La mayoría de nosotras hemos sido educadas desde el exterior y, productos de una sociedad exigente y condicionada, por el camino debimos elegir entre habitar nuestro cuerpo o vivir en la mente. Al final, la mayoría optamos por habitar en la mente o dejar que la mente nos habitara a nosotras. Pero el cuerpo es uno de los grandes territorios que habitar, es el trampolín para colocarnos en el mundo y ancladas en nuestro propio espacio interior, comenzar a caminar sobre nuestros pies en el espacio exterior. Para mi, una revolución muy interesante que deseo compartir con todas las mujeres.
