
A mayores y pequeños nos encanta la blanca Navidad, con paisajes blancos que parecen sacados de una postal o de un cuento. Y aunque el verano es la temporada en la que generalmente aprovechamos para hacer turismo, el invierno también tiene su encanto. En invierno podemos hacer turismo sin tantos agobios, disfrutar de un paisaje diferente o de lugares acogedores.
Desde Holidu, el buscador de alquileres vacacionales, nos ofrecen un recorrido de fin de semana por las 3 ciudades europeas más blancas, en las que la nieve se convierte en protagonista. Se han seleccionado aquellas ciudades europeas en las que nieva más días durante el invierno.
Descubre las visitas más interesantes, las actividades más divertidas y degusta lo mejor de la gastronomía local en Helsinki, Tallin y Vilna.
1. Helsinki (Finlandia), la ciudad más blanca

La capital finlandesa es la más blanca y, también, la más divertida. Tiene mucho que ofrecer a los turistas que la visitan en invierno.
Por la mañana, cuando la nieve aún está fresca, es el momento de hacer fotografías inolvidables. Finlandia es sinónimo de buen diseño, y la ciudad de Helsinki es una digna representante. Alberga el Museo del Diseño, uno de los más antiguos del mundo.
A la hora de la comida no dejes de probar los tres platos típicos de la gastronomía finesa: el Lohikeitto (sopa con salmón nata y patatas), el Kalakukko (pastel de pescado) y el Graavi Lohi (Trucha). Acertarás si acudes a los restaurantes Lappi o Ravintola Kuu.
Los finlandeses tienen un trineo de plástico llamado «pulkka», se encuentra en cualquier tienda por 10€. Te servirá pra pasar la tarde de lo más divertido en los parques de la ciudad.
Más tarde disfruta de la arquitectura local, como la Estación Central, un edificio de piedra al estilo art Nouveau finlandes flanqueado por cuatro esculturas gigantes.
Acaba el día sin estrés y sin toxinas gracias al contraste frío-calor. Una buena opción es la imponente Sauna Löyly. Otra opción es darse un baño a orillas del Mar Báltico en la Piscina Allas, junto al puerto.
Al día siguiente experimenta con un paseo sobre el Mar Báltico helado, concretamente en el área alrededor de la isla de Seurasaari.
¿Necesitas emociones más fuertes? Acude a la playa de Kasinonranta, el mejor lugar para practicar Snowkite, una excitante combinación entre el snowboard y el kitesurf.
Si quieres parecer un verdadero finés, no te olvides de tomar un buen café caliente. Te recomendamos probar los deliciosos dulces finlandeses, como los que ofrecen en Karl Fazer Café.
2. Tallin (Estonia), magía en el mar Báltico

Tallín es el centro cultural y la capital de Estonia. Resulta mágica para disfrutar de un fin de semana romántico. Junto al Mar Báltico, la ciudad se viste de blanco en esta época del año.
Merece la pena visitar el caso antiguo, especialmente en la época navideña. Puedes terminar el paseo frente a la impresionante Catedral Alexander Nevsky para fotografiarla bajo el manto blanco y visitarla.
Para comer te recomendamos el restaurante Rataskaevu16, acogedor y romántico y con carta en castellano, un valor añadido. Después, acércate al Recinto del Festival Estonio de la Canción, que se transforma cada año en un centro de actividades deportivas: snowboard, esquí, deslizarte en trineo…
Por la noche disfruta de los mercados locales y atrévete a probar el vino caliente (si, has leído bien). Uno de los más importantes es el Mercado de Raekoda Plats, frente al ayuntamiento.
El segundo día está dedicado a los golosos, en la Galería de Diseño y Arquitectura se celebra el «Gingerbread Mania» (En inglés, obsesión por el pan de jengibre). Celebración que reúne a todo tipo de artistas para modelar espectaculares esculturas de pan de jengibre.
Aprovecha la tarde para visitar lugares interesantes y divertidos a las afueras de la ciudad. El Museo al aire libre de Estonia es una reproducción a tamaño natural de un pueblo tradicional rural pesquero estonio del siglo XVIII y Viikingite Küla es una aldea vikinga con actividades para toda la familia, desde el tiro con arco a la pesca de la trucha.
3. Vilna (Lituania), para los amantes de la arquitectura medieval

La ciudad de Vilna destaca por su arquitectura y su casco histórico medieval fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994.
Comienza disfrutando de su bella arquitectura, como la Iglesia de Santa Ana, en el centro histórico. Es uno de los emblemas de la ciudad y sus ladrillos rojizos son un bonito contraste al blanco de la nieve.
En Vila también tiene cabida el arte urbano más reciente. Un ejemplo es el popular graffiti que representa un beso entre Trump y Putin.
Después de comer, puedes visitar el el Museo Nacional de Arte de Lituania y familiarizarte con la historia artística local.
Para acabar el día, no hay nada mejor que od “užkandžiai prie alaus”, una tradición lituana que viene a decir: cada vez que te tomes algo de picar ¡tienes que acompañarlo con una cerveza!
Durante el segundo día, cambia de país sin hacer muchos kilómetros ¡Es hora de acercarse a la República de Užupis! Es el barrio bohemio de Vilna,tiene su propia bandera, constitución y hasta políticos. Todo un descubrimiento.
Por la tarde, algo de movimiento ¿Esquí o snowboard? En Liepkalnis puedes hacerlo sin tener que abandonar la ciudad. Por la noche no dejes de disfrutar de un hermoso atardecer, ya que se trata de una de las zonas más elevadas de Vilna.