Es martes. Te levantas cansado. Has dormido 7 horas y media, pero te sientes como si hubieran sido 3. Desayunas un café con leché y te diriges al trabajo pasando por el atasco del transporte público o la carretera.
En la oficina, necesitas más café para despertarte por completo.
Aun así, te distraes con facilidad y no consigues concentrarte en tus tareas. Cada vez te resulta más difícil. Sueñas con que lleguen las vacaciones o el fin de semana.
En casa, tienes que seguir con tus obligaciones diarias: vida familiar, labores domésticas, pasar tiempo de calidad con tu pareja…
Sientes que te arrastras de un lugar a otro. No tienes ni un minuto libre.
Por la noche, caes rendido en la cama. Pero no puedes dormirte. Estás tan cansado que ni siquiera tienes fuerza para entregarte a los sueños.
A la mañana siguiente, todo vuelve a empezar.
¿Te sientes reconocido? Si tu respuesta es que sí, es posible que tu nivel de energía esté bajo mínimos.
Pero no te preocupes, es posible recuperar la vitalidad. En este artículo te explicaré cómo.
En nuestra sociedad, parece casi indiscutible que, a medida que nos hacemos mayores, nos sintamos más cansados. Fíjate en las diferencias que hay entre un niño y una persona adulta.
Parece que a los niños nunca se les acaban las pilas; van de un lugar a otro, descubriendo el mundo, jugando todo lo que pueden. Si eres madre o padre, es posible que alguna vez te hayas preguntado cómo puede ser que tú, un adulto sano, no pueda seguirles el ritmo.
El secreto de los más pequeños es que están cargados de energía vital.
La energía vital es aquello que te da el impulso para dirigir tu vida por donde quieres, para dedicarte con pasión a lo que te gusta y para decir que no a aquello que quieres apartar
Para gozar como si fueras un niño, es necesario tener un buen nivel de esta fuerza.
Si eres una persona mística, puedes pensar en la energía vital como el Qi de la Medicina Tradicional China o la Kundalini de los hindúes. Si te gusta más el pensamiento científico, puedes interpretarla como el oxígeno que necesitan tus células para vivir.
No importa qué pienses acerca de ella. Lo importante es cómo te sientas.
Y si notas que te arrastras en tu día a día, te cuesta concentrarte, el dolor te persigue allá donde vas o vives tus emociones con dificultades, necesitas recuperar tu energía vital.
Para conseguirlo, el cuerpo será tu herramienta.
5 maneras de recuperar la vitalidad
Hace un tiempo, yo me sentía como te he descrito al inicio. Por suerte, ahora tengo una herramienta que me permite recargar las pilas: la terapia de movimiento.
La terapia de movimiento es un conjunto de técnicas corporales que te ayudan a conectar con tus sensaciones y tensiones para que puedas expresar las emociones que hay en ellas. Al reconocer tus sentimientos, te resulta más fácil comprender por qué han aparecido y cuál era el mensaje que tenían para ti.
En definitiva, la terapia de movimiento es una forma de ponerte en contacto con tu cuerpo y lo que él esconde acerca de ti.
Gracias a ella, aprendí las 5 cualidades que necesitamos para recuperar el vigor. Te las explico a continuación.
1. Cuerpo libre de tensiones
Cuando algo te duele, es imposible sentirte bien. Incluso, a veces, por el dolor, te ves obligado a dejar de hacer ciertas actividades. No puedes disfrutar de un momento agradable con tu pareja porque te duele la cabeza. No puedes hacer deporte porque tienes las lumbares tensas.
Pero ese no es el único problema que acarrea el malestar.
Además, la tensión actúa como bloqueadora de la energía vital. Interviene como si fuera un cuello de botella que ralentiza el flujo energético, provocando consecuencias más allá del simple malestar corporal.
Por ejemplo, si tienes los hombros tensos, tu vigor no llegará bien a la cabeza y eso se traspasará en pensamientos negativos, confusión, dispersión, etc.
La terapia de movimiento, en especial la bioenergética, una de las técnicas que la componen, tiene diversos ejercicios para liberar el cuerpo de tensiones. No obstante, hay uno que me gusta en especial, porque te pone en contacto con tu malestar y su sentimiento reprimido a través de la reactivación de la energía vital.
Puedes ver cómo practicarlo en este vídeo:
2. Liberación de las emociones
Todos los sentimientos tienen una manifestación corporal. Por ejemplo, la tristeza tiene las lágrimas; el miedo puede provocar que huyas corriendo o decidas “luchar”; y la rabia provoca que tengas ganas de gritar o golpear.
Cuando no quieres manifestar tus sentimiento, ya sea porque lo reprimes o porque no estás en el entorno adecuado, tienes que tensar el cuerpo
Es decir, si no quieres gritar ante un enfado, tendrás que apretar la garganta o la mandíbula. Si lo repites a menudo, esa tensión se volverá crónica y provocará que el flujo de la fuerza energética disminuya.
Para que eso no ocurra, debes sentir las emociones, dejar de controlarlas, vivirlas con toda su intensidad. Y, a partir de ahí, encontrar una forma para expresarlas que sea saludable.
Por ejemplo, en el caso de un enfado, tendrás que buscar cómo conseguir que tus límites no sean traspasados, ya que esa es la función de la rabia: advertirte cuando algo está molestando.
No obstante, a veces el control emocional se ha hecho durante tanto tiempo que las emociones dejan de percibirse. En ese caso, lo mejor es atender al cuerpo porque, al reconocer las sensaciones o posturas que tomas, los sentimientos guardados acaban apareciendo.
Experimenta…
Para que puedas experimentarlo en casa, puedes practicar el ejercicio del audio de más abajo. Es una actividad de movimiento libre. Busca un momento en el que estés a solas, sin interrupciones. Solo tienes que escuchar las instrucciones y dejarte llevar por los movimientos improvisados que surjan.
Con esta actividad, podrás identificar la postura corporal que mantienes y reconocerás cómo te sientes cuando te proteges de esa forma.
Al terminar, te recomiendo que escribas lo que has sentido; si lo necesitas, encuentra cómo podrías darle una salida a ese sentimiento también.
3. Movimiento constante
Si tuviera que escoger una sola de las características que dan vitalidad, escogería esta. Sobre ella, se sustentan todas las demás.
Para salir de la rigidez, es imprescindible darle movimiento al cuerpo. Todo lo que está vivo se mueve; incluso las plantas, que no pueden salir de donde están arraigadas, giran sus hojas en dirección al sol.
Sin embargo, los humanos cada vez nos estamos acostumbrando a una vida más sedentaria.
Cogemos el coche para ir a cualquier lugar y esperamos aparcarlo en la puerta. Niños y adultos pasamos 8 horas sentados, trabajando bien quietos. En casa, volvemos a acomodarnos en el sofá o en sillas. Siempre usando las mismas posiciones, sobre-estimulando los mismos músculos y atrofiando los que permanecen quietos.
Así, es lógico que lleguemos a la vejez con tensiones crónicas que detendrán la sensación de vitalidad.
Movimiento constante
Sin embargo, cuando nos ponemos en marcha y nos activamos, nos predisponemos para salirnos de la norma, enfrentarnos a nuevas situaciones o emociones. Y, también, damos espacio al oxígeno o las nuevas ideas.
Hay muchas formas de aplicar el movimiento constante en tu vida. Estos son algunos ejemplos:
- Aparca el coche antes y camina 15 minutos hasta tu destino.
- Siéntate sobre una pelota de pilates, que te obligará a mantener el equilibrio.
- Usa siempre las escaleras y olvídate de las mecánicas o del ascensor.
- Baila.
- Haz paradas cada hora en el trabajo para estirar los brazos, las piernas y el cuello.
- Si estás en una empresa, ves al baño más lejano o da un paseo breve en tus descansos.
- En casa, siéntate en el suelo; la incomodidad hará que busques nuevas posturas.
- Salta siempre que tengas ocasión.
- Usa un parque infantil para divertirte tú también.
- Inventa nuevas maneras para moverte todo lo que puedas.
4. Respiración fluida
El oxígeno es el primer combustible para tus células. Por lo tanto, para que tu cuerpo funcione de maravilla necesita llenarse de todo el que los distintos órganos, músculos y huesos demandan.
Sin el carburante necesario, al cuerpo le ocurre lo mismo que un coche: no arranca.
El problema es que la mayoría de adultos tenemos la respiración deprimida. Es decir, nos hemos acostumbrado a coger el aire imprescindible para seguir con vida, pero no nos llenamos de él.
Haz la prueba ahora. Pon una mano sobre tu pecho y otra sobre el vientre. No controles tu aliento, solo percíbelo.
¿Por dónde coges el aire? ¿Por el vientre o por el pecho? ¿Cuál de las dos manos se mueve más? ¿Hay alguna que esté inmóvil todo el rato?
Una inspiración completa empieza en el vientre, pasa por el pecho y llega hasta la garganta
¡Exhala!
La exhalación hace el recorrido inverso: garganta, pecho y vientre. Por lo tanto, en el ejercicio anterior, ambas manos tendrían que moverse de forma rítmica.
El motivo por el que anulamos la respiración es sencillo: queremos dejar de sentir.
Por lo tanto, cuanto más hayas contenido tus sentimientos, menor será tu capacidad respiratoria.
La buena noticia es que este estado se puede revertir: solo tienes que dedicarte unos minutos al día para practicar las respiraciones completas que te he explicado antes.
No es necesario que te sientes a meditar. Puedes hacerlo mientras te duchas, lavas los platos, trabajas o te dedicas a cualquier actividad que no requiera tu atención exclusiva.
Es posible que aparezca algún sentimiento. Si te ocurre, recuerda lo que te he contado antes: lo importante es sentirlo y buscar cómo exteriorizarlo. Así, podrás comprenderlo.
5. Alimentación saludable
Por último, quiero añadir una característica en la que no soy una experta, pero sí he vivido por propia experiencia.
La alimentación saludable está en la misma línea del combustible que usan tus células. Si no les aportas los nutrientes necesarios, no tendrán energía para realizar sus funciones básicas.
En cuanto a este aspecto, hay muchas corrientes distintas. Para salir de dudas acerca de cuál es mejor, es imprescindible que escuches a tu cuerpo para saber qué es lo que te sienta bien a ti.
Pero hay dos recomendaciones que se usan en casi todas las dietas: más vegetales y menos azúcar refinado.
Los vegetales te aportan las vitaminas y los minerales imprescindibles. El azúcar te da un gran pico de energía en cuanto lo tomas, pero ese vigor termina pronto y te deja exhausto.
Si crees que debes mejorar este tema, puedes consultar algunas de las recetas de La Cocina Alternativa.
Recupera la vitalidad sólo con unos minutos al día
Según mi experiencia, para hacer cualquier cambio en tu vida, lo mejor es empezar por lo básico e ir consolidando hábitos antes de incluir nuevos.
Aprendí esto cuando decidí ser vegetariana por segunda vez.
La primera lo hice de la noche a la mañana: al mediodía comí un bocadillo de lomo y, por la noche, empecé la nueva dieta. Al cabo de unos meses, volví a la carne.
Unos años más tarde, decidí integrar el vegetarianismo de nuevo. Pero lo hice por partes, reduciendo platos carnívoros e introduciendo nuevas recetas 100% vegetales. Desde entonces, llevo 6 años sin comer animales.
Recupera
Para que tengas una dirección clara que seguir en la recuperación de tu vitalidad, te recomiendo una rutina corporal.
Al principio, sólo tendrás que dedicarle 5 minutos al día. Con estos 5 minutos, podrás liberar tus emociones reprimidas, aliviar tensiones corporales, aumentar tu flujo respiratorio y, además, te predispondrá a moverte más en tu rutina.
Cuando tengas el primer ejercicio consolidado, podrás alargarla.
Hasta aquí, te he dado las claves que necesitas para recuperar tu vigor y te he recomendado una opción para aplicarlas en tu vida. No obstante, tú eres el responsable en tu transformación.
Si quieres volver a sentirte cargado de energía, tienes que pasar a la acción y mover tu cuerpo.
Por último, si te apetece descubrir más ejercicios de terapia de movimiento para aliviar tus tensiones y liberar emociones, tengo un regalo para ti. Puedes acceder al curso gratuito Primeros pasos para escuchar tu cuerpo.
Ahora te toca a ti.
¿Tienes alguna duda? ¿Cuánta vitalidad tienes? ¿Tienes algún truco para aumentar tu energía? Sigamos la conversación en los comentarios.
Sobre la autora: Núria Gallego Carbonell
Hace unos años, el dolor de cabeza, los cólicos menstruales y la ansiedad me perseguían. Todo cambió cuando aprendí que tenía todas las soluciones dentro de mí.
Mi cuerpo sabía qué necesitaba para superar mis malestares. Sólo tenía que detenerme a escucharlo. Para ello, la Terapia de Movimiento y la Escritura fueron mis dos herramientas básicas.
Si te apetece, puedo acompañarte en tu proceso de autoconocimiento. Suscríbete en mi web y te regalaré el curso Primeros pasos para escuchar tu cuerpo.
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1 agosto 2017 13:11
¡Hola!
Muchas gracias al equipo de El blog alternativo por permitirme aportar mi visión en esta magnífica web.
Desde aquí, me pongo a disposición de los lectores para resolver las posibles dudas que hayan quedado.
Un abrazo.