«A finales del siglo pasado el cultivo de la naranja entró en crisis por diversos factores. La liberalización del mercado ha permitido LA ENTRADA EN EUROPA DE NARANJA MÁS BARATA procedente de Turquía y Marruecos, y en ocasiones incluso del hemisferio sur. Además, estas variedades son más tempranas y saturan el mercado varios meses antes de la cosecha española. Hoy, los extensos campos de naranja apenas son recogidos o aprovechados por un agricultor al que le sale más caro recoger la naranja del árbol que venderla.
Desde Denia a Valencia asistimos al triste espectáculo de los campos de naranjas LLENOS DE FRUTA PODRIDA TIRADA por los campos en años de crisis tan grande como la que nos afecta en este momento y que ha significado el empobrecimiento de tantas familias.
En esta situación, ¿qué alternativas puede ofrecer al campo valenciano la Economía Verde? (…) Para crear empleos verdes solo hace falta mirar con otros ojos lo que nos rodea, apostar por nuestros productos y emprender proyectos nuevos. LAS OPORTUNIDADES ESTÁN AHÍ, sólo es necesario creer en ellas»
Carolina Punset y Carolina López
Es una historia que se repite a lo largo de los tiempos: economía local basada en un alimento X, entrada de productos más baratos que hunden la cosecha, fruta sin recoger en los campos y declive económico.
Pero precisamente porque esta situación es una constante en muchos lugares del mundo, también existen alternativas viables que ya se han experimentado y otras que merecen una oportunidad.
Carolina Punset, especialista en cooperación al desarrollo y concejala del Ayuntamiento de Altea en un partido político de vecinos, y Carolina López, coordinadora de Economía Verde, nos envían a la sección El Lector Alternativo Propone un artículo con varias ideas aplicables al campo valenciano: mercado de azahar al estilo de la lavanda en Francia, diversificación de cultivos, impulso a la cosmética natural, gastronomía popular, turismo rural, … Y nos aseguran que existe futuro verde y sostenible para el cultivo de la naranja.
Este es su análisis y sugerencias:
Viendo los campos de naranjo que cubren el norte de la provincia de Alicante y buena parte de Valencia, una podría pensar que el cultivo de esta fruta es una tradición milenaria en nuestra región, pero lo cierto es que su historia apenas se remonta doscientos años.
Según las fuentes históricas, hasta 1781 los naranjos se utilizaban exclusivamente de forma ornamental o para marcar lindes entre dos huertos. En este año concreto, el sacerdote Monzó, ayudado por sus dos amigos, el boticario Boda y el escribano Maseres, pusieron en marcha la primera plantación en Bassa del Rei, en Carcaixent.
El experimento de Monzó alcanzó tal éxito que el cultivo se extendió rápidamente, beneficiándose primero del declive de cultivos como la mora o los cereales, y más tarde de la crisis del vino a finales del XIX. Durante todo el siglo XX la naranja valenciana vivió un gran momento ayudada por la exportación a países como Holanda y Bélgica.
Sin embargo, a finales del siglo pasado el cultivo de la naranja entró en crisis por diversos factores. La liberalización del mercado ha permitido la entrada en Europa de naranja más barata procedente de Turquía y Marruecos, y en ocasiones incluso del hemisferio sur. Además, estas variedades son más tempranas y saturan el mercado varios meses antes de la cosecha española. Hoy, los extensos campos de naranja apenas son recogidos o aprovechados por un agricultor al que le sale más caro recoger la naranja del árbol que venderla.
Desde Denia a Valencia asistimos al triste espectáculo de los campos de naranjas llenos de fruta podrida tirada por los campos en años de crisis tan grande como la que nos afecta en este momento y que ha significado el empobrecimiento de tantas familias.
En esta situación, ¿qué alternativas puede ofrecer al campo valenciano la Economía Verde?
ECONOMÍA VERDE ES APROVECHAR OPORTUNIDADES
Solemos relacionar la palabra “economía o empleo verde” sólo con el campo de las energías renovables. Nada más alejado de la realidad de esta visión reduccionista. Economía o empleo verde es cualquier oportunidad de negocio o trabajo que podamos desarrollar en una economía sostenible, que ayude a reducir el consumo de energía, las emisiones de gases efecto invernadero, que elimine deshechos o contaminación y que proteja o restablezca ecosistemas y biodiversidad.
Esto nos abre un amplio campo de oportunidades. No tenemos por qué limitarnos a los molinos de viento. Tenemos que apostar por vías de negocio nuevas. En el campo de la agricultura valenciana, una de esas oportunidades podría ser la recolección de la flor de nuestros naranjos, el AZAHAR.
Mientras nuestras cooperativas sigan comprando nuestra naranja a 12 céntimos el kilo, cualquier opción será mejor que el abandono progresivo de toda la huerta valenciana. La economía tradicional aplicada al naranjo valenciano ha puesto el acento en la mejora de la maquinaria de recolección para abaratar el coste, así como la investigación en variedades tempranas. Sin embargo, la mayoría de los huertos de naranjos son demasiado pequeños para justificar el alquiler de maquinaria de recolección. Además, los cambios en los gustos del consumidor europeo apuntan más hacia el cultivo sostenible y la calidad.
La diversificación de usos del cultivo podría ser, por lo tanto, una de las claves. En la Francia meridional, por buscar un paralelismo, el cultivo de lavanda es un elemento esencial de la agricultura. Estamos hablando de más de 1.000 toneladas de producción y cifras de negocio que superan los 18 millones de euros anuales. Eso sin contar con los beneficios de productores y comerciantes que han creado un verdadero imperio de productos en torno a la figura de la lavanda. Cualquiera en nuestro país vecino conoce, por ejemplo, los manteles de diseño de la Provenza francesa cuya fuente de inspiración está en la famosa flor silvestre.
Existen más de 30 especies de lavanda y los precios de mercado son muy variables dependiendo de la calidad del producto. Sin embargo, podemos decir que oscilan entre los 15 y 62 euros por kilo de aceite esencial. Por su parte la esencia de rosas producida en Turquía alcanza precios astronómicos que giran en torno a los 80.000 €/kilo.
Nuestra flor de azahar tiene propiedades calmantes y relajantes, un olor delicioso una vez destilado su aceite esencial; también podríamos diseñar manteles e incluso hacer pastelería típica de la zona porque su aroma es excelente para la elaboración de cualquier dulce.
Además, la naranja no es el único cultivo de la zona con propiedades curativas. La cereza, la almendra, la vid, el olivo o el higo son otros productos de la tierra que podrían tener un rendimiento mucho mayor si, cultivados de forma ecológica, se utilizaran en la creación local de cosméticos, lo que redundaría en la creación de trabajo de calidad en la zona.
Por otra parte, la industria cosmética natural sería una gran aliada del turismo rural alternativo que despunta en algunos puntos singulares del litoral levantino.
Otro asunto diferente sería el de la diversificación de los cultivos. La generalización del naranjo como monocultivo a principios del siglo XIX trajo consigo el abandono de muchas variedades típicas de la zona. La consecuencia más inmediata es que la variada gastronomía valenciana y alicantina ya no se cocina con productos de las huertas colindantes sino, en gran medida, con productos que han viajado miles de kilómetros para llegar a nuestras cazuelas.
La recuperación de la gastronomía popular, otro de los grandes atractivos del turismo alternativo en el área valenciana, debería estar regida en primer lugar con la recuperación de la soberanía alimentaria de los pueblos que el cultivo de la naranja desterró hace dos siglos. Variedades de productos típicos como el calabacín y la calabaza, el melón y la sandía, el ajo, la alcachofa, las pencas, y diversos tipos de hierbas aromáticas como el tomillo y el romero están siendo reintroducidas.
Para crear empleos verdes solo hace falta mirar con otros ojos lo que nos rodea, apostar por nuestros productos y emprender proyectos nuevos. Las oportunidades están ahí, sólo es necesario creer en ellas.
Carolina Punset es Concejala del Ayuntamiento de Altea
Carolina López es coordinadora de Economía Verde
7 noviembre 2010 20:22
Un gran articulo. Una pregunta, somos unos amigos de Madrid que nos gustaria ir a recojer naranjas en plan familiar. Si conoces a alguien que nos de permiso, (nosotros pagando una cantidad) nos gustaria ir a coger algunos kilos, y llevarnoslo a casa. Seguro que si eso se promociona, atraeria a muchas familias. Las cooperativas hacen eso en algunos paises. Si alguien sabe algo, contactenme a pikechuck arroba yahoo es
24 octubre 2016 13:31
P.Carlos Pueden venir a nuestros campos cuando quieras. Somos Naranjas La Vieja Alquería, podrán recolectar las naranjas ustedes mismos.
24 octubre 2016 13:38
El artículo describe bien el estado actual del campo valenciano. Mientras el negocio de la naranja mueve cientos de millones de €, el pequeño agricultor debe dejar morir el campo ya que lleva años perdiendo dinero. El modelo productivo de hace unos años ya no es viable. Los campo de naranjas son minifundios, en muchos casos microfundios menores a la hectárea con poco poder de negociación a la hora de comercializarlo al por mayor. Una posible solución puede ser la venta de naranjas online pero es un sector ya saturado. Nosotros producimos naranjas de Valencia, clementinas de Castellón… en pequeños huertos pero vemos que para otros agricultores que no pueden vender sus cosechas, el modelo antiguo de producción finaliza el siglo.
Recomendamos plantar nuevas variedades en campos mayores a las 5 hectáreas como posible solución. en Andalucía la producción de naranjas es completamente diferente, con grandes extensiones. Los agricultores productores de naranjas de Valencia debemos tener en cuenta que la calidad de las naranjas valencianas, por las condiciones naturales del suelo, agua y clima… siguen siendo las superiores al resto de naranjas. Las naranjas de Valencia siguen siendo las mejores aunque su rentabilidad no sea la misma por cuestiones de mercado.