COCINA CON ALMA II: la autenticidad, el Témenos y las ensaladas mandalas con sonrisas de girasol

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«Cuando abrazamos la autenticidad nuestro interior brilla y es indiscutible. Aceptamos que somos lo que somos, ya no podemos ser otra cosa ni cambiar a nadie. Hemos asumido que somos de una determinada manera con lo bueno y lo malo. La sensación es de tranquilidad y a la vez de verdad (…)»

«Todos nos encontramos en la vida con un menú del cual elegir, lo que sucede es que es un menú con muchísimas opciones, tantas que parecen infinitas aunque no lo sean. Además son opciones que se modifican con la vida, la experiencia, los cambios, etc. Si estamos conectados con lo más verdadero de nuestro ser, podremos contestar a la pregunta sobre lo que queremos en la vida. Y una de las maneras de conectar con ello es simplemente jugando (..)»

«¿Cuántas veces se dice en muchos hogares “no juegues con la comida”? Si un chef no se dedicara a ello, mal andaríamos. Precisamente lo que vamos a hacer es jugar y con la comida… Necesitamos alimentos de color amarillo que mejoran el ánimo y favorecen una actitud positiva y feliz ante la vida, al tiempo que estimulan las facultades mentales y mejoran la memoria»
Jimena Fernández Pinto

Seguimos con la serie «Cocina con Alma» en la que la escritora y coaching mágica Jimena Fernández Pinto reflexiona sobre la vida a través de deliciosas recetas.

Tras la paciencia y las mermeladas, llega el turno a la autenticidad, la luz interna y las ensaladas con ingredientes de colores que ofrecen beneficios físicos y psíquicos.

Estas son sus palabras:

NUESTRA AMIGA AUTENTICIDAD, EL TÉMENOS Y LAS ENSALADAS MANDALAS ACOMPAÑADAS DE SONRISAS DE GIRASOL

Llega el verano, las horas de sol se prolongan, mostramos más nuestra piel. Después del largo invierno, parece que el sol nos invita a ser más nosotros mismos. Cuando alguien nos identifica como “un sol”, significa que somos cálidos, pero no se trata de una mera formalidad, una amabilidad digna de la diplomacia – aunque muchas personas a veces lo logren puntualmente- sino que dicha calidez se identifica con una luz especial, no es más ni menos que la luz de la autenticidad.

Cuanto más brilla nuestra luz, la verdad, la honestidad, la claridad son fundamentales, de ahí su poder para tanto atraer como rechazar. Entonces un “no”  o un “sí” no son más que aspectos de nuestra verdad, como lo es de cualquiera. Lo que sucede es que donde los demás pueden ver una cierta falta de formalidad, nosotros nos mostramos con total autenticidad.

No se trata de arrollar a los demás con nuestra luz, sino de ser uno mismo y dar lugar al respeto mutuo. Aquí y ahora se trata de ser uno mismo siempre, y de utilizar nuestra energía al máximo cuando la necesitamos. Pero antes hemos de reconocernos, conocernos, respetarnos. A este momento se llega después de dificultades y de haber superado muchas barreras, no aparece como un milagro. Está en nosotros, empecemos por reconocerla.

¿Cuál es entonces la diferencia entre el impulso vital y la alegría de vivir, tan inocente, de nuestra amiga Autenticidad? El impulso vital se aventura en proyectos verdaderos pero nada sabemos si lo hace con la fuerza de quien quiere hacer escuchar su voz. Tal vez también por ello el impulso vital suele necesitar la compañía de la gestión y la acción que pueden echarle una mano, ya que son dichas cualidades las que saben reconocer un buen proyecto, tirarlo adelante y luchar para que se materialice.

El impulso vital bien puede alegrar su matrimonio o su trabajo o lo que sea, pero nada de ello implica que estemos contentos con nosotros mismos tal como somos ni que lleguemos a replantearnos el matrimonio, el trabajo o lo que sea. Cuando abrazamos la autenticidad nuestro interior brilla y es indiscutible. Aceptamos que somos lo que somos, ya no podemos ser otra cosa ni cambiar a nadie. Hemos asumido que somos de una determinada manera con lo bueno y lo malo. La sensación es de tranquilidad y a la vez de verdad. Has sobrevivido a una serie de experiencias hasta saber íntimamente que para bien y para mal, eres quien eres.

Nuestra parte adulta y la infantil se ayudan y protegen. El niño interior ya no llora ni se queja continuamente y cuando lo hace, allí está nuestro adulto para intervenir de la manera mejor. El adulto sabe alimentar y proteger al niño sin reprimirlo. Este es un momento en el cual el consciente y el inconsciente colaboran estrechamente. Cuerpo y alma al fin acariciándose y apoyándose a conciencia. Nuestra autenticidad siempre nos contempla de frente. Luce plena y al completa. Resurge la luz y la conciencia total.

Hemos superado todo lo que representa la civilización con sus escalas de valores, sus juicios, sus diferentes nociones del bien y del mal, de lo que esperan que seamos y no podemos ser. Volvemos a lo que nos conforma como seres vivos. Nos interesa más disponer de tiempo, sol, aire, sinceridad y posibilidades para desarrollarnos. Las pequeñas cosas de la vida se muestran en su gran dimensión fundamental. Sentimos que podemos elegir nuestro propio camino en la vida y no nos queda otra opción que seguirlo porque estamos inmersos en un segundo nacimiento más consciente y activo.

Un rayo de sol nos acaricia, sentimos su dulce calidez, vemos el polvo dorado en el que se refleja, podemos incluso oler el tiempo que parece eterno. Pero no podemos retener estas sensaciones. Un rayo de sol no se puede apresar. Es como una canción que nos da felicidad. Se instalará en nuestro corazón y en nuestras entrañas. Puede incluso que alguna vez tengamos la sensación de haberlo perdido, lo cual es imposible. El sol siempre vuelve a brillar al mediodía y es allí precisamente, en el sol donde más brilla nuestra autenticidad.

Como ninguna experiencia viene desligada de todo lo demás que nos conforma, aún sentimos la necesidad de protegernos frente al exterior. Hay espacios donde nos sentiremos más libres que en otros. Ponemos vallas a nuestro jardín. No queremos escondernos, no son altas. Simplemente queremos que quede claro cuál es nuestro territorio porque estamos ocupados con lo que es de importancia central. Alegría de vivir, lealtad, generosidad, pasión, valentía, nobleza, altivez, espiritualidad, elevación… Éstas y no otras son las palabras clave de nuestro momento presente.

La autenticidad brilla de manera natural y nos da su calor sin proponérselo. Nos ilumina y nos contagia un estado de espíritu alegre con su sola presencia, con su manera de hacer las cosas. La autenticidad es espontánea y no desafía a nada ni nadie porque no hay amenazas. Lo experimentamos todo de una manera rejuvenecida y primaveral.

La mejor manera de conectar con este clima inocente y encantador es jugando. No se trata ni de la play ni de las cartas ni del trivial. Se trata de ir a la playa y entretenerse olvidándose del tiempo con las piedras, la arena, algunas ramitas y lo que encontremos. Se trata de ir al parque con amigos y jugar según nos nazca de dentro. Me imagino más de un lector escéptico en este mismo momento… ¿por qué será?.

Es muy sencillo de explicar, verás… La autenticidad nos cuenta que cuando nos hacen la pregunta «¿Qué quieres en la vida?» la respuesta es inmediata, simple y clara, sin vueltas ni titubeos. Pero a veces hay periodos en la vida en los que no tenemos esta respuesta. Y damos vueltas y vueltas, nos topamos con salidas falsas y laberintos que nos parecen infinitos. Por cierto, ¿tú lector o lectora, qué quieres en la vida?.

Es una respuesta que puede cambiar en diferentes momentos de la vida. Eso sí, lo de ser buena persona, no vale ni lo de ser famoso. ¿Por qué? Porque son respuestas falsas, lo siento pero así es. Es cuando te preguntan en un restaurante qué quieres de la carta o del menú, no dices «lo que es bueno».  No, en todo caso le preguntas al camarero que te aconseje y éste te dará, muy probablemente, una elección entre dos cosas.

Todos nos encontramos en la vida con un menú del cual elegir, lo que sucede es que es un menú con muchísimas opciones, tantas que parecen infinitas aunque no lo sean. Además son opciones que se modifican con la vida, la experiencia, los cambios, etc. Si estamos conectados con lo más verdadero de nuestro ser, podremos contestar a la pregunta sobre lo que queremos en la vida. Y una de las maneras de conectar con ello es simplemente jugando.

Nuestro ser profundo tiene un nombre, es el “sí mismo”. Es inocente, alegre, leal, generoso, apasionado, valiente, noble, espiritual, elevado y a veces incluso altivo, un poquitín, sí. Todo eso viene junto en un pack auténtico que no está de oferta y vale oro, tanto que se diría que no tiene precio. Hay más de una manera de conectar con ese espacio y conlleva un camino. Jugar es simplemente un atajo.

¿Jugar? Pues sí. Si aún te muestras reticente, me gustaría comentarte que Johan Huizinga, un estudioso del espíritu y lo social que llegó a llamar la atención de Ortega y Gasset, se ocupó principalmente de la investigación y reconstrucción de formas de vida y pautas culturales nos denominó como “homo ludens” además de “homo sapiens”, es decir, un hombre lúdico, que juega. Del juego nace la literatura y el arte, por supuesto. En palabras de Huizinga : “El juego es una acción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, se trata de una acción que tiene un fin en sí misma y no en ganar o alcanzar metas y va acompañada de tensión y alegría además de la conciencia de ser de otro modo que en la vida corriente”.

El jugar nos da libertad para ser quienes somos y es jugando como nos abrazamos a lo más verdadero de nosotros. Casi, casi se podría decir “dime cómo juegas y te diré cómo eres”.  Y tú lector, lectora, ¿cómo eres cuando juegas? Competitivos, apasionados, locos, sensibles, atentos, sacrificados, niños, perfeccionistas, anárquicos, ordenados, aprensivos… todos tenemos derecho a jugar y a ser nosotros mismos.

Para que sea más fácil adaptémonos a nuestra realidad. Si conocemos niños o los tenemos, jugar con ellos será bastante fácil, es cuestión de ponerse a ello. Pero si no hay niños alrededor… podemos jugar con el perro o el gato o el hamster. Si tampoco es éste el caso, podemos ponernos frente a un espejo y jugar con nosotros mismos. Eso sí que lo tienes a mano, ¿eh? Bueno, si te da vergüenza, enciérrate unos minutos en el baño.

Más posibilidades… déjame pensar… ¡Ah! Dibújate una cara en el dedo índice de la mano derecha y otra en el índice de la izquierda, haz que hablen y juega. Puedes llevar una marioneta o un peluche a la oficina. Sí, ya sé, en tu oficina todo es muy serio. Lástima, porque sorprenderías a más de uno y sería realmente divertido. Lleva una pelota pequeña y tírasela a alguien. Además, oye, a quien le toca jugar es a ti, que yo ya juego cada día, a ver si se te ocurren más maneras a ti solito.

Cuando jugamos somos más libres. De ahí esa fascinación por los juegos de todo tipo. Incluso en los juegos sexuales podemos ser más nosotros sea con luz, sin luz o a media luz. Pero no se trata de éstos ahora mismo.

Sol, solecito, ven a verme. ¿Cuántas veces se dice en muchos hogares “no juegues con la comida”? Si un chef no se dedicara a ello, mal andaríamos. Precisamente lo que vamos a hacer es jugar y con la comida. Tomaremos alimentos de colores solares como el tomate, el pimiento rojo, uva, naranja, mandarina, sandía, zanahoria, remolacha, rábanos, mango, calabaza, albaricoque, piña, lentejas amarillas, pomelo, frutos secos, plátano.

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Necesitamos alimentos de color amarillo que mejoran el ánimo y favorecen una actitud positiva y feliz ante la vida, al tiempo que estimulan las facultades mentales y mejoran la memoria, varios contienen bromelina, que se encuentra en la piña y otros alimentos de este tipo, es un buen tónico para el páncreas.

También alimentos de color naranja que contienen betacaroteno, que aporta vitamina A y contiene vitaminas B y C, constituye un potente antioxidante que protege contra los efectos envejecedores de las radiaciones ultravioletas. Por eso están especialmente indicados para todos aquellos que pasan mucho tiempo expuestos al sol. De ahí proviene la idea popular de que las zanahorias son beneficiosas para ponerse morenos. Son alimentos que aportan una gran vitalidad.

Y además, necesitamos alimentos de color rojo, los que más energía aportan. Para que esta idea sea más creíble, basta con hacerse a la idea de que la mayor parte de las frutas de ese color son ricas en vitamina C; ejemplo de ello son las cerezas, las frambuesas y las fresas. El tomate, por su parte, cuenta con un pigmento, el que le otorga su color, denominado licopeno, que es uno de los mayores enemigos de ciertas toxinas que pueden desarrollar células cancerígenas.

Las reglas de este juego son muy sencillas. Harás una ensalada con al menos 6 ingredientes de la lista que te hemos proporcionado. La ensalada puede tener, claramente, cualquier forma o  textura. La libertad y el juego son las leyes de esta invitación.  Y como jugamos juntos, te dejo mi juego aquí hecho.

ENSALADA MANDALA:

Ingredientes:

  • ½ papaya
  • 1 puñado de nueces
  • 3 tomates
  • 1 trozo de pimiento rojo
  • 2 zanahorias
  • 1 limón
  • 1 naranja
  • Pimentón dulce
  • Sal
  • Aceite
  • Mostaza

Modo de hacer:

Mi sol de ensalada tiene forma de mandala en 3D.

  • Corta los tomates en trozos pequeñitos, en dados. Déjalos en un recipiente con 3 cucharadas de aceite, sal y el pimentón dulce.
  • Corta el pimentón rojo en finas tiras, a modo juliana. El trozo que necesitamos será ¼ de la verdura.
  • Ralla las zanahorias en grueso y colócalas en un recipiente con zumo de limón del que habrás rallado la corteza, la necesitaremos luego.
  • Pela la papaya y corta la mitad en gajos, quedan como con forma de “C” si la ponemos en horizontal y cortamos verticalmente.
  • Para montar el plato es muy fácil. En el centro ponemos un puñado pequeño de tomates y en cima otro de zanahoria rallada y por encima un puñado más pequeño de tiras de pimiento. Alrededor ponemos una franja de papaya y alrededor otra franja de tomate.
  • Picamos las nueces y las esparcimos por encima de la papaya. A parte preparamos la vinagreta con aceite, la ralladura de limón, mostaza, zumo de naranja y sal. Rociamos la ensalada mandala y a comer felices. ¿A qué esperas para crear tu ensalada?

MI TÉMENOS:

Volvamos a nuestra amiga Autenticidad sólo por unos instantes. Me gustaría que observes tu jardín interior y que coloques un pequeño muro bajo a su alrededor. El espacio queda demarcado. Se trata ni más ni menos que de un espacio sagrado. Los primeros se construyeron en Egipto y era una estancia que separaba las casas o la calle del templo propiamente dicho, una especie de entrada sagrada. No se podía entrar en él sin purificarse. En Grecia también se usó y cómo no, en Roma. Es un espacio humano de contacto con la divinidad. El templo es el espacio de los dioses y las casas son espacios humanos.

El Témenos es este espacio compartido. No hay nada más sagrado en cada persona que el sí mismo, lo que somos de verdad, nuestro ser auténtico. Es allí donde habitamos el hálito sagrado de los dioses y de la vida. En ese espacio hacemos de nosotros la ofrenda más pura y regalamos a los dioses alimentos soberanos que lo son porque atesoran nuestro aliento.  Estos platos además simbolizan tu ser. Elige los alimentos, prepara estos platos. Toma una parte de ellos para ofrecerlos a los dioses, tal como se hacía en la antigua Grecia, en el antiguo Egipto y hoy en día en las ceremonias de las religiones animistas. El resto es para ti y para compartir con aquellos que pueden entrar en tu Témenos.

SONRISAS DE GIRASOL:

Los alimentos solares crecen a más de un metro por encima del suelo. Absorben la máxima energía del sol y la mínima de la tierra. Son alimentos etéreos que elevan la conciencia y tienen un efecto rápido y ligero en el cuerpo y el sistema nervioso.

Ingredientes:

  • Un envase de masa de hojaldre
  • 100 gramos de semillas de girasol crudas
  • 3 melocotones
  • 1 yema
  • 6 cucharadas de azúcar
  • 2 naranjas

Modo de hacer:

  • Pela y corta los melocotones, mejor si son de viña, en gajos. Colócalos en un recipiente y rocíalos con la ralladura de la corteza de una de las naranjas y el zumo con pulpa de las dos.
  • Tuesta las semillas de girasol en una sartén. Son necesarios apenas dos minutos para ello, no más.
  • Toma la masa de hojaldre y con un plato pequeño corta circunferencias, del diámetro  de 7 dedos aproximadamente.
  • Retira los melocotones de la maceración y agrégales el azúcar y luego las semillas tostadas.
  • Pincha cada círculo con un tenedor haciendo marcas por toda la superficie para que la masa respire.
  • Pon un montoncito en cada círculo de hojaldre y ciérralo como una empanadilla, pasando la punta de un tenedor por el borde.
  • Bate la yema con un poco de agua y pinta cada hojaldre por encima.
  • Colócalos en una placa con papel vegetal y al horno a 180 hasta que estén dorados.

Ofrece tus alimentos sagrados a los dioses y a aquellos que pueden compartir tu Témenos, tu jardín. Verás que con los años irá creciendo hasta convertirse en tu mundo. No se trata de algo sencillo pues en nuestras sociedades la autenticidad está muy buscada y a la vez muy denostada. Pero ahora que la has espiado, ¿quién puede detenerse en tu camino hacia tu sol interior?

JIMENA FERNÁNDEZ PINTO

Venta online de los libros de Jimena Fernández Pinto

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