¿Quién dijo que las huertas eran lugares sucios, nada elegantes e incompatibles con una vivienda con estilo?
Una huerta es lo que nosotros queramos que sea y esta mini-huerta en un ático chic y zen de una gran ciudad nos demuestra que cultivar nuestros propios tomates para hacer una rica salsa casera y otras verduras se puede integrar dentro de cualquier tipo de decoración.
No hay muchas excusas: en los balcones, entre vecinos de forma compartida, en La Casa Blanca, para ecologistas, para cocinitas, para adultos, para niños, huertas rusticas o huertas de diseño.
Todos podemos poner una huerta en nuestra vida.
12 junio 2009 12:07
Pues qué chulada de huerto, no te entra el tractor ;) pero para la ensalada diaria y tener tus propias verduritas está muy bien.