Marcadores inflamatorios de enfermedad cardiovascular

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Corazon - Marcadores inflamatorios de enfermedad cardiovascular

El término “inflamación” está de moda cuando se habla acerca de las causas de las enfermedades cardíacas. Existe una cuestión importante que muchos médicos dejan escapar: “¿Cuál es la primera causa que provoca la inflamación en los tejidos que se encuentra alrededor del corazón?”. Las principales razones se resumen en estas tres moléculas: homocisteína, insulina y azúcar, todas ellas compiten por ser las “mejores” en cuanto a la producción de radicales libres.

4 causas de inflamación en el sistema cardiovascular

Generalmente, una casa no se incendia espontáneamente, debe haber algo que provoque el fuego. Partiendo desde este ejemplo, imagina que tus vasos sanguíneos y tu corazón inflamados son como una casa en llamas, pueden entrar camiones de bomberos y agua, pero el fuego no sale de la casa. Esto es porque el incendio de la casa ha surgido de una línea de gas reventada que continúa alimentando el fuego. La inflamación en tus órganos podría tener un origen similar.

Podemos hablar de urticaria, dolor en las articulaciones, síndrome del intestino irritable (SII), alteración hormonal o enfermedad cardiovascular. Una forma de paliar los efectos pueden ser los suplementos alimenticios, que ayudan a mejorar los síntomas, pero, a largo plazo, lo verdaderamente importante es conocer la raíz del problema, en este caso el de la inflamación.

1. Homocisteína

Los niveles altos de homocisteína son una de las principales causas de enfermedades cardiovasculares, entre ellos destacan: los radicales libres, el accidente cerebrovasculary la enfermedad mental. Cualquiera de estas molestias o problemas podría provocar deficiencias de vitaminas B6, B12 y folato. Además, hay un componente genético en los niveles de homocisteína, ya que en las familias con antecedentes de muertes cardíacas repentinas, la homocisteína alta puede ser una de las causa principales.

¿Qué hace que la homocisteína sea tan mala? Su forma. Puedes imaginar una bola medieval con púas, eso sería la homocisteína, piensa ahora en esa bola navegando junto a la sangre en tus vasos sanguíneos blandos. A medida que avanza, raspa el interior causando daños, ¿qué tipo de daño? Volvemos a un ejemplo más visual: piensa que te caes en medio de la calzada y tus rodillas se despellejan debido a la grava, eso es lo que le sucedería en el interior de tus vasos.

Este es el comienzo de la inflamación y la formación de placa. Tu sistema inmunológico percibe ese daño y comienza a repararlo formando una especie de “costra”. Esto es, los glóbulos blancos y el colesterol aparecen en escena para “pavimentar” el daño ocasionado.

¿Cuáles son los niveles normales de homocisteína? La investigación dice que algo menos de 6 a 7 umol / L es la cantidad idónea. Consúltalo con tu médico para garantizar que tus niveles de homocisteína están dentro del rango deseado. La buena noticia es que están disponibles suplementos para bajar la homocisteína con dosis adecuadas de vitaminas del complejo B, incluidas B6, B12 y ácido fólico, pueden reducir los niveles de homocisteína de manera muy eficaz y económica. De hecho, el consumo de una forma activada o metilada de estas vitaminas del grupo B puede ser más eficaz.

2. Insulina

Es necesaria, en cantidades normales, para mover la glucosa, la forma de azúcar del cuerpo. La insulina se dirige hacia cada célula para producir energía. Sin embargo, debido a la dieta occidental, que cada vez tiene más presencia de productos procesados y altos en carbohidratos, los niveles de insulina se disparan. Las cantidades elevadas de insulina se vuelven ineficaces porque solo se puede introducir cierta cantidad de azúcar en una célula antes de que se sobrecargue. A esto se le llama resistencia a la insulina.

El exceso de insulina indica a otras moléculas que cambien. Por ejemplo, en los hombres, la testosterona puede cambiar a estrógeno y, a la inversa, en las mujeres, el estrógeno se convierte en testosterona. Estos cambios hormonales crean una serie de problemas y resultados de inflamación. Obviamente, reducir el azúcar reducirá la producción de insulina.

Existen varios suplementos que pueden ayudar a mejorar la sensibilidad a la insulina, pero debes recordar que estos productos no se deben complementar con una mala alimentación. Es decir, tomar suplementos no es la respuesta a la resistencia a la insulina a largo plazo, ya que es necesario un cambio de estilo de vida. Sin embargo, a medida que realizas los cambios necesarios, se ha demostrado que el ácido alfa-lipoico, el almidón resistente y la berberina mejoran la resistencia a la insulina.

3. Dietas de azúcar y carbohidratos

El azúcar y los alimentos ricos en carbohidratos están por todas partes. Además, muchos de los productos que se comercializan en los supermercados habituales de los países occidentales se consideran “saludables”, aunque realmente llenos de calorías vacías, carbohidratos y azúcar. Por ejemplo, la típica barra de granola o el yogur, cada uno de estos alimentos podría llegar a tener hasta 30-40 gramos de azúcar y carbohidratos.

El Instituto de Medicina recomienda que los adultos consuman 130 gramos de carbohidratos al día en una dieta saludable. Pizza, pasta, cualquier cosa empanada, picatostes o un panecillo con su hamburguesa incluye carbohidratos innecesarios, desprovistos de nutrición. Cabe destacar que también los “cereales integrales” están cargados de carbohidratos y, en algunas personas, no son la mejor opción.

Esta dieta alta en carbohidratos y/o azúcar, también conocida como SAD, es responsable del aumento de la diabetes, las enfermedades cardíacas y la obesidad en muchos países.

Si se derrama un refresco en el mostrador y lo dejas así durante un par de días, este queda tan pringoso como tu cuerpo cuando ingieres azúcar. Se adhiere a las células, haciendo que estas no puedan comunicarse correctamente. El azúcar también se pega a los glóbulos rojos, lo que los hace menos efectivos a la hora de transportar oxígeno a las células del corazón y otros órganos. Además, con el tiempo, el azúcar daña los pequeños vasos de ojos, riñones, corazón, manos y pies, como en la diabetes. Un sistema vascular saludable no solo es necesario para el buen funcionamiento del corazón, todos los órganos dependen del oxígeno para producir energía.

Lo pegajoso del azúcar suele estar vinculado con la raíz inflamatoria. Por lo tanto, para no caer en este error, la forma de salir de los niveles altos de insulina y azúcar es consumir más proteínas magras y verduras y menos dulces y alimentos procesados.

Puede que las recomendaciones dietéticas sean confusas, pero la dieta mediterránea aparece en todas las quinielas, ya que se trata de la menos controvertida. La atención principal se centra en las proteínas magras y deberías completar la mitad de tu plato con verduras y una pequeña porción de cereales integrales o patatas. Esta dieta se asocia con un riesgo general más bajo de enfermedad cardiovascular.

4. Radicales reactivos

Cada una de las tres moléculas mencionadas anteriormente (homocisteína, azúcar e insulina) crea los llamados radicales libres. Estos causan daño y estrés dentro y fuera de las células de todos los vasos del corazón, como se mencionó anteriormente sobre la creación de placa. También hay un efecto sobre la producción de óxido nítrico que permite que los vasos se mantengan flexibles, sin esta flexibilidad se produce hipertensión.

Por lo tanto, este daño oxidativo debe repararse, para ello, tu sistema inmunológico se involucra creando moléculas inflamatorias y reparadoras. En cambio, si sigue aumentando el número de radicales libres que dañan tu organismo, debido a las continuas malas elecciones de estilo de vida, la inflamación se hace cargo y la reparación no ocurre. Esto hace que se convierta en un círculo vicioso y tu salud empeore.

En resumen, las moléculas inflamatorias crean radicales libres que a su vez crean más moléculas inflamatorias o citocinas (TNF-alfa, NF-kB y muchas interleucinas). Las citocinas actúan para dañar los vasos y lo preparan para una mayor producción de placa cardiovascular, insuficiencia cardíaca y otras miopatías vinculadas a la salud y bienestar del corazón, que se pondría en peligro si no se siguen unos parámetros saludables.

La respuesta a todos estos radicales libres que causan oxidación son los antioxidantes tradicionales. La vitamina A, la vitamina C o el resveratrol del vino tinto y las antocianinas son algunos de los compuestos a los que puedes recurrir, ya que poseen un potente efecto antioxidante. Hay otros como los flavonoides o los polifenoles que se encuentran en las frutas de color púrpura oscuro (arándanos y moras), estos también pueden ayudar al cuerpo a combatir el daño. Puedes encontrar varios suplementos que son ricos en estos antioxidantes.

Conclusiones

La salud de tu sistema cardiovascular depende de la limpieza y flexibilidad de tus vasos sanguíneos. Esos son los encargados de mover oxígeno y nutrientes por todo tu cuerpo. En última instancia, la forma de controlar estas moléculas y radicales comienza con un cambio en la dieta que incluye proteínas magras y muchas verduras. De hecho, el 80% de los buenos resultados de salud tienen que ver con nuestras elecciones de estilo de vida.

A medida que cambia (y mejora) tu dieta, se producen menos moléculas inflamatorias y tu organismo recobra un aspecto más saludable. Una vez que hayas reducido estas moléculas, se producirá menos inflamación en tus órganos y se crearán menos radicales libres.

Referencias

  1. Bartekova, M., Radosinska, J., Jelemensky, M., & Dhalla, N. S. Role of cytokines and inflammation in heart function during health and disease. Heart Failure Reviews. 2018;23(5):733-758.
  2. Ganguly, P., & Alam, S. F. Role of homocysteine in the development of cardiovascular disease. Nutrition Journal. 2015;14(1):6.
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  6. Markišić, M., Pavlović, A. M., & Pavlović, D. M. The Impact of homocysteine, vitamin B12, and vitamin D levels on functional outcome after first-ever ischaemic stroke. BioMed Research International, 2017, 5489057.
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2 Responses

  1. Formación online

    6 marzo 2021 14:18

    Muchas gracias por este post, aún estoy estudiando y no me quedaban muy claros los marcadores inflamatorios de las enfermedades cardiovasculares, pero ahora ya no tengo ninguna duda. Ha sido un gran artículo.

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