El impacto de las mascotas en el medio ambiente

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El perro o el gato que tenemos en casa y que es nuestro mejor amigo, es también una fuente de contaminación. No directa, pero sí por la producción de su alimento y de otros productos necesarios para asegurar su bienestar. Vamos a ver con más detalle cuál es la situación y qué impacto tienen las mascotas en el medio ambiente.

La huella ecológica de las mascotas

Muchas personas se quedan con la boca abierta cuando leen en internet, a golpe de clic, que un perro que pese entre 10 y 20 kg dejará una huella de carbono tras de sí de entre 9 y 17 toneladas de CO2. Esto es lo que pueden llegar a contaminar dos coches en un año, por lo que la cifra no puede tomarse a la ligera.

La huella de carbono se produce por algo muy sencillo: los animales necesitan alimentarse. Si tomamos como referencia de nuevo el perro del que hemos hablado, este necesitará una extensión cercana a una hectárea para producir su media diaria, la cual estará compuesta de 90 gramos de proteína y 210 de cereales.

Para la producción de estos alimentos es necesario consumir agua, emitir gases nocivos para su elaboración y transporte y otras acciones que acaban perjudicando seriamente a la naturaleza.

Es más, un estudio de Gregory Okin, de la Universidad de California estimó que si las mascotas formaran una sola nación, esta sería la quinta más contaminante de todo el planeta.

Diferencias entre países

Lo cierto es que estas cifras son reales, pero también hay que tomarlas con algo de precaución. Por ejemplo, son muchos los países, la mayoría, en los que los piensos se producen con subdesechos del procesamiento de alimentos humanos.

Es decir, buena parte de la huella de carbono que se genera es consecuencia en primera instancia de la alimentación humana, por lo que habría que rebajar una parte considerable de las emisiones que se achacan a los animales de compañía.

Esto cambia entre países. Cada uno cuenta con sus normativa en la producción de piensos. Es más, uno de los países más contaminantes en este sentido es Holanda, ya que el gobierno obliga a que se críen animales específicamente para producir la proteína que consumen las mascotas.

Lo anterior contrasta con otros países que incluyen más restricciones y permiten el uso de proteínas de diversos orígenes. Por ejemplo, un perro japonés contamina mucho menos que uno de Holanda, ya que la producción de su pienso se lleva a cabo de forma diferente.

¿Cuál es la solución?

Los expertos han llegado a la conclusión de que, si se quiere reducir al máximo posible la huella de carbono personal, tener una mascota es imposible. Sin embargo, el papel de los animales de compañía es fundamental para muchos, por lo que hay que tener en cuenta la existencia de otras posibles soluciones.

Una de las que más éxito ha tenido en los últimos años ha sido la creación de piensos con proteínas alternativas. Especialmente interesantes son los que provienen de insectos, ya que el procesamiento de estos pequeños animales es menos dañino en términos ecológicos que el de carnes más convencionales.

Asimismo, hay personas que han intentado alimentar a sus mascotas con piensos veganos y similares. Esto debe hacerse con la supervisión de un veterinario y con mucho cuidado, ya que tanto perros como gatos necesitan carne para estar sanos.

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