“¿Como es posible ser feliz sin nada?”
«La vida me llevó la gracia de hacer lo que llamo el salto en el mundo del saddhu, Ser simplemente, en un valle perdido del Himalaya Indio, una mañana de verano esperando a un guía Tibetano con su mula. Sentada, apoyada en la base del stupa en frente a su casa, estaba contemplando el paisaje sin pensar en nada.
De repente me di cuenta de que no estaba esperando, estaba completamente relajada sin la habitual tensión que acompaña normalmente la espera de algo o alguien. Después de otro rato surgió en mi mente un cántico que decía “En el país del Señor, nada me hace falta”
Surya Baudet
(Artículo de Surya Baudet a quien vemos en la foto, divulgadora del Shivaísmo Tántrico de Cachemira a través de yoga, danza y masajes, sobre nuestro estado natural de Ser simplemente y cómo conseguirlo en la vida diaria)
Esta experiencia fundamental la conocemos todos, la hemos vivido en la infancia sin saberlo y a ratos en nuestra vida adulta. Es el profundo anhelo a vivir Siendo simplemente que nos empuja hacia la vías espirituales sin saber al principio lo que realmente estamos buscando ni por dónde empezar.
En mi experiencia, a la hora de encaminarnos hacia nuestra esencia, se revela muy útil traer a la conciencia memorias de vivencias especiales, preguntas in-habituales que nos han surgido aún si no supimos valorarlas en su tiempo. Nos dan indicaciones de mucho valor en cuento a la dirección en la cual nuestra alma quiere encaminarse.
En mi primer viaje a la India me llamaron la atención los saddhus. Uno en particular en Bénarès, muy sencillo, irradiaba paz, dulzura y sobre todo una felicidad que visiblemente no dependía de ninguna circunstancia. No entendía entonces que el saddhus estaba disfrutando de Ser simplemente, sentado en los ghats a la orilla del río Ganga sin necesitar nada ni preocuparse de nada.
Sentía amor y atracción y al mismo tiempo una dolorosa sensación de separación como si él estuviera viviendo en un mundo fuera de mi alcance. Al contemplarlo me vino una pregunta: “¿Como es posible ser feliz sin nada?”, y un deseo: encontrar la manera para dar un salto en su mundo.
Aunque después olvidé esta pregunta durante un tiempo, el simple hecho de haber surgido en mi mente acompañada del deseo fue como una semilla que empezó a brotar por sí misma, guiándome, susurrando, en nuevos caminos.
La vida me llevó la gracia de hacer lo que llamo el salto en el mundo del saddhu, Ser simplemente, en un valle perdido del Himalaya Indio, una mañana de verano esperando a un guía Tibetano con su mula. Sentada, apoyada en la base del stupa en frente a su casa, estaba contemplando el paisaje sin pensar en nada.
De repente me di cuenta de que no estaba esperando, estaba completamente relajada sin la habitual tensión que acompaña normalmente la espera de algo o alguien. Después de otro rato surgió en mi mente un cántico que decía “En el país del Señor, nada me hace falta”.
Con gran alegría vivía la profunda verdad del cántico como mi realidad del momento: no me hace falta nada, ni siquiera que viniera el guía.
Tras otro rato maravillándome de todo lo que abarcaba mi vista, los campesinos trabajando en el campo, las aves que atravesaban el cielo, las montañas a mi alrededor etc…, me sentí en un estado de enamoramiento sin causa. Mi mente se activó breve-mente preguntando de qué o de quien estaba enamorada, intentando encontrar respuesta, sera de todo, de nada, de la vida, pero daba igual y el asunto quedó sin respuesta.
En el momento esta experiencia extática dejó una huella profunda dentro de mí pero quedaba aislada, ni siquiera veía su relación con lo que mi alma había captado del Saddhu de Benarès a pesar de vivir en cuerpo, corazón y espíritu la respuesta a mi pregunta: uno puede ser feliz sin nada al Ser simplemente.
En un momento de gracia parece una evidencia pero ¿como llevarlo al día a día? Pensando en ello parecía muy complicado o directamente imposible. Al vivir un tiempo con saddhus tántricos la vida sencilla y ascética que llevan, pasé días felices y alegres, sin ninguna preocupación confiando en qué mis necesidades básicas serían cubiertas.
Aprendí, bajo su inspiración, a transcurrir el día en estado de total presencia. Nos levantábamos con las primeras luces del día sin nada por hacer gozando de las cosas las más banales, el primer chai (té) mientras se animaba poco a poco Benarès, un paseo al levantarse el sol, lavar la ropa y bañarse en las aguas sucias y sagradas de Maha Ganga, estar sentados horas, muchas veces en silencio.
Esta felicidad sin embargo quedaba frágil y cualquier preocupación la rompía en seguida. Me acuerdo de este día maravilloso que habíamos pasado en un templo dedicado a la gran diosa Durga y situado en la otra orilla del Ganges.
Cómo vivíamos mayormente fuera del tiempo, cuando empezamos a regresar hacia Benarès el sol se ponía, inundando el campo con los naranjos de su fuego. Al llegar a la orilla del Ganges era oscuro ya, así que el asunto coger un barco para atravesar el río era muy complicado.
Mi compañero saddhu confiaba en que un barco nos llegaría, solo estaba atento a lo que pasaba en las aguas oscuras del río, y en el caso de pasar la noche fuera, para él tampoco no pasaba nada. Mientras tanto, mi mente en seguida estaba preocupada por si iba a pasar frío, que si podía enfermar y que la noche sería muy larga e incómoda en este lugar tan húmedo, velando de golpe la felicidad del día.
En poco tiempo, mi compañero llamó al primer barco que pasaba a altura de voz, nos vinieron a recoger y se solucionó nuestro problema revelando lo inútil que eran mis preocupaciones.
El tiempo pasado con los ascetas me había dado a saborear Ser simplemente sin darme claves para aplicarlo en un día a día normal y corriente en Occidente, en lo mundano con sus exigencias y presiones.
Son las prácticas del Shivaísmo Tántrico de Cachemira, el Tantra original, que me proporcionan la manera de lograrlo. Con la danza mística Tandava, meditación en movimiento muy lenta, se restablece la fluidez natural del cuerpo, de las emociones y de los pensamientos.
De forma muy concreta y sencilla, apoyándose en la respiración natural, aprendemos a volver una vez y otra a Ser simplemente a través de la presencia a lo sensorial, tanto en los momentos de práctica formal como en la vida cotidiana.
Ser presente a lo que sentimos, sin hacer comentarios mentales, nos conecta en seguida con nuestra esencia, con el Ser. El cuerpo percibe la realidad directamente, sin filtros, ni proyecciones, ni interpretaciones, de forma no dual. Estar presente a la cuerpo calma la mente, refina y aumenta las percepciones sensoriales. Así nos sentimos más vivos y más alegres.
Infinita fuente de auto-conocimiento, Tandava, el masaje de Cachemira y las demás prácticas Shivaítas nos revelan nuestros comportamientos mecánicos, nuestra manera de intentar controlar el flujo de la vida paralizándolo y los condicionamientos que nos impiden Ser plenamente vivos.
Practicando Tandava aprendemos como soltar el control y los patrones que nos limitan. Esto restablece nuestra capacidad a fluir con la vida y actuar con más espontaneidad. Experimentamos idas y vueltas entre los estados de confusión, la habitual dualidad y los estados meditativos, no dual, de Ser simplemente.
Además, al ser presente a lo sensorial las pequeñas cosas de la vida cotidiana nos proporcionan un placer y una satisfacción que antes esperábamos de asuntos especiales. Las emociones se viven como aventuras interiores intentando no rechazar o reprimir lo desagradable ni prolongar artificialmente lo agradable, acompañando simplemente el movimiento natural de sus ciclos en una presencia desnuda.
Ser simplemente es nuestro estado natural, la manifestación de nuestra esencia divina y está al alcance de cada uno. En el momento cuando nos paramos, decidimos cambiar algo en nuestra manera de funcionar y empezamos a practicar, experimentamos la alegría de Ser simplemente.
Surya Baudet
www.suryadance.com y blog
En El Blog Alternativo: Artículos de Surya Baudet
Foto 1: Surya Baudet
Foto 2: Corbis
10 febrero 2011 19:08
¡Hermoso relato! Gracias por compartirlo. Un abrazo.