«Gastamos más en dietas que en luchar contra el hambre»: Entrevista con Paul Roberts, experto en alimentación, economía y medio ambiente

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«Se produce comida suficiente para todo el mundo, pero el hambre está ligada a la política y la economía, a la corrupción, a la imposibilidad de llevar alimentos a donde se necesitan. En el África subsahariana la falta de vitamina A causa la ceguera en millones de niños, por ejemplo. ¡Es un escándalo! Como también lo es que en EEUU gastemos más en dietas que en luchar contra el hambre»

«EL CONSUMO DE CARNE HA DE BAJAR. Para producir un kilo de carne se precisan ocho de cereales. Si el resto del mundo empieza a comer tanta como en EEUU -98 kilos al año por norteamericano-, el sistema se colapsará sin remedio»

«Hay alternativas al petróleo, a la comida no»

«Las respuestas tienen que producirse a varios niveles. El primero, el de los gobiernos, que han de gastar más dinero en investigación para desarrollar métodos de AGRICULTURA ALTERNATIVA y han de revisar la concesión de ayudas agrícolas. En Estados Unidos, los subsidios se dan a explotaciones intensivas, donde se realizan malas prácticas. Hay que apoyar a los pequeños agricultores y ganaderos, que buscan nuevas fórmulas y crear una red de comunicación e información entre ellos, para compartir las nuevas ideas que están surgiendo. Por último y quizá más importante, hay que CAMBIAR LA CULTURA ALIMENTICIA, retomar la idea de la comida tradicional, casera, restablecer los vínculos entre los consumidores y el medio natural. Y DEDICAR TIEMPO A COCINAR»
Paul Roberts

Paul Roberts es un periodista estadounidense y colaborador de periódicos de referencia como The Washington Post quien, tras años de investigación sobre la industria alimentaria mundial, ha publicado el libro “El hambre que viene. La crisis alimentaria y sus consecuencias” en el que denuncia el fracaso y los abusos de un sistema que genera tanta obesidad como malnutrición.

Sus planteamientos coinciden con otros investigadores como Jeff Rubin que auguraba el fin del petróleo barato, la cultura low cost y los caprichos alimenticios fuera de temporada, y Michael Pollan, gran crítico con empresas de alimentación actuales y defensor de la comida casera, fresca y frugal.

A todos ellos les tildan de alarmistas o radicales, pero realmente son agitadores de conciencias que nos exponen una realidad desagradable y nos devuelven el PODER A LOS CONSUMIDORES para mejorar nuestra salud, herir al Sistema y cambiar el mundo mediante medidas al alcance de nuestra mano como recuperar el contacto con la producción de alimentos, potenciando los mercados locales y la agricultura tradicional, recuperar los fogones, comer menos carne y saber qué nos metemos a la boca.

De las tesis de Paul Roberts destacamos los siguientes 5 puntos:

1. Consecuencias de que la comida sea tratada como objeto industrial y sometida al mercado.

El hecho de que a partir del siglo XIX, la producción alimentaria se industrializase como cualquier otro sector económico y se instaurase el modelo de alta productividad a bajo coste, ha tenido consecuencias negativas como el agotamiento de recursos hídricos como el suelo y el empobrecimiento de los alimentos.

El autor cita el uso desmedido de abonos y de pesticidas en el cultivo de vegetales, antibióticos y numerosos fármacos para la cría y engorde de animales, y demás conservantes, aromatizantes y substancias químicas en la fabricación de los productos.

2. Próxima crisis alimentaria

Antes de la mecanización, el modelo agrícola integraba en las granjas los cultivos y la cría de ganado. Los excrementos animales abonaban los campos y parte de la cosecha se utilizaba para alimentar al ganado. Era un sistema circular, que dependía del sol y el agua. Con la mecanización y los fertilizantes de nitrógeno, se pasó a depender del petróleo. En Asia , el crecimiento de la producción agrícola en los últimos 40 años ha sido posible gracias a ingentes sistemas de irrigación. La ganadería intensiva y la agricultura a gran escala degradan la capacidad productiva del medio natural y la escasez de agua y petróleo va a impedir que el nivel de producción actual pueda mantenerse hasta mediados del siglo XXI, cuando la población mundial llegue a casi 10.000 millones. Hay alternativas al petróleo; al agua y la comida, no.

3. Futuras pandemias alimentarias porque con la globalización alimentaria han nacido nuevos patógenos como el de la gripe aviar que vienen a sumarse a los ya conocidos E. Coli y salmonela.

4. Los transgénicos NO son la solución para el hambre

Aún no conocemos sus implicaciones sobre la salud humana. Dentro de 20 años se sabrá más. Para mí el mayor problema es económico. Para producirlos, las empresas invierten mucho dinero; en consecuencia, son caros y sólo los compra quien puede permitírselo. En el África subsahariana no pueden pagarlo. La industria habla de combatir la crisis alimentaria mundial con los transgénicos, pero en el tercer mundo no es posible.

5. La necesidad de volver a cocinar y controlar la alimentación localmente

En mi país, la mitad de los dólares que una unidad familiar inverte en comida se gastan en restaurantes o platos precocinados. Estados Unidos es el país abanderado de la comida basura. En torno al año 1900, las mujeres norteamericanas empleaban la mitad del tiempo dedicado a las tareas domésticas en preparar la comida. Hoy, sin embargo, ya no cocinamos. Para nosotros, Europa es el bastión de la comida tradicional, pero también está cambiando poco a poco. En Francia, por ejemplo, el 25% de las comidas se hacen fuera del hogar (…).

Al cocinar, entramos en el proceso de producción. Nos obliga a ir a comprar los productos, a pedir información sobre ellos, a dedicar un tiempo a pensar cómo cocinarlos.

Los norteamericanos gastan 38.000 millones de dólares en tentempiés. Y resulta chocante ver cómo las empresas se han reprogramado para satisfacer ciertas necesidades. Está tan distanciado el lugar donde se produce el alimento del lugar donde se comercializa que, para arreglar el desaguisado, se emplean todo tipo de colores, sabores y aromas artificiales. ¡Lo simple es lo mejor!

La verdad es que cuando llenamos nuestro carrito de la compra no somos conscientes de la importancia que éste tiene, tanto para nuestra salud, como para la del planeta y el tipo de economía mundial, y expertos como Paul Roberts apelan a nuestra RESPONSABILIDAD PERSONAL para revertir el panorama actual.

Y en esta entrevista publicada en XL Semanal el 18-10-2009 sintetiza el análisis y conclusiones de su obra.

Si nuestras abuelas supiesen lo que los gurus económicos anhelan sus despensas…

Hay tantas personas mal alimentadas por exceso como por defecto. ¿Es así?
Sí. Es simétrico. Se trata de un sistema desequilibrado. Por cada persona desnutrida en el Tercer Mundo hay un equivalente obeso, diabético o candidato para el infarto en el Primero.

Demasiado duro, ¿no cree?
Pues sí. Es paradójico. Al ciudadano medio le preguntas qué piensa de la comida y verás que su preocupación, hoy por hoy, consiste en cómo tiene que hacer para no comer demasiado.

¿Somos conscientes de que ese exceso tiene índices de mortalidad tan altos como la falta de alimento?
Buena pregunta. Creo que sí lo somos, pero de manera abstracta. Ocurre algo parecido con el tabaco. Sabemos que fumar es malo para la salud, pero seguimos haciéndolo. El cuerpo humano está diseñado para comer todo lo que pueda, no al revés. En la época prehistórica no había ningún riesgo de comer en exceso porque no había bufé. La lucha contra comer en exceso es algo mental, y no físico; por eso se trata de una batalla muy difícil de ganar.

¿Cómo hemos llegado a esta dramática situación?
Trabajamos tanto que cada vez tenemos menos tiempo para cocinar. Por eso entran en juego las empresas de comida preparada. Cada vez consumimos alimentos más elaborados y alejados de la materia prima. Y eso se considera un progreso. Nos hemos liberado de la responsabilidad de nuestra propia alimentación, pero ya no tenemos control sobre ella.

¿Y es para asustarse o estamos a tiempo de cambiar?
Ambas cosas. Deberíamos preocuparnos mucho. Todos los indicadores sugieren que el sistema está sobrecalentado. Si esperamos hasta que sea inevitable el cambio, nuestras opciones se verán mucho más limitadas.

¿Cuántos años de vida le calcula al sistema alimentario?
Ya hay partes que se están desintegrando. Un problema a largo plazo sería, ¿hasta cuánto tiempo aguantarán nuestras reservas de agua? ¿20 años quizá? Y aun más a largo plazo está el problema de la salud del suelo.

Define como ‘retorcida’ la economía de la alimentación.
Claro, porque sus objetivos ya no son humanos, sino de negocios. Hace 200 años se producían alimentos para el pueblo, para pequeños grupos de personas, y los objetivos eran, por necesidad, humanos. Pero hoy alimentas a alguien que vive a 1.000 kilómetros de distancia. Y lo que más te interesa es la conservación o el embalaje que lleva. Es decir, interesa más el continente que el contenido de la calidad nutricional.

Llama usted a ese proceso `ingeniería alimentaria´. ¿Ocurre con todo tipo de alimento?
Sí. Cojamos el pan. Sólo tiene cuatro ingredientes: levadura, agua, harina y sal. Pero, cada vez más, las empresas no quieren arriesgarse, por ejemplo con el sabor, y añaden productos químicos para que ese pan recuerde al que tomábamos de pequeños, echan colorantes para sustituir los colores; reparan así el daño que toda esa transformación provoca sobre la alimentación.

¿Solucionaría algo dejar de lado al intermediario?
Claro que sí. Sería volver al MERCADO TRADICIONAL. Pero el distribuidor tiene éxito porque ofrece algo que resulta muy valioso para el consumidor: productos frescos los 12 meses del año. Esto, saliendo de lo local, es muy difícil de obtener.

Hoy se vive en España una guerra de precios con las marcas blancas, ¿cómo lo ve?
Ocurrió hace tiempo algo parecido en EE.UU. Es el arma que utilizan los distribuidores para tener más control sobre el productor. El problema es que son tan grandes y tienen tantos consumidores dependiendo de ellos que el proveedor se ve obligado a acceder a las demandas.

¿Y qué pueden hacer los consumidores frente a esto?
El primer paso sería reconocer como consumidor que has renunciado a casi todo el control de tu suministro alimentario. Hay que dar pequeños pasitos. Empezando por aprender a cocinar, aunque sólo sea un par de veces por semana. Si todo el mundo lo hiciera, agitaríamos realmente todo el sistema.

Muchos lo tacharán de apocalíptico. Defiéndase.
Es comprensible. Pero alguien tiene que hacer de conciencia. Si no lo hago así, nadie prestará atención.

Sitio oficial: The end of oil
Venta online del libro «El hambre que viene»
Más entrevistas con el autor: El Periódico y  GEO

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11 Responses

  1. Daniel

    28 enero 2010 16:41

    Precisamente por esto no me siento cómodo viendo estos arrebatos humanitarios de hollywood con Haiti, como si fueran realmente salidos de la bondad, cuando el resto del tiempo la gente vive en la opulencia

  2. Lorenzo

    30 enero 2010 13:26

    Por supuesto que los medios de comunicación son un poder tremendo, sirven para engañar y tener a la mayoría de la gente embrutecidos con las mentiras y versiones de las cosas que les interese a los que mandan. Un claro ejemplo lo tenemos con este Gobierno de inutiles e ineficaces que tenemos que si que se preocupan de tener bien comprados a muchos de los medios, La Sexta, la cutaro, Antena3, Tele5, TVE, El Pais, etc, menos mal que nos quedan algunos como Intereconomia y La Gaceta que dicen las verdades del barquero, esperemos que se vaya dando cuenta la gente que el problema que tenemos es que estamos gobernados por unos elementos que no saben ni quieren más que chupar del presupuesto y colocar a sus amgiguetes, venga funcionarios y a tirar del prespuesto, eso si luego no tendremos para pensiones. Gobierno de marca blanca, nada de calidad y mucho hablar.

  3. Daniel

    30 enero 2010 13:50

    Respecto a nuestro pais os recomiendo el monólogo de Buenafuente sobre la nueva version de tablet de Apple, el iPad, justo en el momento que comenta que para España vendran varias versiones, una se llamará el iParo, jajajaja
    No deberia reirme, pero es ya lo único que nos queda :)

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