La vida está llena de retos y obstáculos. Algunos los podemos superar y torear con facilidad y otros menos, pero todos exigen algún tipo de esfuerzo e interiorización.
Sin embargo, en numerosas ocasiones preferimos esconder las responsabilidades debajo de la alfombra y buscar un sucedáneo o una alternativa desculpabilizadora para no abordarlas. ¿Merece la pena? ¿Qué tipo de excusas nos ponemos? ¿Qué papel juega el cerebro en este proceso? ¿Lo acepta la sociedad?.
Juan reflexiona en El Lector Alternativo Opina sobre este «incómodo» tema que nos afecta a todos en nuestra cotidianeidad:
El cerebro humano se reinventa cada día.
¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué cada vez que nos juntamos con amigos nos apetece una cerveza? ¿O por qué quedamos “para tomar un café”, y no para tomar un zumo de limón, por ejemplo?
Se llaman adicciones. El cerebro humano crea asociaciones entre actos que realizamos en la vida diaria y las sensaciones que producen: si un acto nos provoca una sensación placentera, éste acto quedará unido al placer y tenderemos a repetirlo. Pero, si no es así…
Si no es así, el cerebro asocia el acto a una sensación negativa, de dolor, disgusto, rechazo en general. Y aquí vienen los problemas.
Vamos a centrarnos en, por ejemplo, algo que nos ha pasado a mucha gente: eres un adolescente. Para ti, es básica la necesidad de socialización, en su doble vertiente de amigos y amigas… y de pareja. Pero eres un adolescente tímido. Y eso te crea problemas porque nadie te ha explicado, seguramente, que la timidez no es un problema: es una oportunidad para profundizar en ti mismo y saber dónde está la dificultad real, es decir, la falta de autoestima que te impide manifestarte plenamente.
Bien. Sales con los amigos, y te das cuenta de que si bebes alcohol la timidez desaparece. No el problema real, claro: solo el síntoma. Porque la falta de autoestima seguirá ahí. Pero tú lograrás integrarte en un grupo que estimas “gracias” a un engaño, a una falacia. A mentirte a ti mismo.
Pero al cerebro, a tu mente, le encantan los caminos fáciles. Nos encanta evitar las dificultades por la vía rápida. Y, consecuentemente, el cerebro aprenderá que cada vez que haya un problema de timidez, la solución está en las drogas: se llame alcohol, o de otra forma. Y asociará la droga a una sensación placentera.
¿Cuántas excusas nos ponemos todos los días para no buscar en nosotros mismos?
Hay frases y acciones que repetimos todos los días y que reflejan esas asociaciones que nos permiten escondernos de nosotros mismos. Como, por ejemplo, sentarnos horas y horas delante del televisor: nos evitan conversaciones que exigen mucho más a nuestra mente, que nos hacen aprender y crecer, pero que también exigen esfuerzo.
Estas satisfacciones-placebo, como yo las llamo, tienen una vertiente que yo considero la peor de todas: me refiero a la excusa por antonomasia, la que es más aceptada socialmente:
NO TENGO TIEMPO
Es que no tengo tiempo de leer, no tengo tiempo de ocuparme de mi hija, no tengo tiempo de pensar sobre mi vida…
¿Qué sensación placentera se asocia aquí? Una que está asociada con uno de los instintos más primitivos del ser humano: LA AUTOJUSTIFICACIÓN. Es decir, sabemos que estamos haciendo algo mal, algo negativo, pero nos buscamos algo que nos sacia nuestra culpa “aceptablemente”, y lo repetimos hasta que es satisfactorio. En este caso, la falta de tiempo.
El problema aquí es de prioridades. Porque, ¿qué puede haber más importante que ocuparte de una hija, conversar y profundizar en tu relación de pareja…?
Aquí el verdadero problema es por qué hemos permitido que las cosas realmente importantes supongan algo que nos fuerce a crear una adicción para evitarlas.
¿Por qué nos da tanto miedo enfrentarnos a nosotros mismos?
Porque no es fácil.
No obstante, la sensación de lograr algo por nosotros mismos, sin artificios, sin excusas, sin atajos, es muchísimo más placentera que la falsa satisfacción conseguida por las drogas de un tipo u otro. Y, además, tiene otra gran ventaja.
Es real.
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Foto: Photobucket
1 septiembre 2009 20:24
Es motivante cuando encontramos un texto relacionado a lo que nos sucede ahora mismo. Quizás hay miles (y miles de cosas que sabemos «en teoría» sobre qué es ser feliz, etc.) pero de repente aparecen esas palabras que necesitabas escuchar en este preciso momento.
Gracias.