Parodia de algunas terapias alternativas (2/2)

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Reconozcámoslo, aunque seamos pro-terapias alternativas y muy receptivos a las técnicas del nuevo paradigma en medicina, también podemos reflexionar y reirnos un rato de las historias grotescas que se viven en algunas consultas.

Palabrejas incomprensibles, misticismo cuántico, altos precios, titulitis, ausencia de explicaciones serias, … En una sociedad que aun no acepta oficialmente otros enfoques de la salud y en un sector no regulado, muy amplio y con mucho intrusismo, es fácil encontrar situaciones surrealistas.

El autor Gunther Emde, tras analizar las tribus de la Nueva Era, ironiza en este artículo sobre su experiencia con algunos terapeutas alternativos…

Hola

Hoy os presento la segunda parte de mi estudio científico, “Etología Comparada Acuariana”. Esta vez lo que hice fue dar un paso más. De observador distante pasé al contacto directo, para probar algunos de los remedios desarrollados por las tribus del Festival Nueva Era Tope Guay. Estos fueron los resultados.

1. Terapia cuántico-vibracional

El terapeuta me comunica que nadie ha visto nunca a Dios cara a cara, ni tampoco al protón. Por tanto, las partículas subatómicas son Dios. Tras este prodigioso razonamiento me pide que sujete con mis manos unas bolas doradas conectadas por un cable a lo que sin duda es el sincrotón más compacto del mundo. Esta maquinita puede captar el estornudo de un electrón situado en Sirio A, que es una estrella muy mona que está al lado de Sirio B.

En unos minutos, una impresora saca un listado impresionante de datos que el terapeuta mira durante una hora. “¿Estoy bien, doctor?”, me atrevo a susurrar. El tipo levanta la vista y me dice: “Tus protones vibran bajo, tío. Has de modular tu frecuencia ondulatoria desplazándola hacia el ritmo circadiano solar justo antes del equinoccio. Cuando esa modulación alcance la frecuencia vibratoria de Sirio (y dale con Sirio), tu cuerpo astral lucirá chachi piruli. Son 90 euros, tío”

2. Terapia homeopática

Con las manos todavía oliendo al extraño metal dorado del sincrotón, me acerco a una señora muy seria que maneja docenas de tubitos llenos de unas bolitas blancas. Antes de que pudiera reaccionar, la señora me sienta en un sillón y me acribilla con un cuestionario que mira de reojo en unos folios que tiene bajo la mesa. “Estoy deduciendo su terreno, ¿sabe? ¿Se levanta usted cansado o descansado, estreñido o suelto, erecto o fláccido? Responda, por favor”. Y yo voy respondiendo, con cara de palurdo. Y más bien fláccido.

La señora, que tiene estudios chinos de Badalona, dice que mi terreno es Sulfur. Que me sulfuro, vamos. Y como soy Sulfur, me receta Sulfur. Jo, tú, menuda complejidad ¿no? “Y si llego a ser Lycopodium, ¿me hubiera recetado Lycopodyum, señora?” Sin pestañear, la china de Badalona pronunció un “Sí” que no dejaba lugar a dudas sobre cual de los dos era el “idiota-que-no-debe-preguntar-nada”. Acto seguido me cobró 60 euros, me colocó tres bolitas azucaradas bajo la lengua y me puso de patitas a la calle.

3. Terapia ortomolecular

Un señor alto y corpulento me observa detrás de sus gafas con montura de su abuela. En la pared cuelgan títulos de gran seriedad, como “Curso de un sábado (por la tarde) de maestro en terapias (en plural) ortomoleculares”. Me pregunta que qué como, y yo que lo normal, y él pues que muy mal. Que tengo deficiencias a tutiplén, y que si no quiero peregrinar al cementerio el próximo martes, debo urgentemente tomarme unos preparados multivitamínicos que proceden de un laboratorio clandestino de la vieja Unión Soviética.

Se ve que me hace falta un selenio soviético, dos biotinas yanquis, un positrón libre y sin compromiso, y un tazón de leche Pascual antes de dormir, por aquello del triptófano, que induce sueños inducidos. Total, son 80 euros, y me llevo un par de ácidos levógiros de regalo.

4. Terapia Holónica

Suena tan bien que entro ansioso. Una hermosa joven, de largo pelo teñido de naranja, me ofrece asiento en un cojín, en el suelo. Me da dos sonoros besos y yo, algo abrumado, musito: “Encantado, soy Gunther; ¿tú eres Holónica?” Ella sonríe pícara y me susurra: “No, mi amor, yo me llamo Shivananda Mahabrahma Andatú, pero puedes llamarme Carmen”.

Entonces la Carmen Andatú me relata una historia milenaria sobre la síntesis de todas (pero todas, ¿eh?) las terapias inventadas por las mentes más sabias de todos los tiempos, y que esa síntesis se llama, anda tú, Holónica. “¿Lo entiendes, guapetón?” Yo, que empiezo a sospechar que esta joven lo que busca es un novio formal, intento escabullirme hacia la salida con la excusa del aire fresco y los iones esos tan saludables.

Por suerte, ella tropezó con una lámpara de cuarzo sideral, y no pudo cobrarme los 75 euros por estudiar no sé qué detalles de mi anatomía.

Decido que estoy hasta los holones de tanta terapia, y me juro a mí mismo proseguir mi estudio de Etología Comparada Acuariana en otro sector del Festival. Continuará…

Gunther Emde

Viñeta: JR Mora

En El Blog Alternativo: Las tribus de la Nueva Era: un poco de humor (1/2)

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6 Responses

  1. Begoña Alonso Ferrero

    31 mayo 2011 13:06

    El artículo es buenísimo.
    Totalmente de acuerdo en separar el grano de la paja en esto de las Terapias Alternativas, que algunos nos lo tomamos muy en serio.
    No podemos seguir sin una regulación legal, porque el ciudadano está indefenso, en manos de más de cuatro charlatanes que les comen el coco y ponen en peligro su salud y su bolsillo.

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