Cinismo y Pasividad en la empresa: «Hoy cada uno se cree el protagonista de su propia vida»

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NIGEL NICOHLSON - Cinismo y Pasividad en la empresa: "Hoy cada uno se cree el protagonista de su propia vida"

«El progreso es el ensanchamiento de nuestra capacidad de elegir (…) Por eso las enfermedades mentales se han disparado y por eso también es más difícil cada vez dirigir en política y en la empresa»

«El cinismo y la pasividad son las actitudes habituales en las organizaciones humanas de nuestros días. Empezando por los líderes (…) Hoy los directivos llegan a las empresas no para concebir y realizar los mejores planes para el grupo, sino para que el grupo se convierta en el escenario donde ellos realizarán sus propios planes. El resto de la empresa son adversarios, aliados o irrelevantes»

«Intento que mis alumnos aprendan a reconstruir los valores de grupo (…) La gran paradoja es que el único modo de entenderte a ti mismo está en aprender a entender a los demás. Tienes que ponerte en sus zapatos y caminar millas con ellos»
Nigel Nicholson,
experto en comportamiento organizacional de la London Business School

Da igual que hablemos de un centro escolar, de un centro de salud o de una empresa de telecomunicaciones. Lo que Nigel Nicholson describe es el pan de cada día en muchas empresas, en muchos centros de trabajo que se rigen por el viejo paradigma, es decir, la mayoría.

Seguro que te suena ¿verdad?, esa historia donde los empleados de una empresa se dividen en:

  1. Aliados: ese grupo de confianza del jefe que están dispuestos a cualquier cosa por mantener su status y nunca dicen la verdad a su superior. No son críticos, bien por falta de criterio propio o bien por miedo a perder su silla. Lo «líderes» que se rodean de este tipo de gente son muchos. Para ellos la empresa es un escenario donde representar el papel protagonista y que el resto aplauda… cuando ellos digan… hasta que ellos digan.
  2. Adversarios: ese otro grupo que es el enemigo, sobre el que se puede ejercer maltrato o mobbing. En numerosos casos porque son más capaces que sus superiores y suponen una amenaza clara, son líderes natos, son capaces y normalmente tienen criterio propio y saben defenderlo en base a valores de honestidad e integridad. No interesan, amenazan el status quo, no aplauden… cuando el jefe manda… porque el jefe manda.
  3. Irrelevantes: el tercer grupo, el resto, los obedientes, los prudentes, los tímidos, los formales… todas esas personas que hacen posible que el trabajo salga adelante en la empresa. Iguales a los Adversarios pero que no se posicionan y pueden navegar siempre entre todas las aguas. Los que terminan remando en la trainera, como el del chiste.

Pero ¿donde quedan el grupo, el objetivo común, la estrategia colectiva, la capacidad, el don especial de cada uno que como un engranaje podría mover la rueda? En la nada, eclipsado por los grandes egos.

Recuerdo, en una ocasión, cuando un «líder» de una gran empresa dijo que él nombraba a sus directivos eligiendo a aquellas personas que se llevaría una isla desierta. Después de un tiempo tuvo que hinchar una zodiaz y desterrar a alguno que otro, no sin daños colaterales importantes para la organización, que años después, persisten.

Si, como jefes o líderes, sólo buscamos gente fiel y empática a nosotros obviando las capacidades de cada uno y la naturaleza del grupo así como el objetivo último que es que todos convivamos en el trabajo haciendo de la empresa un mundo mejor… ¿cómo se podrá evolucionar? Si un mundo diferente es posible, éste, pasará sin duda, porque nazca una empresa diferente con una manera de dirigir y gestionar radicalmente distinta.

Y cuando hablo de empresa también hablo de política, porque en definitiva, un Club Deportivo o un Partido Político son también empresas. Esperemos que enseñanzas como las de Nigel Nicholson sirvan para avanzar en el camino de una empresa y una política más éticas.

Esta es la entrevista que concedió a La Contra de La Vanguardia del 8-11-2010:

Tengo 66 años: la buena noticia es que en todos nuestros estudios, los sesentones parecen ser los más felices. Nací en Londres. Tengo un divertido hijo de ocho años. Ojalá el nuevo Gobierno británico esté algo más centrado. Dios es un camarero con demasiadas mesas que servir

Llevo 30 años estudiando comportamiento organizacional…

¿Qué ha aprendido?
Que hoy todo el mundo se cree un héroe en su propia vida y a menudo frente al resto de su grupo.

¿Por qué?
Tendremos que retroceder unos miles de años para entenderlo bien… ¿OK?

Ok.
En la tribu los dioses eran responsables de todo: de la lluvia, la cosecha, las guerras… Al individuo le quedaba rezar, y lo que no decidían los dioses por ti lo decidía la tribu.

Sólo había que ser uno más.
Tus líderes decidían por ti cuándo había que cazar, bailar, guerrear y morir por la tribu. Si obedecías, podías ser héroe en tu grupo. Y, además, la única alternativa era irse de la tribu, y ahí afuera acechaban las fieras.

La mayoría obedecía.
Pero hoy los dioses han muerto -o los hemos recluido en la conciencia de cada uno- y la tribu se ha convertido en una difusa administración burocrática y globalizada mientras cada vez uno tiene que decidir más cosas solo.

Por ejemplo.
Nuestros padres sólo podían rezar y resignarse a aceptar los hijos que Dios les enviara.

Hoy podemos decidir cuántos hijos, cuándo e incluso su sexo si quisiéramos.
No son elecciones menores.

Si nacías pobre o rico, blanco o negro u hombre o mujer, tus elecciones estaban limitadas desde la cuna. Hoy cada vez están más abiertas para todos. El progreso es el ensanchamiento de nuestra capacidad de elegir.

Y parece irrenunciable.
Lo es.

Pero también estresante.
Por eso las enfermedades mentales se han disparado y por eso también es más difícil cada vez dirigir en política y en la empresa.

¿Por qué?
Porque como tenemos tanta capacidad de elegir, ya no somos parte de la tribu, sino que hemos convertido el mundo en un mero escenario para que nuestro yo, lo único que creemos importante, se realice.

Ya no somos felices en común.
De ahí que – y esa es mi especialidad-el cinismo y la pasividad sean las actitudes habituales en las organizaciones humanas de nuestros días. Empezando por los líderes.

Por ejemplo.
Hoy los directivos llegan a las empresas no para concebir y realizar los mejores planes para el grupo, sino para que el grupo se convierta en el escenario donde ellos realizarán sus propios planes. El resto de la empresa son adversarios, aliados o irrelevantes.

Supongo que la tropa piensa igual.
He intentado definir el proceso como descentralización o disgregación grupal. Hemos perdido capacidad de pensarnos y sentirnos en comunidad. Y eso hace muy difícil liderarla. Hoy cada uno tiene su plan y sólo está satisfecho si lo cumple.

Satisfecho o insatisfecho.
Más a menudo insatisfecho: es imposible que una empresa concilie tantos individuos tratando de realizar su ego. Y todos dan por sentado que los demás, incluyendo a los jefes, también persiguen sólo su propio plan.

¿En qué sentido?
Mis padres al hablar de sus dirigentes suspendían en parte su juicio. La gente solía dejar un margen de confianza para sus líderes: «Si quien manda hace eso, aunque no entendamos por qué, será por algo bueno para todos». Hoy ya nadie piensa así.

¿Cómo enseña usted a liderar?
Intento que mis alumnos aprendan a reconstruir los valores de grupo.

¿Cómo?
Puede parecer contradictorio, pero una gran posibilidad es bucear precisamente en uno mismo hasta encontrar los propios motivos: qué es lo que te hace funcionar.

¿Y cómo lo consigue?
Biografías. Enseño a leer y escribir las biografías de diversos personajes y a reflexionar y realizar la propia.

No parece de escuela de negocios.
Pues mi curso de biografía es un éxito en la Sloan School of Management del MIT.

¿Qué les enseña?
La gran paradoja es que el único modo de entenderte a ti mismo está en aprender a entender a los demás. Tienes que ponerte en sus zapatos y caminar millas con ellos.

¿Para qué?
Porque el único juicio objetivo sobre ti mismo está en los ojos de los otros. Y saber lo que piensan de ti es un ejercicio antiego. Al principio, cuando la gente habla de su vida en mi curso, todo es yo, yo, yo… Alguno llega a decirme: «Mi vida ha sido la preparación para maximizar los beneficios de mi empresa».

Una vida muy triste.
Pero cuando aprenden a pensar en cabeza ajena, van apareciendo en las biografías de cada uno de ellos, poco a poco, los demás.

Usted dice que habían desaparecido.
Porque hemos convertido a los demás en meros secundarios de nuestra película, esa en la que somos únicos protagonistas y héroes. Nadie admite de sí mismo haber hecho nada malo, pero si haces un esfuerzo de memoria, investigación y reflexión sincera, puedes ir descubriendo las cosas malas que te han visto los demás a lo largo de tu vida.

Parece usted un moralista.
Sólo trato de enseñar a mejorar empresas, y es muy difícil que funcionen si sólo son un grupo de egos compitiendo.

Autora: Itziar Azkona by NLP Academy of Croydon with John Grinder
Website: www.coachingemodus.com
Mail: iazkona@coachingemodus.com

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PRESENTACIÓN en Power Point en inglés: Family Wars

En El Blog Alternativo: Artículos sobre ÉTICA en la empresa

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