La Tregua de Navidad de 1914: cuando la Navidad venció a la guerra

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«El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y se acabo la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago»
Woody Allen

Hoy vamos a viajar de nuevo en el tiempo  y os voy a contar un hecho que sucedió durante la Primera Guerra Mundial, concretamente en el año 1914: la Tregua (no oficial) de Navidad, entre los soldados alemanes e ingleses.

Ya sé, ya sé:  la regla de oro de estas anécdotas temporales es guardarlas para la fecha en concreto, (Navidad), pero qué queréis que os diga… me ha gustado tanto, que me adelanto.

Imaginaos por un momento la escena. Primera Guerra Mundial. Este trágico acontecimiento, una de las mayores y peores crueldades que ha cometido el ser humano últimamente, ha sido reconocida entre otras cosas por las trincheras. Efectivamente, existían kilómetros y kilómetros de soldados protegidos por trincheras, unos enfrente de otros, disparándose todo lo que tenían durante meses y meses… con muy poco resultado real, por cuanto no había avances demasiado significativos.

Era una guerra de desgaste, tanto físico como psicológico. Las condiciones sanitarias en las mismas eran precarias, la penicilina no se había descubierto, y las muertes en las mismas eran por las enfermedades derivadas de las heridas más que por las heridas mismas. Por otro lado, enterrar a los muertos era un lujo que dificilmente podían permitirse, y los cadáveres solían estar en las zonas de tierra de nadie hasta que las líneas se movían: y para entonces, los cuerpos estaban irreconocibles…

En ese ambiente irrespirable y cruel, el día de Nochebuena de 1914 sucedió algo extraño. Los disparos fueron disminuyendo lentamente, hasta que pararon por completo: primero los alemanes, luego los aliados. En ese silencio extraño, las fuerzas británicas y francesas se mantuvieron vigilantes, puesto que habían sido avisados de un posible ataque por parte de las tropas alemanas. Y, efectivamente, comenzaron a ver algo… extraño. Decenas de lucecitas empezaron a iluminar las posiciones alemanas. Al principio, sus oponentes pensaron que el ataque anunciado estaba en marcha… hasta que comenzaron a oir como los alemanes empezaban a cantar.

Y lo que cantaban era, nada más y nada menos, que el «Stille Nacht, heilige nacht«, es decir, «Noche de Paz».

Y las lucecitas que veían en el frente, eran los arbolitos que, precariamente, habían colocado por las trincheras para celebrar la Navidad. Desde el otro lado de la trinchera guardaron un silencio emocionado y asombrado, y  rompieron a aplaudir en cuanto los alemanes acabaron la canción… para, seguidamente, comenzar ellos a cantar su «The first Noel, the angel did say«.

Al final, los dos bandos cantaron conjuntamente el «Adeste fideles», entre otros villancicos. Debía ser un espectáculo increíble observar a dos bandos que hasta hacía unas horas habían estado intentando matarse cantar villancicos entre las trincheras. Pero no acabó ahí la cosa: durante ese día de Navidad, las treguas se sucedieron a lo largo de todo el frente. Grupos de alemanes, franceses y británicos se citaban en terreno de nadie para hablar, intercambiar cigarrillos, bebida, y comentar como iba la guerra.

Incluso hay una historia, que nunca se ha confirmado fehacientemente, que cuenta que en algún lugar del frente se llegó a jugar un partido de fútbol entre los dos bandos. Concretamente, se habría realizado entre los soldados del Scottish Seaforth Highlanders, (escoceses tenían que ser…), y fuerzas alemanas en un lugar indeterminado. Y es motivo de orgullo para Alemania que, cuando los oficiales pararon aquella «locura», iban ganando por un tanteo de tres goles a dos…

Por otro lado, se aprovechó la tregua para recoger a los muertos de los dos bandos y darles sepultura, muchas veces ayudados por soldados del lado contrario.

Toda esta «fiesta» acabó cuando los oficiales al mando, (ellos no estaban en las trincheras), ordenaron que se acabaran las muestras de confraternización con el enemigo, y amenazaron con tribunales de guerra para el que desobedeciera. No fuera a ser que se les acabaran las ganas de matarse, por Dios…

Desde entonces, este acontecimiento ha sido celebrado como una muestra de que la paz y los buenos sentimientos son posibles aún a pesar de las peores circunstancias.

Os dejo con un vídeo de una canción de Paul MacCartney que se basa precisamente en este hecho.

Mirad: a nuestro alrededor hay millones de motivos para sentirse realmente mal… pero SIEMPRE HAY MOTIVOS PARA LA ESPERANZA.

Siempre.

 

TRADUCCIÓN LIBRE (MUY libre, eh???)

Enciendo una vela por nuestro amor

Porque el amor puede hacer que todos nuestros problemas desaparezcan

Y pronto descubriremos que uno más uno es todo lo que necesitamos oir

Por todo el mundo nacen niños para el mundo

Debemos dárselo todo hasta que la guerra esté ganada

Entonces el trabajo estará hecho

Debemos enseñarles canciones de alegría, en vez de «dispara, niño, dispara»

Enseñémosles como tocar las gaitas de la paz

Ayúdame a enseñarles canciones de alegría en vez de a disparar

¿No me ayudarás a enseñarles a tocar las gaitas de la paz?

¿Qué opinas?

¿Seguirá la raza humana igual

o alguien salvará este planeta donde estamos jugando?

¿No hay otro camino?

¿Qué haremos?

Ayúdales a ver que la gente aquí

es como tú y yo

Enseñémosles como tocar las pipas de la paz

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9 Responses

  1. Peregrino

    28 septiembre 2011 21:34

    Qué casualidad, sí. Me encantó la anécdota. No creo que los malos sentimientos sea lo que triunfa en el ser humano, y experiencias como esta creo que lo demuestran una y otra vez. Gracias!!!

  2. Loli

    29 septiembre 2011 17:55

    Me encanta el artículo. Como todos los que haces. Empieza a escribir que te echamos de menos. Como dices en el post «El Amor lo cura todo»

  3. Marta PR

    2 octubre 2011 22:46

    preciosa historia, gracias Can-Men
    Tiene mucho contenido y es para reflexionarlo

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