
El pasado 13 de noviembre se cumplió el 7º aniversario de la catástrofe del Prestige. El Prestige era un buque monocasco que acabó hundido a 250 kilómetros de la costa gallega e iba cargado con unas 77.000 toneladas de fuelóleo (residuo pesado producto de la destilación del petróleo crudo de difícil eliminación) de las cuales se volcaron unas 63.000 toneladas.
La marea negra provocada por este accidente tuvo una especial incidencia en Galicia, pero afectó a una zona comprendida desde Portugal hasta las Landas en Francia y ha sido considerada como una de las más graves catástrofes ambientales acaecidas.
El Prestige procedía de Letonia, con bandera de Bahamas e iba rumbo a Gibraltar, donde esperaba nuevas órdenes. Operar bajo las banderas de este tipo de países, comunmente conocidas como banderas de conveniencia, permite eludir el cumplimiento de unos estándares mínimos de seguridad, así como los derechos laborales, sociales y sindicales de los trabajadores empleados en el buque, ya que en un barco impera la legislación de la bandera bajo la que navega.
Parece ser que en este caso gran parte de la tripulación era filipina, con muy pocos derechos sindicales y muy mala preparación.
Tal vez un primer paso para evitar este tipo de catástrofes sería acabar con estas banderas de conveniencia, de tal manera que se pudiera imputar a cada actor (Armador, Sociedad, Capitán, etc.) la responsabilidad que le pertoca.
Las consecuencias del vertido fueron tanto la disminución de la biodiversidad de flora y fauna en las aguas y costas afectadas así como el cambio de la misma (de especies más resistentes a otras menos resistentes).
Una vez más la codicia humana provocó el sufrimiento y la desaparición de numerosos especímenes, tanto directa como indirectamente (por ejemplo debido al consumo de plancton).
La respuesta de la sociedad civil fue espectacular: pescadores, mariscadores y voluntarios se unieron en las tareas de limpieza. Se creó la plataforma NUNCA MAIS, que organizó numerosas movilizaciones, al igual que se organizaron manifestaciones multitudinarias para exigir responsabilidades de la catástrofe.
Seria bueno no olvidar lo que pasó, al igual que convendría presionar para evitar que estos desastres vuelvan a ocurrir, uniendo nuestros esfuerzos por ejemplo para pedir la abolición de las banderas de conveniencia, presionando a los políticos, para que legislen en favor del medio ambiente al margen de intereses económicos.
Más Información: Ecologistas en Acción
15 diciembre 2009 15:34
Es esperanzador ver, que cuando realmente nos necesitan, los ciudadanos anónimos arrimamos el hombro:
– Miles de limpiadores en el Prestige.
– Madrileños ayudando en el 11M.
– Manifestaciones antiterroristas.
Debajo de nuestra máscara artificial, está el generoso y verdadero ser.
¡Hay que sacarlo a pasear más a menudo, incluso en los buenos tiempos!
17 octubre 2012 11:12
y 10 años después
http://consumesoteconsumen.blogspot.com.es/2012/10/empieza-el-juicio-del-prestige-10-anos.html