«Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez»
Gabriel García Márquez, Mago
No hace falta presentar al ser humano del que voy a hablaros hoy. Seguramente, todos conocéis aunque sea de oidas la obra de Gabriel García Márquez. Escritor y periodista, como a él le gusta que le denominen. Co-creador de uno de los mundos alternativos más maravillosos que el Arte ha conocido, el Realismo Mágico, Gabo, como le conocen prácticamente en toda Sudamérica, tiene Alzheimer.
Recuerdo todavía cuando leí por primera vez «Cien años de soledad». Estaba en la Universidad. Teníamos un profesor de literatura española especialmente relamido, comprometido hasta el fondo con su visión idílica de sí mismo. En aquella época, recuerdo que en mi círculo de «amigos que leían» descubrimos la literatura hispanoamericana gracias a los relatos de Cortázar. Los devoramos sin piedad, en lecturas nocturnas, diurnas y de cantina de bar universitario.
Un día, el citado profesor nos cazó en una de esas veces que preferíamos acudir al bar que a clase. Estábamos hablando apasionadamente sobre Borges y Cortázar: con la pasión de la juventud en canal, empeñados en elegir, sin saber que era posible quedarse con papá y con mamá. El presumido insufrible sonrió, levantó su mentón afilado y dijo…
«… todavía no han leído «Cien años de soledad», verdad?.
Será el libro que no olvidarán en toda su vida»
Pues no, no lo habíamos leído. Desde luego, nos lanzamos sobre él como hienas desbocadas.
Recuerdo que tardamos en leerlo. Nos costó a todos. Y hubo opiniones para todos los gustos. A mí me encantó. Descubrí que había una forma de crear mundos, de jugar a ser dioses, que podía lograr que la memoria fuera un depósito de universos sin fin.
Así comenzó todo, sí… con un joven con ansias de escribir.
Con el tiempo, «Cien años…» se ha convertido en un mito, como su autor. Y, como todos los mitos, ha perdido algo en el camino, y ha ganado mucho. Hacía tiempo que no oía nada de Gabo. Hoy me he desayunado con la noticia de que sufre los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
Desde luego, es una de las personas más queridas tanto en México, donde vive, como en su Colombia natal o en todo el continente. Su esposa está a su lado, y recuerda todo lo que él va olvidando. Y no hay tratamiento más efectivo que el amor. Como ya comenté en otro artículo, realmente no sabemos qué pasa en la mente de una persona con Alzheimer. Desde una perspectiva coherente con el paradigma cuántico, es posible que estén… en otros mundos.
¿Os imagináis? García Márquez, un creador de mundos tan excepcional… me encantaría saber lo que pasa por su cabeza en estos momentos. Obviamente, no hay que soslayar los duros momentos de «desconexión» con la «vida real», pero la otra parte… .debe ser fascinante para él. Seguro que es un aprendizaje inmenso. Y explica, como menciona la entrevistadora, esa sempiterna sonrisa que el escritor tiene en sus labios últimamente. Desde luego, es sólo una hipótesis… literaria.
Y una de las anécdotas que contaban al respecto ha hecho que me emocionara. Cuenta la periodista que le ha hecho la entrevista, que García Márquez no recuerda la palabra «libro», pero que sabe lo que es.
Sirva este artículo de homenaje a un escritor sublime, un periodista de raza… y un ser libre que, aún a contracorriente, ha defendido siempre sus ideas.
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