11 consejos para una vuelta fluida a la normalidad

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«Muchas personas se quejan de la vuelta a la monotonía, pero me atrevo a decir que algunos proyectan su tedio interior en la etapa que les toca asumir, sea cual sea. De hecho, manejar el tiempo de vacaciones con armonía, tanto en la relación con uno mismo como con la que mantenemos con otras personas, es uno de los retos más difíciles, a veces superior al de la marcada vida laboral»
Concha Barbero

(Artículo de Concha Barbero, autora de los libros «El don de vivir como uno quiere», sobre el que la entrevistamos aquí, y «Palabras para el bienestar» en la sección El Lector Alternativo Aconseja)

Se cierra un ciclo de ocio y reposo, probablemente más corto de lo que deseamos y necesitemos para equilibrar nuestra mente y nuestro cuerpo.

Sin embargo, no hay por qué acogerse a la crisis posvacacional que se nos vende cada año, o que nos encargamos de crear con nuestros propios pensamientos negativos, sino tratar de adaptarse al cambio de modo gradual, fluyendo con la vida, reconociendo las ventajas del cambio y viviendo el momento sin pensar en lo que pueda venir. Después del día llega la noche y, tras ella, otro amanecer. Nada más.

Muchas personas se quejan de la vuelta a la monotonía, pero me atrevo a decir que algunos proyectan su tedio interior en la etapa que les toca asumir, sea cual sea. De hecho, manejar el tiempo de vacaciones con armonía, tanto en la relación con uno mismo como con la que mantenemos con otras personas, es uno de los retos más difíciles, a veces superior al de la marcada vida laboral.

La solución para que la vuelta al trabajo y a la “normalidad” sean fáciles está, como en todo y como siempre, dentro de cada persona. Así pues, para comenzar a ayudarnos, podemos pensar y actuar desde nuestra esencia, poniendo la intención en “PROPÓSITOS” -algunos de ellos intangibles, pero muy eficaces- como éstos:

1. Realizar afirmaciones positivas, desde hoy mismo. Por ejemplo, decirse cada mañana, frente al espejo, que todo está bien, y que cada día estará mejor; o crear contraseñas para el ordenador con mensajes positivos del tipo: “Buen otoño”; “Cumplo mis sueños”; “Hoy es un buen día”, así como cualquier otra frase que nos facilite visualizar nuestra felicidad y disfrutarla.

2. Procurarnos más momentos de silencio. Saber estar a solas, conscientes de nosotros mismos, mientras la mente, serena, contempla el mundo alborotado. Eso tiene precio.

3. Dejar las prisas a un lado. Son una falta de respeto hacia nosotros y suelen estar comandadas por el mundo exterior, no por nuestra propia voluntad. Seguro que encontramos algún modo de hacer las cosas con más calma; de ir una a una, y no atropellarnos queriendo resolver todo al mismo tiempo. Eso es agotador.

4. Estar atentos a todo, para no perdernos ni un fragmento de la vida. “No estás deprimido, estás distraído” dice el cantautor Facundo Cabral. Estamos ausentes del momento presente, viviendo en tiempos inexistentes, en futuros temidos y en pasados dolorosos (o gloriosos, pero excesivamente idealizados) y obviando el presente, el momento en el que todo tiene lugar y en el que encontramos la paz y ese silencio interior que anhelamos. Sólo en el presente se diluyen los deseos del ego que nos llevan a la infelicidad. Sólo en el ahora se disfruta del instante eterno.

5. Desarrollar nuestra creatividad en cualquier proyecto, trabajo o tarea y siempre con sosiego, sin metas materiales ni búsqueda de reconocimiento, sino conectándola a la prosperidad desde el goce personal y el servicio a los demás. Esto sólo se consigue también en el presente, centrados en lo que nos hace vibrar y que, con toda seguridad, contribuirá a que en algún momento otros participen y se favorezcan de ello.

6. Alimentarnos bien, y recordar que cuando no lo hacemos no somos nuestra propia guía, sino que nos conduce la ansiedad.

7. Meditar para limpiar la mente de la toxicidad que proviene del vivir inconsciente y del pensar preocupante.

8. Practicar ejercicio físico: Yoga, Pilates, Tai Chi o cualquier otra elección que contribuya a mantener en forma nuestro cuerpo, que es también nuestro vehículo de iluminación.

9. Vivir las relaciones humanas como un juego de aprendizaje en el que compartir (no competir) sea lo prioritario.

10. Ahondar en nuestro fondo altruista y practicar la compasión hasta llegar a comprender que todos somos UNO. Verificar lo felices que estamos cuando lo experimentamos.

11. Sentir la fuerza divina que hay en cada uno de nosotros, y que nos hace poderosos ante los retos de esta vida y amorosos con todo lo que nos rodea.

Concha Barbero

Sus blogs: Silencio activo y libros de Concha Barbero

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FOTO: Flickr

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6 Responses

  1. Ana

    8 septiembre 2010 07:20

    Magnífico trabajo, y me aplico «el cuento», no he padecido síndrome de vuelta a la «normalidad» me centro en lo positivo del momento, ni siquiera en el día a día, e inicio proyectos y planes para los fines de semana, para las tardes, tras el trabajo, etc. Saludos a todos

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