consecuencias positivas de la crisis, varias de las cuales ya las hemos comentado también nosotros, y merece la pena que volvamos a reflexionar sobre el lado lleno de la botella:
1. Los infartos ayudan a cambiar hábitos. Nada mejor para dejar de fumar que un buen infarto -especialmente si se sobrevive-. La economía mundial ha sufrido un doloroso infarto. Sufrirá mucho, pero al salir de la crisis se verá obligada a adoptar hábitos más sanos y sostenibles. Se rebalanceará el equilibrio entre el Estado y el mercado; se controlarán algunos excesos y se corregirán las distorsiones macroeconómicas. La dieta será muy dura y el paciente seguirá débil por un tiempo. También caerá en la tentación de volver a fumar y comer mal. Pero tener el infarto en mente moderará el riesgo de que retome las malas costumbres que casi lo matan.
2. Renovación política. Si 2008 fue el año del crash económico, 2009 será el del crash político. Algunos gobiernos caerán, otros se debilitarán y casi todos tendrán que cambiar su manera de hacer las cosas para responder al inmenso descontento social provocado por la crisis económica. Algunos responderán refugiándose en el autoritarismo y el populismo. Pero en otros países se abrirán posibilidades de cambios políticos positivos que no hubiesen sido posibles sin la crisis.
3. Nuevos líderes. Y no estoy pensando solo en Barack Obama, aunque él es evidentemente el primer ejemplo que viene a la mente. Y su caso y su historia motivarán a otros, en todas partes. En general, la crisis le va a hacer la vida más difícil a quienes han estado a cargo de países, partidos políticos, empresas privadas, universidades, medios de comunicación u otras instituciones, y va a abrir puertas y a facilitar el ascenso de sucesores con ideas nuevas.
4. Más innovación que nunca. «Nunca antes en la historia ha habido tantos innovadores como ahora. La cantidad de gente que está creando nuevas maneras de resolver nuestros problemas no tiene precedentes», me comentó Edmund Phelps, premio Nobel de economía, cuando le forcé a que me diera una razón para ser optimista. Según Paul Laudicina, presidente de una de las empresas de consultoría más grandes del mundo, «estamos al comienzo de una oleada de profundos cambios tecnológicos que crearán una nueva revolución en la productividad y mejorarán la calidad de vida de todos. Contaremos con posibilidades ahora inimaginables».
5. Más generosidad que nunca. El mundo vive una explosión de solidaridad con los más necesitados. En todos los países proliferan organizaciones cuya misión es ayudar a otros. Gracias a Internet, la filantropía se ha democratizado y globalizado. Esta tendencia es reforzada por una creciente intolerancia, especialmente entre los jóvenes, hacia la desigualdad, la injusticia y la discriminación. La crisis aumentará las necesidades y las emergencias sociales y estimulará a muchos a hacer algo por los demás.
Estas son las 5 consecuencias optimistas de Moisés Naím, pero se ha quedado bastante corto, así que nosotros le añadimos 8 más:
- 5 soluciones económicas eficaces para mejorar el mundo que gracias a la crisis tienen más eco
- Prestámos entre personas: confianza al poder y abajo usura
- La crisis es una crisis de conciencia y nacerá una nueva economía con alma
- Viva la crisis, una visión latinoamericana de la crisis: la vuelta a la tierra y a las sonrisas
- Quizá la crisis haga justicia
- Otro trabajo es posible
- Adam Shepard, 25 dólares y la vida por delante: ejemplo de cómo empezar de cero y mejorar tu vida
- El yoga sube en la crisis
Después de la tormenta viene la calma. Lo iremos viendo poco a poco, pero quedarnos solo con la botella medio vacía no sirve para nada porque en esta ocasión, de lo que se trata es que rompamos esta botella y llenemos una nueva a rebosar para todos, no para unos pocos.
Vía: El País