Este breve cuento de la web Luz y Sabiduría refleja muy bien que existen sentimientos que nos esclavizan y otros que nos liberan. Pero no sólo en el corazón, hay emociones que pueden matarnos y que alteran el metabolismo hormonal y bioquímicamente predisponiéndonos a enfermedades e infartos.
Que todas las religiones y corrientes espirituales del mundo abogen por el amor y no por el odio no es casualidad. El odio es contrario a la energía de la Vida. La Naturaleza y el Cosmos siguen patrones de armonía coherentes con la vibración del amor y sólo los humanos nos permitimos esa transgresión por libre albedrío, pero lo pagamos a todos los niveles.
Además, oscuros intereses han potenciado durante miles de años el odio a través de diferencias de religión, raza, sexo, geografía, clase social… para mantenernos a la población ocupada en conflictos y guerras que enriquecen a unos pocos e impiden construir un mundo mejor.
Trascender todo este dolor es la gran asignatura pendiente.
LA PRISION DEL ODIO
Dos hombres habían compartido injusta prisión durante largo tiempo en donde recibieron todo tipo de maltratos y humillaciones. Una vez libres, volvieron a verse años después. Uno de ellos preguntó al otro:
– ¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros?
– No, gracias a Dios ya lo olvidé todo -contestó- ¿y tú?
– Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas -respondió el otro.
Su amigo lo miró unos instantes, luego dijo:
-Lo siento por ti. Si eso es así, significa que aún te tienen preso.
Vía: Libro “El Silencio de la Tierra” de Pedro Alonso de Luz y Sabiduría