«Aunque en épocas anteriores eran directos al hablar sobre la muerte
pero reticentes a hablar de sexo, hoy en dia,
somos locuaces hasta el aburrimiento hablando de sexo,
pero reticentes a hablar de la muerte como un hecho de la vida”
George F. Will
Juan, quien ya nos ha enviado estos artículos a El Lector Alternativo Opina, nos trae ahora una lúcida reflexión sobre la muerte y nuestra falta de cultura y comprensión al respecto.
Sus palabras coinciden con el testimonio de Randy Pausch en sus últimos meses de vida y con la tanatóloga Stela Maris Maruso quien fue discípula de Elisabeth Kübler-Ross y que en esta entrevista nos explicaba que ella enseña a vivir intensamente y con plenitud hasta el final a sus miles de pacientes.
Como la abuela casi centenaria de Juan…
Somos esclavos de nuestro pensamiento binario… dual. De hecho, la distinción eros-tanatos como impulsos gemelos de vida y muerte nos están marcando mucho antes de que Freud les diera forma.
Quizás no seamos capaces de pensar, de transmitir nuestros pensamientos de otra forma que no sea dicotómica, sobre todo en la mente occidental, tan marcada por el cielo-infierno y otros conceptos afines.
Y quizás por ello, hemos pasado de una cultura de la muerte medieval, a una cultura del sexo. En el arte de la edad media sobre todo observamos una obsesión por la muerte en todas sus formas, y por tratar de dar forma a lo que nos espera más allá.
Hay terroríficas expresiones de ello, amparadas por la forma mas nefasta de entender el misterio. Sin embargo, el sexo era considerado algo oculto, consagrado a la vergüenza en la prostitución, o al sagrario de la vida privada.
Por supuesto, esto era en Occidente: en Oriente el sexo fue sagrado hace mucho. Pero en Occidente el sexo, como goce y símbolo de la vida, se opone a la muerte, expresión de la no-vida, opuesta a ella.
No siempre es así, obviamente. Encuentro en diferentes lugares espacios de convivencia de la muerte y la vida: mi abuela tiene 94 años, y convive con sus hijos, sus nietos, y recibe visitas de una bisnieta que la adora. Y que sabe que un día no estará. Esto no era nada del otro mundo no hace tanto, cuando no encerrábamos a nuestros mayores en residencias para que no molestaran…
Morimos porque nacemos. No son conceptos opuestos: son la misma idea, partes de un continuo que creemos, en nuestra cultura hedonista, poder romper. Y no es así. Si olvidamos la muerte, olvidamos una parte de la vida, una parte crucial. Y no se puede vivir totalmente sin conocer la vida. Sin aprehenderla en su conjunto.
Leo en Gritando en silencio (magnifico blog), un grito desgarrado, de desesperación: en él, nos cuenta como asocian el miedo a la muerte a una pérdida de control: y las principales formas que provocan esa pérdida de control serían, según Ramón Sampedro, el miedo, el tabú, y el silencio. Y nos pone el ejemplo de una casa marroquí donde, como en casa de mi abuela, conviven lo que para ella es la vida y la muerte, es decir, la abuela a punto de morir, y una niña pequeña: allí no hay miedo, no hay tabú, no hay silencio ante el esplendor de la vida.
Es lo mismo que yo percibo cada vez que veo a mi abuela: VIDA. Así, con mayúsculas. Vida en estado puro, vida a punto de transitar a otro estado… pero VIDA.
La muerte no es mas que eso. Y nada menos. Lo que pasa es que cuando nos aferramos a algo, como por ejemplo a la visión parcial de la vida QUE NO INCLUYE LA MUERTE, comienza una lucha de poder: como siempre que hay apegos, por otra parte. Y los problemas vienen de la no aceptación de la vida en su totalidad.
Sexo, muerte… partes de la VIDA. ¿Por qué no intentamos cocinar con todos los ingredientes? . El plato resultante nos resultará mucho más sabroso. Seguro que sí.
En El Blog Alternativo: El curioso caso de Benjamin Button, una sabia reflexión sobre la vida