¿Tauromaquia y Vida?

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toro - ¿Tauromaquia y Vida?

«Ya se presenta la noche,
la tarde de hoy se ha agotado,
la luna asoma por el cielo
y una multitud enloquecida
que pidiera su muerte, despiadada,
sin darle importancia a esta historia,
se aleja con rumbo a casa,
a continuar la diversión en otra plaza
y a tomar la merienda acostumbrada.

De entonces yo siempre miro,
como imagen fantasiosa,
las negras fauces abiertas
de aquel burel mal herido,
ocultándose en las ondas
de los giros y las capas,
para concluir sus andanzas
muerto en el ruedo del coso»
Roberto Reyes Cortes

El mundo del toro ha saltado al ruedo político y en Cataluña se discute sobre la prohibición de las corridas de toros tras una iniciativa popular que recogió 180.000 firmas y de la que hablamos en este post, junto con las encuestas mayoritariamente antitaurinas.

En el debate, que se puede seguir aquí y aquí, se esgrimen argumentos distintos: unos defienden la tradición, el arte, la catarsis del público, la bravura del toro, su condición de animal nacido para morir luchando y su supuesta resistencia al sufrimiento, y otros denuncian el sufrimiento del animal, la tortura a la que se le somete, la incompatibilidad con la modernidad, la justicia animal y la Ética.

El ocio y la cultura es un buen baremo para tomar el pulso a una sociedad y vislumbrar sus valores y el respeto que le merecen otros seres vivos, y su grado de evolución, siguiendo la definición de Gandhi: “La grandeza de una nación y su progreso puede medirse en cómo trata ésta a los animales”.

¿Tauromaquia y Vida?. La viñeta de El Roto radiografía lo que esconde el brillo de la fiesta, MUERTE. Detrás del negocio, de los aplausos, del mito del torero, cuando la plaza se queda vacía, lo que queda es sangre y dolor.

Hay y ha habido muchos ejemplos de culto a la muerte, pero los nuevos tiempos caminan en una dirección donde la compasión prima sobre la adrenalina artística y los derechos sobre el especismo.

La reflexión es ¿a qué queremos que rinda culto nuestra sociedad? ¿Vida o Muerte?

Y esta es la poesía que nos manda el lector Roberto Reyes Cortes, de quien ya publicamos este texto, desde Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, titulada «El Toro»:

EL TORO

Son las cinco de la tarde
Cumpleaños es del patrono
que hace medio siglo viera
en esta ciudad, luz primera.

Tarde azul de primavera,
el festejo es a lo grande,
sus galas viste la gente,
cielo rojo, aire violeta,
en la plaza la coleta.

El mejor de los carteles
se presenta en esta feria,
el pueblo está encantado,
se lidian toros a muerte
que hace cinco años nacieran,
de vacas muy encastadas
en la finca ganadera.

Fueron becerros hermosos
hijos del toro “El Catrino”
un semental cornifino
traído desde Ensenada
para cargar la vacada.

Fuertes, sanos, poderosos,
crecen libres en potreros
de pastos y zacatales
que fueran algodonales.

Se mojan en los riachuelos
de corrientes humedales,
descansando entre las frondas
de sabinos y cedrales
para jugar con las ramas
de canelos y manglares.

Una mañana de Enero,
regios sus cuerpos miraron
retratados en las aguas,
entre el croar de las ranas
que admiraron su trapío,
justo en las aguas del río.

Y con sorpresa descubren
que la edad de la ternura
el tiempo se la ha robado
y en su lugar ha dejado
La fuerza, el poder, el valor,
Y de pronto se miraron
plenos machos, bien armados
cornilindos amarrados
para liza o el combate.

Son las cinco de la tarde
del domingo bullanguero,
la plaza está repleta;
la música de la orquesta
con sus sones y canciones
y la gente se alebresta,
en esta hora funesta.

Se abre del toril la puerta,
y cual saeta florida
adornada con listones,
asoma la negra testa
aturdida por aplausos,
de una multitud asombrada
frente a una lanza de acero,
hundida, al cuello clavada.

Exclamación explosiva
la de la gente de fiesta
cuando atina su mirada
en el toro tan hermoso,
que lanza fuerte envestida
al torero que en desplante,
valiente y con gran talante
rinde su pecho y su vida.
frente a filosos puñales
enclavados en la testa.

La bravura del cinqueño
a toda la gente admira,
y parece que dijera
con un mugido espantoso,
cuando expulsada va al aire
su mirada enrojecida
de ira y dolor cargada,
al profundizarse la herida.

No te pido clemencia
Ni cuartel,
No tengo miedo,
No temblaré, ni tiemblo,
permaneceré impávido,
frente a la tercera estúpida estocada
y después al brutal final
del descabello

El toro astifino
enseña clavada en todo lo alto,
una espada de matar atravesada,
volteando sus ojos rojos de coraje
frente a la muerte que se acerca
despiadada.

Después de la feroz
tortura practicada
el miura azota en la arena
su figura
desmembrada,
batida por la sangre derramada.

Solo se escucha un ohhh, profundo.
Y el grito de toda la gente
Torero. torero, torero,
corre el cielo con estruendo,
para viajar a la dehesa,
a los campos del alcázar.

En aquella lejana provincia
de la estirpe bienamada,
en donde un día pastara
muy tranquila la manada.

Al sonido del clarín
azotando el aire frío,
dos mulas tiran sin brío
del cadáver del castaño,
hermosa bestia que fuera
vilmente asesinada,
quedando sola una
plaza plagada de ovaciones,
por el éxito de la faena terminada.

Ya se presenta la noche,
la tarde de hoy se ha agotado,
la luna asoma por el cielo
y una multitud enloquecida
que pidiera su muerte, despiadada,
sin darle importancia a esta historia,
se aleja con rumbo a casa,
a continuar la diversión en otra plaza
y a tomar la merienda acostumbrada.

De entonces yo siempre miro,
como imagen fantasiosa,
las negras fauces abiertas
de aquel burel mal herido,
ocultándose en las ondas
de los giros y las capas,
para concluir sus andanzas
muerto en el ruedo del coso.

Roberto Reyes Cortes

Vía viñeta: El Roto
Más información: El País 1, 23

En El Blog Alternativo: Artículos sobre TOROS
En El Blog Alternativo: Artículos sobre maltrato animal
En El Blog Alternativo: Otras viñetas de El Roto

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8 Responses

  1. Roberto Reyes Cortés.

    8 marzo 2014 20:38

    Parece que la prohibición de las corridas de toros prendió en todo el mundo, y ahora vemos por todas partes grupos anti taurinos que reprueban el maltrato animal. Es seguro que esta campaña por ser simplemente humana, tendrá el éxito esperado.

  2. Roberto Reyes Cortés.

    6 enero 2015 21:27

    Parece que la oposición en contra de las corridas de toros prendió en todo el mundo. Saludos y Feliz día de Reyes

  3. Roberto Reyes Cortés.

    29 septiembre 2015 21:02

    Marzo del 2010
    ROBERTO REYES CORTES.
    5º.REYES

    EL TORO.

    Son las cinco de la tarde
    Cumpleaños es del patrono
    que hace medio siglo viera
    en esta ciudad, luz primera.

    Tarde azul de primavera,
    el festejo es a lo grande,
    sus galas viste la gente,
    cielo rojo, aire violeta,
    en la plaza la coleta.

    El mejor de los carteles
    se presenta en esta feria,
    el pueblo está encantado,
    se lidian toros a muerte
    que hace cinco años nacieran,
    de vacas muy encastadas
    en la finca ganadera.

    Fueron becerros hermosos
    hijos del toro “El Catrino”
    un semental cornifino
    traído desde Ensenada
    para cargar la vacada.

    Fuertes, sanos, poderosos,
    crecen libres en potreros
    de pastos y zacatales
    que fueran algodonales.

    Se mojan en los riachuelos
    de corrientes humedales,
    descansando entre las frondas
    de sabinos y cedrales
    para jugar con las ramas
    de canelos y manglares.

    Una mañana de Enero,
    regios sus cuerpos miraron
    retratados en las aguas,
    entre el croar de las ranas
    que admiraron su trapío,
    justo en las aguas del río.

    Y con sorpresa descubren
    que la edad de la ternura
    el tiempo se la ha robado
    y en su lugar ha dejado
    La fuerza, el poder, el valor,
    Y de pronto se miraron
    plenos machos, bien armados
    cornilindos amarrados
    para liza o el combate.

    Son las cinco de la tarde
    del domingo bullanguero,
    la plaza está repleta;
    la música de la orquesta
    con sus sones y canciones
    y la gente se alebresta,
    en esta hora funesta.

    Se abre del toril la puerta,
    y cual saeta florida
    adornada con listones,
    asoma la negra testa
    aturdida por aplausos,
    de una multitud asombrada
    frente a una lanza de acero,
    hundida, al cuello clavada.

    Exclamación explosiva
    la de la gente de fiesta
    cuando atina su mirada
    en el toro tan hermoso,
    que lanza fuerte envestida
    al torero que en desplante,
    valiente y con gran talante
    rinde su pecho y su vida.

    frente a filosos puñales
    enclavados en la testa.
    II.

    La bravura del cinqueño
    a toda la gente admira,
    y parece que dijera
    con un mugido espantoso,
    cuando expulsada va al aire
    su mirada enrojecida
    de ira y dolor cargada,
    al profundizarse la herida.

    No te pido clemencia
    Ni cuartel,
    No tengo miedo,
    No temblaré, ni tiemblo,
    permaneceré impávido,
    frente a la tercera estúpida estocada
    y después al brutal final
    del descabello

    El toro astifino
    enseña clavada en todo lo alto,
    una espada de matar atravesada,
    volteando sus ojos rojos de coraje
    frente a la muerte que se acerca
    despiadada.

    Después de la feroz
    tortura practicada
    el miura azota en la arena
    su figura
    desmembrada,
    batida por la sangre derramada.
    Solo se escucha un ohhh, profundo.

    Y el grito de toda la gente
    Torero. torero, torero,
    corre el cielo con estruendo,
    para viajar a la dehesa,
    a los campos del alcázar.

    En aquella lejana provincia
    de la estirpe bienamada,
    en donde un día pastara
    muy tranquila la manada.

    Al sonido del clarín
    azotando el aire frío,
    dos mulas tiran sin brío
    del cadáver del castaño,

    hermosa bestia que fuera
    vilmente asesinada,
    quedando sola una
    plaza plagada de ovaciones,
    por el éxito de la faena terminada.

    Ya se presenta la noche,
    la tarde de hoy se ha agotado,
    la luna asoma por el cielo
    y una multitud enloquecida
    que pidiera su muerte, despiadada,
    sin darle importancia a esta
    historia,
    se aleja con rumbo a casa,
    a continuar la diversión en otra plaza
    y a tomar la merienda acostumbrada.

    De entonces yo siempre miro,
    como imagen fantasiosa,
    las negras fauces abiertas
    de aquel burel mal herido,
    ocultándose en las ondas
    de los giros y las capas,
    para concluir sus andanzas
    muerto en el ruedo del coso.

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