¿Cuántas veces actuamos sin pensar mínimamente movidos por un impulso? Y ¿cuántas veces erramos? Este relato enviado por Nanoscompany tiulado «El Anciano de la roca» nos invita a reflexionar sobre el tema.
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Andando, llegué a una rocas donde se habían depositado gran cantidad de moluscos. Me senté en una de ellas y cerré los ojos.
Sentí como las olas comenzaron a alebrestarse. Mas adelante noté la presencia de alguien que me observaba. Me di la vuelta y vi a un anciano sentado en las escaleras que se encontraban a mis espaldas. Le ignoré y cerré los ojos de nuevo.
Minutos más tarde el anciano me empujó fuera de la roca. Le pregunté por qué hacía eso, mas no respondió. Cerré los ojos de nuevo y minutos más tarde ocurrió lo mismo; esta vez reaccioné con ira, le empujé y se golpeó.
Con lágrimas en los ojos me señaló que era mudo. Me mostró la piedra donde había estado apoyado minutos antes y observé que una serpiente herida estaba soltando su veneno.
Atónito miré al anciano que sacó un papel de su bolsillo y escribió:
“No actúes sin pensar; piensa sin actuar”
Nanoscompany
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28 septiembre 2011 20:54
Esta historia me dejó atónito con un nudo en la garganta. Muchas veces tendemos a actuar sin pensar, dejándonos dominar por sentimientos y emociones fugaces.