Hemos visto el arte como descondicionamiento, como reciclaje y concienciación medioambiental, como ejemplo de simplicidad total, como transmisor de mensajes, y ahora lo vemos como denuncia de la realidad.
El artista barcelonés Jaume Pitarch se ha inspirado en la matrioshka, la muñeca tradicional rusa, para reflejar las graves consecuencias del desastre nuclear de Chernóbil en 1986.
Esta muñeca despiezada se llama Chernóbil, denuncia los efectos de la radioactividad y formó parte de la bienal itinerante Manifiesta en Italia.
Desde luego, es una imagen poderosa y muy gráfica del horror al que puede llegar nuestra civilización y los engendros que se crean.