LA CRIANZA FELIZ de Rosa Jové

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crianza feliz - LA CRIANZA FELIZ de Rosa Jové

“Solamente el bebé que se sienta satisfecho y atendido
eliminará el miedo y el estrés de su vida. Será feliz”
Rosa Jové

Crianza feliz. Cómo cuidar y entender a tu hijo de 0 a 6 años” es un nuevo libro de Rosa Jové que está destinado a convertirse en parte de la trilogía básica para padres junto con “Bésame mucho” de Carlos González y “Dormir sin lágrimas” de la misma autora.

Rosa Jové es madre de dos niños, psicóloga especializada en psicología clínica infantil y juvenil y en psico-pediatría (bebés de 0 a 3 años) y también licenciada en Antropología de la crianza. Es responsable del programa de salud materno-infantil de UNICEF en Lleida y ha coordinado durante años la atención psicológica a las víctimas de catástrofes, y como dicen en el prólogo de su primer libro: “esa dura escuela también le ha enseñado algo: que la gente que llora es porque sufre y necesita atención y consuelo”.

Con estos antecedentes podemos imaginarnos la filosofía detrás de “Crianza feliz”: respeto por el niño, comprensión y empatía hacia sus demandas de día y de noche, no dejar llorar, cultura de las nanas, valorarle como «persona» que es desde que nace y no desde una posición adultocentrista, y acompañarle en su primera etapa en la vida.

En suma, un libro de crianza natural a años luz de la corriente oficial que verbaliza que los niños son unos tiranos que toman el pelo a sus padres desde bebés, y que solo los límites y las normas con cronómetro pueden enderezarles.

No en vano Rosa Jové es autora del famoso artículo sobre las rabietas: “quiéreme cuando menos lo merezca que será cuando más lo necesite” que se aleja mucho de otras teorías al respecto.

Estas son sus palabras sobre estos temas en el libro:

Si pasean por las estanterías de las librerías y bibliotecas (sección de educación para niños) se encontrarán con que la mayoría tienen títulos peyorativos para los niños del tipo «Socorro, tengo un hijo adolescente», «Pórtate bien», «El pequeño dictador», «Cómo sobrevivir a los hijos», «Cómo evitar la tiranía en los niños»…, porque los escribimos los adultos para los adultos. En ningún momento nos hemos detenido a pensar cómo se sentirían ellos. Por otra parte, el artículo 18 de nuestra Constitución garantiza el derecho a la propia imagen (se tenga la edad que se tenga), y estos títulos dañan la imagen del menor.

Imaginen que este tipo de títulos se hicieran sobre otros colectivos: «Socorro, tengo una mujer emancipada», «Pórtate bien», «El pequeño dictador», «Cómo sobrevivir a los inmigrantes», «Cómo evitar la tiranía en tu esposa»… Más de un colectivo —¡y con razón!— se habría levantado en protesta porque la imagen de todo el grupo quedaba dañada con estos títulos. En el caso de los niños, algunos adultos incluso encuentran estos títulos graciosos.

No podemos empezar a educar a los niños sin el convencimiento de que tienen los mismos derechos que nosotros (los adultos). Que son personas de pleno derecho.
Rosa Jové

Su anterior libro sobre el sueño infantil es un best-seller con más de 35.000 ejemplares vendidos y fue la salvación para muchos padres, entre los que me incluyo, que necesitábamos una comprensión profunda del tema, científica y humana, y alternativas a los métodos de adiestramiento del sueño de los que expone sus graves efectos secundarios a nivel hormonal y emocional. De hecho, se cataloga este libro como el anti-Estivill.

“Crianza feliz” se extiende hasta los 6 años del niño y cubre aspectos como estos:

  • La importancia de los hábitos y rutinas
  • Los niños que comen poco
  • Las rabietas y las palabrotas
  • Adiós al pañal
  • Los celos entre hermanos
  • Miedosos y temerosos

He asistido a varias conferencias de Rosa Jové sobre sueño, lactancia y crianza y es un placer escucharla. Divertida, buena oradora, gran defensora de los niños y transmisora de sabios consejos.

Por eso, incluso sin leer el libro todavía, me atrevo a recomendarlo y agradecerle que lo haya escrito porque, de la misma forma que nos ofreció una alternativa al método Estivill,  ahora seguro que también nos ofrece una alternativa a muchas de las pautas de la Supernnany.

Existe una crianza feliz más allá del conductismo de moda y esa es la que defendemos en otra crianza y otro mundo es posible.

Aquí tenéis el primer capítulo al que corresponden las citas de este artículo.

Por lo tanto, si usted es de los que piensa que para educar a un niño se pueden utilizar formas de trato diferentes de las que se usan con el resto de personas (pues no las emplearía con su pareja, ni con sus amigos íntimos), como dejarles llorar, enviarles a su habitación, ignorarles, dejarles sin cenar, quitarles sus objetos más preciados durante un tiempo, levantarles la voz…, o si es de los que piensan que cuando un niño presenta un problema toda la culpa es de él, o que es malvado, o que le toma el pelo… Si es así, éste no es su libro (pero mejor que siga leyendo).
Rosa Jové

Sitio oficial: Editorial La Esfera de los libros
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En El Blog Alternativo: «La vida de los niños es dura» de Laura Gutman
En El Blog Alternativo: Paz y crianza

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33 Responses

  1. Inma

    27 marzo 2009 11:37

    Pues está claro que habrá que leérselo. Dos libros que me gustaron mucho son «El secreto de tener bebés tranquilos y felices» y «El secreto de educar niños seguros y felices» de Tracy Hogg y Melinda Blau.
    Enhorabuena y gracias por el blog

  2. chose

    27 marzo 2009 21:14

    !!Qué alegría!!, esto es lo que necesitamos, libros que demuestren que existen alternativas a la crianza convencional, tan agresiva con los más indefensos. Ahora mismo voy a encargarlo. Gracias por avisar.

  3. Can-Men

    27 marzo 2009 23:35

    Sí, este libro nos vendrá muy bien porque en crianza natural teníamos mucha bibliografía de bebés y menos de niños mayores.

    Ya nos contaréis lo que os parece.

    Inma, tienes el blog a tu disposición para que des tu opinión de esos dos libros tan interesantes que citas.

    Saludos a ambas

  4. Can-Men

    28 marzo 2009 03:23

    Lety,

    En la web de la editorial dicen que SI distribuyen en Sudamérica

    Si podéis encontrar los libros de Carlos González, también este, pero ten encuentra que está «recién salido del horno».

    Saludos transatlánticos y feliz lectura

  5. vero ch.

    18 mayo 2009 07:31

    Abrumada por no entender a mi pequeña de 3 añitos y la llegada de su hermanita que ahora tiene casi uno, pensè que la ùnica alternativa era seguir «el» mètodo de la supernanny para hacer que mi hija nos hiciera caso, no le pegara a su hermanita, calmar sus pataletas, etcc etc…ahora me siento confundida, es posible revertir y retomar el rumbo hacia una crianza feliz como lo propone Rosa Jovè??
    Me entusiasma mucho leer el libro…pero sobre todo no confundir a mis hijas, ser congruente y hacerlas felices.

  6. Angélica R.

    13 noviembre 2009 11:25

    Solamente quiero darle las gracias a Rosa Jové porque gracias a su libro Dormir sin lágrimas he aprendido 2 cosas:
    La primera que mis hijos de 7 y 2 años no tienen ningún problema de insomnio como yo creía (gracias a Dios no he intentado ningún método para que durmieran ej. Duérmete niño de los que habla Rosa), y la segunda que no hago nada malo por seguir con la lactancia después de 2 años para que mi hija se duerma y practicar el colecho con mis hijos. Aconsejo el libro a todas las madres blandas (como a mí me catalogan)si en algún momento como yo se han sentido culpables por «malcriar» a sus hijos.
    Un saludo.

  7. Jordina

    15 marzo 2010 10:53

    Yo queria remarcar que el libro «Dormir sin lágrimas» no sólo ha ayudado a muchos padres sinó que principalmente ha salvado a muchos niños. A mi me sirve mucho para coger fuerzas después de una noche con más de 10 despertadas de mi niño de 7 meses, porque realmente agota. Muchas gracias y ahora espero poder leer pronto el nuevo libro.

  8. Noemí

    16 marzo 2010 22:40

    Rosa Jové y Carlos González son dos referentes muy importantes para mí, ellos y mi amiga María, que fue a la primera que oí hablar de crianza natural. Gracias a ellos tengo un niño de tres años feliz, muy feliz, sin miedos, sin angustias, que todas las noches va feliz a la camita a dormir conmigo y con su padre (después de tomar muuuucha tetita), con una sensibilidad especial, que le hace empatizar con la gente, niños o adultos, y, ¡con tres añitos!, acercarse al que ve triste para animarle. Es un niño que nunca agrede, que cuando otro niño le agrede verbal o físicamente, se entristece y se aparta, y dice «no soy tu amigo, eso no se hace», pero no responde a la agresión agrediendo… Y nosotros, estamos muy felices de ver la bella personita que es, refunfuñón y mucho cuando tiene sueño… ¿y quién no?, a veces con pocas ganas de hacer lo que se le pide… ¿y quién no?…

    Rosa J., Carlos G., María (mi amiga) y mi instinto, me han enseñado que ser consciente de que su llanto SIEMPRE debe ser atendido; que el colecho es la opción más bella y natural para ir a dormir; que comer no es una tortura, si se tiene hambre se come, si no se tiene, no ¿por qué obligarles?; que sus sentimientos son importates, y sus penas, en su mundo son enormes, no hay que ningunearlas… en definitiva, QUE RESPETAR A UN NIÑO COMO SER HUMANO QUE ES, es la clave para tener un hijo feliz, que cuando en la vida las cosas se le tuerzan, o pase penas, sabrá expresarlas, sabrá acudir a sus padres, y tendrá herramientas para afrontarlas y salir adelante.

    Animo a todos a que leáis este libro y el resto de publicaciones de Rosa y de Carlos.

  9. caty santacruz

    2 julio 2010 02:42

    quiero conseguir este libro, y en ninguna de las librerias que he buscado lo encuentro, po rfavor diganme si puedo conseguirlo en algun lugar especifico, vivo en Guadalajara Jalisco Mexico.o si puedo ocmprar on line… gracias!!

  10. José Miguel Pueyo, psicoanalista

    22 mayo 2011 15:32

    Lucubraciones antiguas e hipermodernas en la crianza de los hijos.
    (O de las ideas teóricas y los consejos prácticos de la terapeuta familiar de orientación reichiana Evânia Reichert)

    José Miguel Pueyo, psicoanalista

    La terapeuta familiar de orientación reichiana Evânia Reichert se ha propuesto desempolvar algunas ideas que no pocas personas conocen desde hace bastantes años, así como informar de algunos de los descubrimientos de las modernas neurociencias para la óptima crianza de los hijos.

    En las disquisiciones teóricas y de todo tipo de esta especialista en psicología del niño tal vez hayan tenido algo que ver las fantasías biologicistas de uno de sus maestros, el orgonoterapeuta austriaco Wilhelm Reich (1897–1957). Como este malogrado disidente de las ideas de Freud, también su alumna exuda biologicismo por todos los poros de su ser. Cierto es que en esta ocasión y de acuerdo con la época que le toca vivir, esta profesora brasileña se inclina ante una de las versiones hipermodernas de las neurociencias, ámbito en el que, por lo demás, tampoco considera oportuno establecer diferencias. Así lo da a conocer en la entrevista de Victor–M. Amela («La Contra» de La Vanguardia, miércoles 18 de mayo de 2011) con ocasión de la aparición en español de su libro Infancia. Edad Sagrada. Barcelona: Editorial La Llave, 2011.

    En Evânia Reichert tenemos a una de esas personas que gustan resucitar la socorrida y más vendible si cabe, y tal vez por esto, historia de los infortunios vividos. Pero su verdad le es conocida sólo en parte, pues el lado inconsciente de su novela familiar, al menos por lo que dice, le es absolutamente opaca. Y ya por último pero no por eso sin importancia, sus aseveraciones constituyen un buen ejemplo de lo que da de sí la psicología respecto a la conformación de lo que somos todos y cada uno de nosotros y de la causa y función de los síntomas de las afecciones psíquicas.

    «Nacido su primer hijo, las cuidadoras se lo retiraron durante dos días. Con su segundo hijo se repitió la operación, pero esta vez se plantó como leona para reclamarlo», comenta Victor–M. Amela. Es evidente que esta profesora pertenece al conjunto de quienes creen que la óptima salud de un hijo radica en que no lo aparten de la madre en el momento del nacimiento. En cuanto a la opacidad mencionada, quizá fuese oportuno preguntarse si existe otro motivo, tal vez más desconocido, que determina a una madre a no separarse de su hijo. Y, en realidad, el psicoanálisis ha descubierto que el deseo de la madre, de no intervenir la necesaria separación que ejerce la Función-del-Padre entre el niño y ella, función de la que me apresuro a subrayar que puede llevarla a cabo cualquier persona indistintamente de su sexo, puede constituir un estrago para el hijo, y tan traumático como podría ser el desapego.

    ¿Qué cabe decir de quien presenta como novedad lo que no lo es en absoluto? Me refiero ahora a la importancia del contacto madre-hijo en la crianza de cachorro humano. Quiero pensar que esta especialista en cuestiones de la infancia no desconoce que lo básico es la relación del niño con el semejante, y no necesariamente con la madre biológica. El motivo de esa necesidad no es otro que la premaduración neurobiológica de la criatura humana. O sea, básica es esa relación porque los humanos, los llamados reyes de la creación, nacemos inacabados. Mas esto, por concernir al proceso de mielinización del sistema nervioso, lo conoce si no todo el mundo sin duda muchas personas. Menos unánime es sin duda el conocimiento sobre el fracaso del pedagogo Jean Itard. Este médico jefe del Instituto de Sordomudos de París intentó ubicar al niño salvaje Víctor de Aveyron en la sociedad francesa de comienzos del siglo XIX, pero no pudo hacerle hablar y tampoco consiguió socializar sus pulsiones; experiencia que fue utilizada por François Truffaut en el film L’enfant sauvage, 1970. Basta echar una ojeada a la historia de las relaciones vinculares para advertir su importancia. La primera experiencia de privación afectiva en niños la protagonizó el emperador Federico II de Alemania y rey de la Dos Sicilias (1194–1250), quien atravesado por una singular pulsión epistemofílica ordenó a una serie de nodrizas amamantar y cuidar a unos bebés pero sin hablarles, hacerles gestos y acariciarlos, dado que deseaba saber la lengua que hablarían y así desvelar el primer idioma que hablaron los humanos. El resultado fue la muerte de todos los niños. F. Archambaud y T. Parrot, a finales del siglo XIX, advirtieron trastornos psicológicos en pequeños internados en instituciones; y a partir del año 1930 John Bowlby, L. Bender, W. Golfarb y R. Spitz consignaron patologías en los que habían sido internados a edad temprana en una institución. Si tales niños hubiesen sobrevivido al desapego absoluto serían seres parecidos al salvaje de Aveyron, al menos porque no podrían hablar y, por lo mismo, simbolizar como lo hacen los que no se han visto expuestos a ese ultraje. Con este inciso he querido indicar que el desapego absoluto que se advierte en el experimento de Federico II no es equiparable a la separación madre-hijo durante algunas horas, como fue el caso de la experiencia de Evânia con su primer hijo.

    ¿Qué es un niño? Para la terapeuta psicocorporal a la que hoy le dedico un poco de mi tiempo se trata de «una persona con todas las posibilidades por desplegar… si los adultos no lo impiden». El acierto es en este caso absoluto.
    Sin embargo, nos mueve a discrepar su opinión de que los adultos «inyectemos a los niños complejos de inferioridad… o les cortemos las alas… que nos vengamos en ellos de nuestros malos rollos…». Pero, además, ¿a qué adultos se refiere, a qué padres, a los de su generación o a los de nuestros días? Nada nos dice al respecto. En fin, se le pasa por alto una distinción que de haberla establecido daría pie a pensar que puede articular la constitución del sujeto humano y sus síntomas con los factores históricosociales, en esta ocasión con la modernidad y la postmodernidad. No siendo así, el déficit ahora es respecto a los efectos psicológicos, siempre disímiles, que pueden generar en los hijos los padres de una y otra generación. Y es que no es lo mismo tener un urvater, un padre iracundo y todopoderoso en casa, que convivir con el padre-colega tan frecuente en nuestros días. La diferencia se constata, como acabo de decir, en los síntomas que presentan las personas de aquella generación y las de nuestros días. En otras palabras y con un poco más de concreción. La sintomática está determinada por una diferencia estructural, esto es, por el modo en que se ha constituido una persona en su primera infancia (sujeto → Otro). En la generación precedente teníamos a un sujeto conformado en la relación de deseos y de goces del complejo de Edipo y, por consiguiente, su modo de ser en el mundo estaba determinado por una clínica edípica, por una clínica de la prohibición del goce-Todo y la normativización de las pulsiones incestuosas y agresivas por la Función-del-Padre.
    Mas recién todo cambia para el sujeto con la era tecnológica. Así es porque el inconsciente es permeable a los acontecimientos sociohistóricos, en este caso a los cambios acaecidos en la postmodernidad, entre los que destacan la caída de los metarelatos y las nuevas configuraciones de la familia. En suma, vivimos una época en la que el Otro social y familiar, consistente hasta hace pocos años, ya no existe, una época que ha dado lugar a una clínica del goce y del vacío. Si en la primera clínica predominan los síntomas del deseo, desde la insatisfacción a la postergación del acto pasando por el deseo prevenido del fóbico; en la segunda, al ser una clínica sin Edipo predominan la apatía, la desorientación y la impulsividad. En otros términos, es esa característica estructural la que ha dado lugar a los actos que definen al acting out y el pasaje al acto, que adoptan a menudo una forma de auto y heteroagresión, siendo muy relevantes los que afectan a las relaciones interpersonales; y esa misma característica estructural explica el auge de la anorexia y de la bulimia, la drogadicción, la depresión y el ataque de pánico, por ejemplo.
    Nuestra época, que denuncia los ideales incumplidos de la modernidad, se reconoce en la revolución tecnológica y en el capitalismo tardío, y ha traído consigo los gadgets y la democratización del goce, a menudo solitario, que la sosfisticación de los objetos procuran, así como el auge de lucubraciones espirituales, técnicas exóticas para relajar la mente y un anhelo inusitado de poner en forma al cuerpo practicando deportes, que, en ocasiones y paradójicamente, lo exponen a lesiones sin retorno y aun a la muerte. Desde el psicoanálisis estos fenómenos son destacables porque en ocasiones constituyen sinthomes que anudan estructuras psíquicas dispuestas, pese a todo, al golpe de la tyche que determina su eclosión.

    ¿Qué es educar? Las ideas de esta profesora sobre tan controvertida cuestión la ubican entre las personas que tienen ideales consolidados para el óptimo desarrollo del niño. Educar, dice, «es formar sin castrar las potencias del niño». Entonces «Dejándole a su aire», le pregunta Victor–M. Amela. «No. Contención, que no represión…». Quiere decir «Poniendo límite, ¿no?», incide el entrevistador, obteniendo esta imaginaria respuesta: «Las paredes del vientre materno son un cálido límite para el embrión. Los brazos paternos que le mecen son para el bebé un amoroso límite…»
    Confiar en que las cálidas paredes del vientre materno y en que porque un padre acune a su hijo, si bien con todo el cariño del mundo, configuran límites a las pulsiones del niño, entiendo que es confiar demasiado y, sobre todo, la idea deja mucho que desear se mire por donde se mire. Quizá se trata ahí de un límite, pero todo apunta a que el límite podría ser de la libertad que se reclama para el indefenso bebé. Recurrir, como hace la autora, al «afecto y la calidez y el ánimo formativo» en modo alguno soluciona el problema, pues estas consideraciones no funcionan más allá de lo que la pátina sentimental pueda afectar al lector.

    Como en casos semejantes, cabe agradecer a esta psicoterapeuta que nos recuerde con sus ideas que la psicología actual no encuentra sus fundamentos epistemológicos y clínicos en el sujeto que habla, o más exactamente, en el sujeto que es hablado por el Otro que nos habita, sino en las neurociencias, en esta ocasión en la psiconeurología. Veamos algunos ejemplos.
    ¿Cómo evitar que los niños sean inseguros, que se desvaloren, que se maltraten y maltraten, que sean agresivos, etc, etc? La solución que nos propone es muy antigua: «Con la vacuna que la neurociencia: cariño, afecto, amor.»
    Por trivial no merece la pena detenerse en esa consideración terapéutica y en la similitud de esas palabras. Trato por ello otras cuestiones de igual envergadura con las que también se atreve la autora, como son la constitución del sujeto humano y, por ende, al factor preventivo desde los orígenes, cuestiones a las que se refieren las siguientes preguntas de Victor–M. Amela: «¿Y cómo se modela a un niño sano?», «¿Qué dice la neurociencia al respecto?» Lo que se nos dice es simplemente conocido: «… el afecto estimula la sinapsis, las interconexiones entre neuronas… de 0 a 1 año se establece en el cerebro humano el mayor número de interconexiones neuronales de toda su vida. Y se ha constatado que el amor de los padres y cuidadores, el cariño, el afecto expresado en caricias, besos, cosquillas, abrazos, pedorretas, achuchones… ¡fomenta las sinapsis, multiplica las redes neuronales! Tal vez nada mejor aquí que la cuestión que plantea Victor–M. Amela, «O sea, que ese cerebro será más rico». He aquí la respuesta: «Tendrá mejores cimientos sobre los que levantar ulteriores capacidades. Haber mecido, acunado, besado, acariciado, amado, respetado… ¡te hará más inteligente! A más amor recibido más inteligencia futura.»
    Nada asegura, absolutamente nada salvo el sentido común, la veracidad de esta fórmula. Además, las madres, casi sin excepción, cuidan, miman y estimulan a sus bebés. Pero siendo eso necesario, en modo alguno es lo crucial para el óptimo desarrollo psicofísico del niño.

    La autora está en lo cierto al afirmar que lo que en realidad es crucial, esto es, funda-mental en la crianza de los niños es evitar «filiarcados», expresión que ella misma explica: «Hay patriarcado (hegemonía del padre), matriarcado (de la madre) y filiarcado (del hijo): ¡busquemos mejor la heterarquía, es decir, que cada cual tenga un lugar!»
    El giro de la autora, como se habrá advertido, es hacia el psicoanálisis. Pero el eclecticismo no lleva a mencionar la disciplina que se inaugura con Freud, tal vez porque se desconoce que se está hablando de alguno de sus descubrimientos. «¿A qué edad aparece en el niño la conciencia de género». La respuesta es por demás freudiana: «De los tres a los seis años se desarrolla la pulsión sexual a la par que la epistemofílica… se trata de la curiosidad de saber, de conocer, de explorar: si reprimes la pulsión sexual de un niño, ¡reprimes su impulso de saber!»
    Pero como ocurre en otras ocasiones, sin duda el lector no puede esperar demasiado del libro de Avânia Reichert, y no sólo porque sin rubor sostiene que «Nunca antes supimos tanto sobre la infancia: ¡si lo aplicamos, daremos lugar a la única revolución de verdad!… la paz sobre la Tierra empieza en el vientre de la madre!»

    Madrid – Girona, mayo de 2011

    • Maria

      18 febrero 2013 00:31

      Hace tiempo de este comentario, pero supongo que es lo que tiene «navegar» por la web y toparse con recientes y antiguos.
      Quería felicitarle por la síntesis y comentario sobre la perspectiva de Reichert. Me ha parecido muy interesante, mucho más quizás que los de tantas «gonzalistas» o «joveistas». Me quedo con el sentido común, la heterarquía, y tantas otras ideas. Ni tanto ni tan poco en la crianza…

  11. María

    25 octubre 2011 16:40

    Sabéis si alguno de los libros de Rosa Jové está traducido al inglés?
    Cuando a mi marido (cuyo nivel de español no es suficiente como para leer un libro de este tipo) se le acaba la paciencia se olvida de todo aquello que aprendimos (y en lo que estábamos de acuerdo) antes de tener a nuestro bebé de que no se le debe dejar llorar, etc. Y empieza a decir lo típico de que nos está tomando el pelo,…
    Muchas gracias y un saludo
    PD: Hoy he oído hablar del nuevo libro de Rosa Jové «Ni rabietas ni conflictos» y tiene muy buena pinta, va a ser el próximo que me lea.

  12. Guillermo

    4 noviembre 2011 09:59

    Yo quiero darle las gracias a la autora y a Carlos Gonzalez porque mi mujer ha seguido fielmente sus consejos…lactancia exclusiva y a demanda hasta los 6 meses, luego lactancia hasta los 2 años con muchos días de colecho, muy pendiente de nuestro hijo, que se ha ligado muchisimo a ella y el cual no hemos dejado ni a sol ni a sombra durante estos dos años, pese a que ella trabajaba, la crisis económica, etc… Total, 2 años sin dormir, sin salir y sin relajarte se pasan volando. Ahora estamos divorciados. Sin broncas. De buen rollo. Simplemente porque ella no es feliz y quiere salir de copas, conocer gente y viajar…sin su hijo. Todo muy moderno. Sin duda, la culpa es nuestra, pero aqui dejo el comentario por si a alguien le sirve de algo el apunte.

  13. Ileana

    4 noviembre 2011 12:41

    Hola, Guillermo.
    Lamento vuestro fracaso matrimonial.
    Creo que el problema está en que no hay que seguir los «consejos» de nadie, y de hecho ni Rosa ni Carlos dan consejos. Solo alientan a quien así lo siente, a que lo haga sin miedo.
    Hay que hacer lo que a uno le nace del corazón, y así, no tendremos a nadie a quien echarle la culpa.
    Al llegar un hijo, al pasar de pareja a trío, muchas cosas se remueven en nuestro interior.
    Los niños desamparados que a su vez fuimos nos encontramos con que no tenemos disponibilidad para el niño, con que no podemos dar lo que no tenemos para nosotros mismos.
    Así, tanto la madre como el padre sentimos que el otro deja de dedicarnos afecto y cobijo, y que el niño se lo lleva todo como un agujero negro. Pero porque no hay más para repartir.
    Busca en el fondo de tu corazón, y verás que ni el niño ni el estilo de crianza es la causa directa de la separación.
    Sino mirar adentro de nosotros mismos.
    Animos, y un abrazo!

  14. Patricia

    15 diciembre 2013 09:11

    Hola! He leído varios libros de Rosa Jové y me encanta…tengo una hija maravillosa de 5 años y otro peke de 3, que es un amor, pero le han diagnosticado rasgos dentro del espectro autista y la verdad está siendo complicado, pues ya lo es con cualquier crianza «normal», pues por las críticas y dudas…así que me gustaría hacer llegar a Rosa Jové que para cuándo un libro o conferencia o algo que nos sirvan de apoyo cuando nos encontramos con algún trastorno…gracias!

  15. Alba

    29 diciembre 2015 05:09

    Tengo un bebe de 16 meses y vivo muy angustiada por su horario de sueño que es debido a mi trabajo vuelvo de trabajar a las 2:00 de la madrugada y el me espera para dormir conmigo y que le de pecho así que entre que llegó me cambió me lavo le cambió a él el pañal etc nos dan las 3 o aveces incluso las 4 y nos despertamos a las tantas depende de lo agotada que este 14:00 o 15:00 si tengo cosas k hacer 10:00 ademas no descanso bien cosa que acepto resignadamente ya que el hace tomas nocturnas total que es un caospor k el niño no ttiene un horario de sueño normal y eso ami me da mucho miedo de que le pueda afectar o dejarle alguna secuela o algo :S agradecería que me dijera si esto es malo para mi bebe y si es así darme algún consejo aun k no puedo hacer gran cosa :/ pero me gustaria saber la verdad de si realmente es malo o no tiene tanta importancia muchísimas gracias espero una respuesta a poder ser por e-mail :) mil gracias

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