El mito de la transformación interior

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«La llamada «transformación interior» es un mito, lo único que se transforma es la Conciencia, generando nuevos niveles de comprensión, progresivamente más lúcidos, profundos y compasivos. Y esto puede cambiar la dirección del esfuerzo de tantos buscadores empeñados en convertirse en unos «buenos chicos»

«La transformación del cuerpo no es un trabajo corporal, sino mental. La transformación de la mente no es un trabajo mental, sino de tu Conciencia. Es decir, la transformación es en realidad trascendencia. Esto conlleva algunas consecuencias, porque trascender de verdad constituye una tarea mucho más difícil que maquillar el ego con supuestas cualidades de pureza»
Gunther Emde

(Gunther Emde, autor de quien hablamos aquí y que se dedica a «promover el Silencio Interior en toda persona que sienta la profunda necesidad de un cambio en su vida», nos explica en este irreverente artículo en qué consiste eso de la tranformación interior, diferenciando entre cuerpo, mente y Conciencia, y hasta donde podemos llegar)

La transformación interior constituye el objetivo primordial de todo buscador espiritual.

Aquí analizaremos la contradicción que implica el hecho de pretender transformar una entidad física, psicológica o espiritual usando esa misma entidad. Dicho en pocas palabras, y limitándonos al ámbito más frecuente, el del ego, veremos que no es posible transformar el ego desde el ego.

Pero vayamos por partes, y pongamos primero como ejemplo el cuerpo de un animal. ¿Puede un organismo biológico transformarse? Obviamente, no. Un animal no puede transformarse a sí mismo. Un animal funciona según sus propias reglas fisiológicas e instintivas. Es más, no necesita ser transformado, pues ya es perfecto tal cual es, pese a los defectos que pueda tener.

Nuestro cuerpo es un animal, puede ser sometido a un maquillaje más o menos elaborado, pero no podrá modificarse su esencia, su «corporalidad».

Podremos corregir alguna deficiencia mecánica con la ortopedia o la cirugía, lo cual en algunos casos supone un cambio positivo. Pero el cuerpo seguirá siendo exactamente eso, un cuerpo, con sus exquisitos mecanismos de homeostasis, con su capacidad para el movimiento y el placer del sexo, por ejemplo, pero también con sus sudores, sus orines y excrementos, sus enfermedades y su inexorable deterioro con el paso del tiempo... El cuerpo, el animal, no puede transformarse, no puede convertirse en algo diferente a lo que es.

Ahora bien, en el ser humano nació una segunda entidad, la mente, que pasó a controlar el cuerpo. De repente, los movimientos espontáneos, dictados por los instintos, fueron sustituidos por miles de actos totalmente nuevos, ajenos por completo a la biología, y que procedían de las demandas de esa nueva entidad.

La mente puede suplantar rutas metabólicas completas, no hay más que considerar la capacidad de estimular la acción sexual exclusivamente con imágenes mentales. El pensamiento puede desencadenar una cascada de reacciones neurológicas y bioquímicas, no sólo en el caso del tejido sexual, sino en docenas de diferentes tejidos y órganos. Puede decirse, ahora sí, que la mente ha transformado al cuerpo, aunque no conseguirá nunca eliminar su esencia biológica.

¿Y puede la propia mente ser transformada? Me temo que, como en el caso del cuerpo, la respuesta es también negativa.

La mente tiene sus propias reglas de funcionamiento. Al igual que el cuerpo, puede haber sufrido «accidentes», por ejemplo en la educación durante la infancia. Esas «deformaciones» podrán corregirse en mayor o menor grado, mediante algunas terapias que pueden ser de ayuda. Pero eso es todo.

La esencia de su funcionamiento, su tendencia a virar de un polo a su opuesto, a intelectualizar, a juzgar, a sentirse por encima o por debajo de sus semejantes, todo eso no puede transformarse, ni falta que hace. La mente, como el cuerpo, tiene su propio y extraordinario «metabolismo».

Sus llamados defectos son en realidad cualidades excepcionales que han tardado miles de años en configurarse y que nos han servido para sobrevivir en la durísima lucha por la vida a lo largo de los siglos.

El problema es que la mente, a diferencia del cuerpo, es consciente de que sufre, y por tanto desea «mejorar». El cuerpo no desea mejorar, pues no es consciente de su dolor, lo cual le permite tratar directamente con ese dolor. La mente es incapaz de enfrentar directamente su sufrimiento, debido a que crea una distancia entre ella y el sufrimiento, una distancia que es fruto de la conciencia que tiene de sí misma.

Esta increíble capacidad ha colocado al ser humano en la cúspide de la naturaleza, pero también lo ha sumido en una clase completamente nueva de dolor, la angustia existencial. Y la mente, tarde o temprano, comprende que es un instrumento excelente para las tareas de la vida diaria, para lanzar cohetes a la Luna, para resolver complicados enigmas físicos y matemáticos, pero totalmente incapaz de resolver su propia infelicidad.

Así que, si existe la transformación del cuerpo, es sólo porque esa transformación procede de algo que trasciende al cuerpo, y ese algo es la mente. Entonces, podemos deducir que sólo la emergencia de una nueva entidad puede transformar la mente. Esa entidad es la CONCIENCIA.

La llamada «transformación interior» es un mito, lo único que se transforma es la Conciencia, generando nuevos niveles de comprensión, progresivamente más lúcidos, profundos y compasivos. Y esto puede cambiar la dirección del esfuerzo de tantos buscadores empeñados en convertirse en unos «buenos chicos».

La transformación del cuerpo no es un trabajo corporal, sino mental. La transformación de la mente no es un trabajo mental, sino de tu Conciencia. Es decir, la transformación es en realidad trascendencia. Esto conlleva algunas consecuencias, porque trascender de verdad constituye una tarea mucho más difícil que maquillar el ego con supuestas cualidades de pureza.

Por eso corremos a refugiarnos dentro de esas cabañas. «Veganismo», «Meditación», «Nutrición pránica», «Nudismo», «Activismo»… Ahí dentro soy algo, tengo objetivos que alcanzar, sólo estimulo el lado «positivo» del metabolismo de mi mente, y no me doy cuenta de que en realidad estoy creando un monstruo. Es como pretender que mi cuerpo no defeque ni enferme. Obtendría algo muy desagradable, ¿no es cierto? Por eso todo practicante de la virtud «huele mal», pues algo está pudriéndose en su interior.

Deja al cuerpo ser un cuerpo, y permite a tu mente ser una mente, con sus características propias. ¿Verdad que la mente supo en seguida que no era el cuerpo que habitaba?

De la misma manera, querido buscador, un día vendrá a ti ese despertar, en el que contemplarás cómo tampoco eres tu mente, sino una Conciencia prístina, que podrá usar a la mente como la mente usa al cuerpo. Sólo entonces te habrás transformado, no porque tu cuerpo o tu mente se hayan convertido en algo diferente a lo que son, sino precisamente porque los has dejado en paz.

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Gunther Emde

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9 Responses

  1. Laura

    12 febrero 2011 04:46

    Me llegan mucho los escritos de Gunther, realmente. Seguramente es por lo que estoy viviendo ahora, en medio de la (tan repudiada pero también querida) crisis… abandonando y dejando ir muchas cosas a las que estaba apegada. Mucho dolor.. pero que es necesario. Y no tratar de evitarlo. Ver el proceso. Ver qué ocurre con todo lo que te sucede. Pero aprender a dejar ir es de las cosas más difíciles que hay.. y como dice la frase final… Vivir es eso.
    La idea de que uno practique la virtud, no la veo mal, porque nos ayuda a enfocar a la mente en algo más útil que los pensamientos negativos. Pero (creo) entiendo de lo que hablan aquí sobre «todo practicante de la virtud “huele mal”, pues algo está pudriéndose en su interior.» Creo que todos los que estamos en la búsqueda hemos pasado por esto. Y si estamos en medio de eso, la crisis sigue estando y es inevitable.
    Cuando me veo a mi y a otros que comienzan a hablar de sus actividades «espirituales» y asoma cierto orgullo… veo esa crisis a flor de piel.
    No sé cómo será el próximo paso, pero hoy creo ser más conciente de mi sombra y trato de acompañarla (no digo «comprenderla» porque creo que esto excede a nuestra mente limitada).
    Cada vez comprendo más a mi padre que siempre me dijo que nadie realmente te puede enseñar nada. Cada camino es único. Las guías son útiles, pero no pretendas «imitar» a esa gente… es sólo una guía.
    Creo que te das cuenta la diferencia entre «imitar» o realmente «llevar a cabo» esas prácticas, cuando no te importa en absoluto qué piensen los demás de ti al respecto de eso. Gracias.

  2. Mark

    19 marzo 2013 03:46

    Este artículo es falso. La mente SI se puede transformar. La mente es como un programa de computadora. Si se quieren tener diferentes resultados, se debe RE-PROGRAMAR… Operamos de manera subconciente. Y el Subconciente, se puede reprogramar, con Hábitos. Cambia tus hábitos, y la mente cambia… por consecuencia la vida misma cambia.

  3. Gunther Emde

    19 marzo 2013 19:40

    Este artículo es verdadero. La mente NO se puede transformar. La mente es como un programa de computadora. Si se quieren obtener diferentes resultados, se debe TRASCENDER… Operamos de manera INconsciente. Y la falta de conciencia se puede superar, dejando los prejuicios, lo que se ha leído en libros, y lo que otros te han dicho. Abandona tus miedos, y tendrás conciencia… y toda tu vida cambiará.

    Un saludo cordial.

  4. Rosana

    3 febrero 2016 16:05

    Hola. Quería entrar al bolg de Gunther porque me encantan sus entradas pero ahora es para invitados. Y no aparece ningún correo al que solicitarle invitación.
    Me pueden indicar algún correo en privado o él mismo me puede contestar?

    Me encantaba la entrada de salir del cojín de meditar.

  5. Gunther Emde

    4 febrero 2016 18:35

    Hola Rosana, estoy renovando el blog en renovación, por esto de momento no es público. En unos meses estará listo. Te agradezco tu interés así como tus amables palabras hacia mi trabajo. Recibe un abrazo.

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