
En el 2012 publicamos una extensa y completa entrevista a GEMMA SANZ sobre las madres de día como alternativa a la guardería en la que nos explicó la función de esta figura y su presencia en otros países europeos. Posteriormente también publicamos 10 consejos para ejercer como madre de día en España y ahora, 3 años dspués, la situación está cambiando porque se ha regulado este ejercicio en la comunidad d Madrid y seguramente se irá extendiendo con el tiempo.
Gemma incide en este artículo en la importancia de los primeros años de vida, las vivencia del amor y cómo transmitirlas.
Las Madres de Día estamos de enhorabuena: La Comunidad de Madrid, por fin!, HA REGULADO NUESTRA ACTIVIDAD! Desde ahora, nuestra labor de cuidado del niño pequeño es reconocida como profesión. Un gran paso a favor del niño pequeño! De momento en Madrid, pero no dudo que se extenderá rápidamente al resto de Comunidades Autónomas…
Ya lo dijo Ortega y Gasset: “Sólo si los niños pueden vivir hoy plenamente como tales, mañana serán personas adultas en la plenitud de su potencial. ”
Considero que en la práctica educativa habitual, tanto institucional como familiar, la adquisición cada vez más temprana de conocimientos y de destrezas semi-adultas han adquirido un protagonismo tal, que algo imprescindible en la vida del niño, muy especialmente en la del niño pequeño, se ha quedado en el olvido: EL AMOR.
Aclaro que no estoy diciendo que las personas que forman las instituciones no sientan amor por los niños; y mucho menos, que los padres que les ceden su cuidado no amen a sus hijos. Lo que estoy diciendo es que LOS NIÑOS NO TIENEN LAS VIVENCIAS DE AMOR QUE NECESITAN DE ACUERDO A SU MADUREZ. Son dos cosas muy distintas, y considero sumamente importante tomar conciencia de esta diferencia…
Cuando hablo del amor que necesitan los niños no hablo de un sentimiento etéreo. Ni de un concepto moral o religioso. Hablo del AMOR BIOLÓGICO, del amor que se vivencia a través de experiencias muy concretas, a veces en situaciones muy específicas de la vida. Que están íntimamente relacionadas con nuestra realidad biológica como seres humanos. Y que, como ya demuestran los avances en el campo de la neurología, son determinantes en el desarrollo del niño.
El ejemplo más claro de que el amor es una vivencia biológica es EL NACIMIENTO. Cuando el parto no es excesivamente interferido o medicalizado, se produce en la madre una enorme descarga de hormonas (el coctel hormonal del que habla Michel Odent). Que provocan en ella el sentimiento de enamoramiento de su bebé, y que es la base bioquímica del vínculo madre-hijo. Por su parte, el bebé recibe parte de estas hormonas. Y cuando tiene la oportunidad de permanecer en contacto físico con su madre y de acceder a su pecho en las primeras horas y días de vida, (experiencias que “espera” como mamífero), la experiencia del nacimiento resulta ser SU PRIMERA GRAN VIVENCIA DE AMOR (biológico). Pero cuando no ocurre como la naturaleza ha previsto, la vivencia es de abandono. De falta de amor, aún con los mejores sentimientos de su madre y de todos los que le rodean.
Centrándonos en el niño pequeño (sin pretender quitar importancia a la vivencia del amor para los niños mayores), su primera necesidad es el VÍNCULO con su madre. Que, después de la experiencia del nacimiento, se vivencia a través de una presencia y una atención de calidad. Exclusiva en muchos momentos. En este sentido, es especialmente importante la vivencia de SENTIRSE CUIDADO. Que sus necesidades básicas de alimentación, cobijo, higiene, sueño, contacto físico, atención, etc, estén ampliamente satisfechas.
Cuando la madre lo hace poniendo en ello todo su ser, tratando al niño como sujeto y no como objeto, cuidando la forma de mirarle, de tocarle y de moverle, su tono de voz al hablarle, los mensajes que le envía, etc, etc, (lo que resulta bastante instintivo en la mayoría de las madres) entonces los momentos de cuidado, la vivencia de la dependencia, resultan para el niño vivencias de amor. Si se hace de forma mecánica, priorizando la eficacia y el resultado, y sin la conciencia de que en ese pequeño cuerpo hay un ser humano completamente perceptivo y sensible a lo que están haciendo con él, entonces la vivencia es de falta de amor.
Cuando su madre no puede hacerlo de forma continuada, el niño pequeño necesita la presencia de otra persona de referencia. No para que ocupe el lugar de su madre, sino para que le ofrezca las vivencias que necesita. No basta que haya siempre algún adulto supervisando su seguridad y satisfaciendo las necesidades más básicas de supervivencia. Necesita la cercanía, la continuidad, la seguridad, la calidez, y en muchos momentos la exclusividad, de UNA ÚNICA PERSONA DE REFERENCIA PARA CONSTRUIR CON ELLA UN VÍNCULO CUALITATIVAMENTE SEMEJANTE AL VÍNCULO MATERNO. En la medida en que puede satisfacer esta necesidad, resulta para él una vivencia de sentirse amado; cuando no tiene oportunidad de satisfacerla, la vivencia es de falta de amor.
Además del vínculo y de los cuidados de calidad, el niño pequeño necesita SENTIRSE SEGURO, en espacios conocidos, tranquilos, de un tamaño reducido que le permita orientarse , sin peligros que él no pueda valorar, sin exceso de ruidos, con pocas personas, pocos adultos y pocos niños, con rutinas diarias conocidas, sin exigencias externas que superen sus capacidades, sin agresiones, etc, etc
Y, por otro lado, también necesita un entorno que le permita EXPERIENCIAS RICAS Y AUTÓNOMAS. Relacionadas con sus necesidades de desarrollo. Que en este momento son principalmente motrices y sensoriales. Y, de forma muy determinante, necesita el contacto con la naturaleza, otra de las “exigencias” de nuestra biología. Construida durante millones de años viviendo en ella.
En la medida que tenga oportunidades de satisfacer todas estas necesidades, resultan vivencias de amor o de falta de amor.
Y ESTE ES EL PROPÓSITO DE LAS MADRES DE DÍA: OFRECER AL NIÑO PEQUEÑO LAS VIVENCIAS DE AMOR QUE NECESITA EN EL TIEMPO EN QUE SU MADRE NO PUEDE HACERLO.
Las repercusiones son sumamente importantes: La ciencia demuestra que las primeras experiencias de amor determinan por completo el desarrollo de las áreas límbicas del cerebro.
Entre las muchas cosas que ocurren en el desarrollo de las áreas límbicas, me parece especialmente importante destacar que en ellas reside “el sentimiento vital”, el sentimiento de lo que es la vida. Es decir, las primeras vivencias determinan si el niño (y luego, el adulto) siente el mundo como un lugar seguro. Donde los adultos son confiables, las necesidades de supervivencia están cubiertas, y vivir es una aventura llena de retos interesantes. Que producen mucho placer superar.
O, en el otro extremo, si lo siente como un lugar hostil lleno de peligros de los que hay que defenderse, donde los adultos provocan dolor, donde hay que luchar y competir por cubrir las necesidades básicas, y vivir es una dura exigencia sin lugar para el placer. En definitiva, determinan por completo CUÁL ES EL MOTOR DE NUESTRA VIDA. En sus dos polos. La lucha por la supervivencia en competencia con los demás, o el placer de los retos con lugar para todos….
Además, las estructuras límbicas están involucradas en el proceso de toma de decisiones que tiene lugar en cualquier acción de la vida. Del tipo que sea y a cualquier edad. Muy brevemente, ante los retos que la vida presenta, determinan en cada persona si busca soluciones nuevas. Si se aventura a experimentar y sacar conclusiones propias, invirtiendo en ello el esfuerzo de desarrollar capacidades cada vez más elevadas.
O en el otro extremo, si le basta con copiar las soluciones que ya han tomado otros, sin contrastar su conveniencia en su situación particular. Y limitándose a utilizar las capacidades ya conocidas, incluso las más primitivas (desde el punto de vista de la evolución) como la lucha y la defensa….
Y, aparte del desarrollo de las áreas límbicas, en las etapas tempranas, condicionado también por las experiencias de amor, se sientan algunas bases para la futura maduración de la zona prefrontal. La zona más nueva de la corteza cerebral, y relacionada con las capacidades humanas superiores. Como la empatía, la cooperación y la autorreflexión…
Todo esto se traduce en que muchos de los aspectos de los que quiere hacerse cargo la educación, como modelar el comportamiento, despertar el interés por el aprendizaje, inculcar valores morales o fomentar la creatividad, en realidad no pueden enseñarse ni aprenderse racionalmente, como se pretende, porque son resultado de un proceso madurativo que tiene sus raíces en las vivencias de amor durante las etapas tempranas de la vida. Así de importantes son las vivencias tempranas!
Por otro lado, la educación concede mucha importancia al conocimiento racional, al desarrollo de nuestra corteza cerebral, olvidando que lo importante del conocimiento es el uso que se hace de él, y eso, en cada persona, lo determinan las estructuras límbicas, justamente donde no entra el raciocinio; en definitiva, el amor que se vivenció en las etapas tempranas de la vida. Otra paradoja de los sistemas educativos!
Quizá todo estas conclusiones parezcan exageradas, e incluso catastrofista; sin embargo, resultan evidentes si nos detenemos a reflexionar sobre el estado global de la humanidad, en que la difusión de la educación y los increíbles avances tecnológicos conseguidos en el último siglo no han erradicado el hambre y la pobreza de una gran parte de ella; simplemente porque los conocimientos se han utilizado para otros intereses…!
Personalmente, considero que el futuro de la humanidad no se construye en las Universidades, ni siquiera en las escuelas; considero que en este momento de la historia de nuestra sociedad NUESTRO FUTURO SE ESTÁ CONSTRUYENDO EN LAS GUARDERÍAS! Y a partir de ahora, también en las casas de las Madres de Día…
FUENTES (en orden de importancia):
Mauricio y Rebeca Wild; Emmi Pikler; Laura Gutman; Michel Odent; Ortega y Gasset;
y mi propia experiencia de 17 años con niños

Más información en lacasarosaelescorial.blogspot.
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2 noviembre 2015 16:57
Comparto tus principios y enfoques totalmente. Quizás no generalizaría con las guarderías como lugares donde se construye el futuro. Sí, sin duda en lo que yo llamo «EL TIEMPO EDUCATIVO».
Por si te sirve, te sugiero el libro «Cuando un Niño Entra en tu Vida»: Los Hitos del Desarrollo Cerebral y el Aprendizaje; de la Dra. Melodie de Jager. Está editado por EOLAS este mismo año.