El Hombre de Hojalata: arquetipos en El Mago de Oz -1-

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TinMan - El Hombre de Hojalata: arquetipos en El Mago de Oz -1-

«Cuando un hombre es una tetera vacía, debería estar con ánimo;
y sin embargo estoy destrozado…

Simplemente porque intuyo que podría ser algo parecido a un humano,
si simplemente tuviera un corazón…»

El Hombre de Hojalata

 

 

Las artes están repletas de imágenes arquetípicas.
El psicólogo suizo Carl Gustav Jung introdujo el término «arquetipo» y lo definió como un símbolo de naturaleza universal, común a todas las culturas y épocas.
Una «imagen arquetípica» consiste en la materialización de dicho arquetipo, que existe básicamente en el mundo conceptual (lo que en términos técnicos se le llama -idea/forma).

El Hombre de Hojalata se podría definir como una imagen arquetípica que representa al arquetipo del cuerpo emocional del ser humano, en proceso de evolución.
El cuerpo emocional son todas aquellas capacidades que tenemos para sentir, amar, valorar, disfrutar… a diferencia del cuerpo mental, más frio y de naturaleza dual, el cuerpo emocional se implica, se mezcla y se «quema» junto a aquello que le es afín.

Los seres humanos somos capaces de pensar, sentir y actuar.
Mente, corazón e instinto.
En El Mago de Oz, tanto en el libro como la película, están representados por El Espantapájaros, El Hombre de Hojalata y el León, respectivamente.

¿Qué ocurre cuando una de estas capacidades no está correctamente aplicada, se ha dejado de lado, o simplemente se han usado más las otras dos?
El el caso del cuerpo emocional, nos encontramos con una emocionalidad oxidada, rigidez en cuanto a la aceptación de sentimientos e ideas propias y ajenas, frustraciones, incapacidad para vibrar y sentir, emocionarse y querer, tener empatía y ser asertivo.

Algo parecido a lo que le pasa al Hombre de Hojalata, pues lleva un año estático, quieto en la misma posición, hasta que Dorothy y el Espantapajaros le encuentran; y por ello anhela recuperar su corazón.

La historia del Hombre de Hojalata es curiosa:

Erase una vez un apuesto leñador que quería casarse con una preciosa muchacha. La joven le pidió que, para acceder a su petición, debería demostrarle que sabía ganar suficiente dinero como para sustentar un hogar. Él se fue al bosque a talar y talar árboles sin descanso y así conseguir su amor.
Pero la chica vivía con una anciana que no deseaba perderla. Así que llamó a la Malvada Bruja del Este que le prometió, a cambio de dos ovejas y una vaca, que impediría el matrimonio.
La bruja hechizó el hacha del leñador, que se volvió resbaladiza. Cada vez que se caía de sus manos le cortaba una parte de su cuerpo. Fue sustituyendo las partes cercenadas por hojalata, hasta que ya no hubo nada más que cortar. Quedó convertido en un leñador de metal, que siguió trabajando y trabajando hasta que sus articulaciones se oxidaron.
Nunca más supo de su prometida. Y ahora, había perdido el corazón y ya no se acordaba de lo que sentía por ella. Estaba vacío…

En su afán por entregarse incondicionalmente, el leñador descuidó su emocionalidad. Descuidó hacerse valorar por sus virtudes, eligió trabajar y únicamente ser valorado por sus logros.

Alegóricamente, ese descuido por los sentimientos y por valorarse a sí mismo le llevaron a convertirse en alguien rígido, oxidado y sin capacidad para sentir.

En el vídeo nuestro personaje muestra una curiosa danza, basada en un intento de expresar corporalmente lo ha contado a Dorothy y a El Espantapájaros con la letra de la canción; no obstante, no goza de suficiente fluidez y tiene una evidente falta de conexión sentimiento-expresión, virtudes que da un cuerpo emocional distendido y en expresión.

Letra en la que nos cuenta su anhelo para recuperar emociones:

Cuando un hombre es una tetera vacía, debería estar con ánimo.
Y sin embargo, estoy destrozado…
Porque intuyo que podría ser algo parecido a un humano,
Si solamente tuviera un corazón.
Sería tierno, sería amable, y un terrible sentimental
con respecto al arte y el amor.
Me gustaría ser amigo de los gorriones … y del chico que lanza flechas…
Si solamente tuviera un corazón.
Imaginadme… un balcón. Arriba, una voz canta suavemente:
¿Donde estáis, Romeo?
Oigo un latido …. ¡Qué dulce!
Sólo para experimentar emociones, celos, devoción,
y realmente meterme en el papel…
Podría manteneme joven y alegre,
y lo resguardaría con una cremallera,
Si solamente tuviera un corazón.

En nuestro entorno a menudo encontramos personas de este tipo, excesivamente dadas a los logros y poco abiertas a lo sentimental, a las emociones, a la contemplación y a la vida en el «ahora». En todos nosotros existe, a menudo, esa tendencia.

La frialdad del metal es otra alegoría, usando la hojalata como imagen arquetípica de algo con poca flexibilidad, de baja temperatura, de baja vibración, poco adaptable, aunque muy resistente.

Observemos que alguien que se cierra emocionalmente responde ante estos adjetivos: poco flexible, frío, poco adaptable, y resistente a lo que le sucede, casi inmutable. Poco empático y demasiado duro, aunque él o ella crea estar siendo asertivo.

Cuando hablamos de alguien rígido nos referimos, sin saberlo, a un «hombre de hojalata». Puede estar causado por un desengaño amoroso, por una «castración» emocional en la infancia, por algún problema de autoestima… sea cuál sea el motivo, son personas que se centran en talar árboles como medida desesperada. Quizá los logros y méritos tapen su miedo a volver a amar o a expresarse desde el corazón.

Al final, recuperar la capacidad emocional significa ese tránsito o viaje hacia dentro, como el que hacen los cuatro personajes del libro y la película. Nuestro leñador metálico hace un ejercicio de voluntad y valentía queriendo recuperar su capacidad para emocionarse y sentir.

Y eso cierra el círculo en cuanto al arquetipo en cuestión: un tránsito de re descubrimiento de las emociones, un aprendizaje en cuanto a su buen uso, externo e interno; re aprender a valorarse, a quererse más allá de lo que se desea lograr, más allá de los méritos y las capacidades; comprender la empatía, la expresión asertiva, y lograr una correcta expresión de las emociones.

En El Blog Alternativo: El Mago de Oz

Carles Pérez (El Ecualizador)
Astrólogo, Terapeuta Transpersonal, Morfopsicólogo y Formador en Being The One
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7 Responses

  1. Maria Eugenia Rincón

    19 octubre 2019 18:57

    Buenas muy bueno tu post pero quiero expresar que hay seres que nacen sin empatía y no son recuperables, esos son los psicopatas integrados a la sociedad y que nada tienen que ver con el psicopata asesino retratado en las películas. Yo creo que el que escribió el mago de Oz fué victima de un psicopata y creo que lo escribió bajo la disonancia cognitiva, es decir creer que van a cambiar por no querer aceptar que esos seres son irrecuperables, esos seres son asesinos de emociones y llevan a sus victimas incluso a la muerte emocional y en circunstancias extremas física.Muy bueno tu post pero quería agregar esto Saludos!

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