Shiv Murari Ram Aghori Baba
Todo ocurre en Vashishta, un pueblo cerca de Manali, dónde empezó para mí una vivencia única, una iniciación con los Sadhus de la India en el mes de agosto 2001…
Primer capítulo de relatos de Surya Baudet, divulgadora del Shivaísmo Tántrico de Cachemira a través de yoga, danza y masajes, sobre sus vivencias y aprendizajes con los Sadhus -hombres santos que han renunciado a la vida mundana- en un viaje por Asia que cambió su vida para siempre…
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Un Domingo lluvioso me encontraba en medio de la muchedumbre en el templo de Vashishta dónde estaban oficiando una puja. Al finalizar, le he preguntado al Baba que estaba a mi lado por el significado del mismo y él sin decirme nada me invita a pasar al templo de Rama, al otro lado de la calle.
Allí, sentado en una madera, estaba un Sadhu, al cual le pido permiso con la mirada para sentarme a su lado. Mueve la cabeza de manera casi imperceptible para decirme que sí. De entrada, me siento impresionada por este asceta. Su intensa mirada, la calma que emana de su Ser junto a una radiante potencia, contrasta con la agitación de los demás Babas. Al sentarme con las piernas cruzadas me doy cuenta de repente que mis piernas están desnudas.
¡Ups, qué confusión! Se me ha olvidado ponerme el pantalón debajo de la túnica. Es muy chocante en India que una mujer muestra así sus piernas desnudas. ¿Qué hago, me voy, me quedo? El asceta a mi lado permanece en su centro y los demás parecen más divertidos que ofendidos.
Ya no hay ni tiempo para decidir, un devoto me está preguntando « Hello Mataji. What’s your name? » (Hola Mataji, ¿como te llamas?) Surya, respondo, sorprendida que usara la forma que normalmente se reserva a las mujeres Sadhu. Me parece increíble que me viera cómo una renunciante y es divertido darse cuenta que no es el único, así que de golpe me siento plenamente en mi lugar.
Muchos de los fieles que circulan en el templo vienen a saludar los Babas después de las postraciones ante Rama y Sita. Entre ellos, un joven inglés, visiblemente intrigado por el asceta sentado a mi lado, le pregunta su nombre. « Shiva Murari Ram Aghori Baba » le responde con voz suave y lenta. Los ojos dilatados, el joven occidental me dice excitado que raramente se puede encontrar un Aghori, añadiendo que los Aghoris meditan sobre la muerte. De momento, con esto me quedo. Está claro que el Aghori no desea hablar más y el Baba que me ha invitado al templo confirma mi impresión de que su inglés está muy limitado.
Al día siguiente, subo a la terraza de mi chai shop preferida para desayunar, saludo los Babas sentados alrededor de una mesa, con un gesto ligero y lleno de gracia, el Aghori me invita a sentarme con ellos. Hay algo irreal, casi mágico para mí. ¿Qué ha pasado? Algunos días antes estaba sentada a la misma mesa sola, perdida y deprimida. De golpe soy acogida en el grupo de sabios. ¿Estoy soñando? ¿Cual es la realidad?
El sonido de tambores y trompetas viene a interrumpir mis pensamientos. En un instante los tejados de las casas de alrededor, se llenan de campesinos de toda la comarca. Mirando hacia abajo veo que están sacando la murti, la representación de la deidad, en la calle. En este caso no se trata de una estatua, sino de un conjunto de máscaras. El Brahamin está en trance y en la densa muchedumbre varias personas se encuentran en el mismo estado, algunas saltando, como empujados por una fuerza misteriosa. Los hombres que sujetan la murti se lanzan hacia los muros de las casas, golpeándolas con fuerza con los palos de madera dónde se apoya la murti.
Alguien me comenta que lo hacen para alejar el mal de ojo. La energía que emana de la puja se eleva hacia mi en una potente ola que hace vibrar el aire a mi alrededor. En inglés le comento al Aghori “¡Qué potente es esta puja!” Mirándome a los ojos con intensidad él me contesta: « This Shakti ». Es la Shakti, un concepto hasta ahora abstracto de lo divino femenino toma entonces una realidad contundente.
Siento esta potente energía al interior de mi cuerpo, como una fuente que se me hace asequible mientras su energía está normalmente dormida en el corazón de mi Ser. El cansancio presente hasta un segundo atrás se desvanece como bajo un efecto mágico, mientras siento mi corazón expandirse con una profunda corriente de Amor. Maravillada, miro al Aghori pensando que para despertar y revelar esta fuente en otro ser humano, él tiene que vivirlo íntimamente. Me resulta imposible no enamorarme de este Ser que conoce los misterios de la Shakti”
Continuará…
FOTO: Fotos de Sadhus en la teteria Mailuna, C/ Valdonzella 48, Barcelona. Esta exposición es el resultado de mis peregrinaciones con los Sadhus de 1989 a 2009.
LÉXICO
Aghori: rama tántrica de Sadhus, adoradores de la diosa Kali
Chai shop: tetería en India
Mataji: mata es madre, se le llaman Mataji a las mujeres que han renunciado a la vida mundana
Murti: estatua u otra representación de la divinidad
Sadhu: hombre que ha renunciado a la vida mundana, monje peregrino, hombre santo
En El Blog Alternativo: Artículos de Surya Baudet
23 noviembre 2011 23:57
Se te olvida comentar que los Aghori han sido excluidos del hinduismo por sus practicas necro-canibales. Consumen la carne de los cadaveres con la idea de adquirir siddhis o poderes psiquicos.
24 noviembre 2011 09:54
Surya, me encanta que hayas decidido escribir tus experiencias en Asia! El relato se me ha echo muy corto y deseo que la continuación no se haga esperar.
Un abrazo!
26 enero 2012 16:57
Para responder al comentario de Kcam, es verdad que algunos Aghoris tienen tales prácticas. Sin embargo son una minoría. Son ascetas que meditan en los cemeterios y crematorios para enfrentarse con el miedo fundamental que es el miedo a morir. Ver el libre de Swoboda, «Aghora at the left hand of God».