Una educación al placer y a la sexualidad sin deformaciones

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«Una madre y un padre enseñan a sus hijos como ser buenos estudiantes. Buenos ciudadanos, a ser independientes, como mucho a ser buenos padres. Pero casi nunca les transmiten un patrón sano de mujer y hombre sexuados (…)»

«El placer y el erotismo no tienen cabida en sus discursos sencillamente porque ellos tampoco recibieron esta herencia. Así que los únicos recursos que quedan a la mayoría de los adolescentes son internet, la pornografía, los amigos «expertos» (que normalmente saben igual o menos que ellos)»

Resultado: un concepto totalmente distorsionado de la realidad y UNA VISIÓN DE LA SEXUALIDAD QUE SE PARECE A UN ESCAPARATE DE CARNICERÍA, con un enfoque limitado a la genitalidad, lleno de violencia y de humillaciones, de cuerpos y actos  que son muy distintos de los de la vida real porque totalmente prefabricados y adaptados a esta visión deformada»
Laura Orsina

(Artículo de Laura Orsini explicando que la sociedad actual, aunque parezca tan «liberada», necesita una educación sexual completa, sana y con conciencia)

Todos nosotros somos el resultado de nuestra historia y también de las historias de todos aquellos que nos han precedido. En el árbol genealógico directo de nuestra familia así como en el contexto social y religioso donde nuestro árbol y nosotros nos hemos criado.

Estas herencias se manifiestan de manera evidente también a la hora de vivir nuestra sexualidad.

¿Cual es el legado sexual que hemos recibido? ¿Cuales son nuestras creencias con respeto al placer?

Una educación a la sexualidad siempre existe en las familias. También cuando es aludida y vivida como algo sucio o impuro, o cuando pasa totalmente bajo silencio y nunca es mencionada ni percibida.

Mucho mas raro, desafortunadamente, que sea expresada en palabras y actos coherentes por los padres. Y vivida como parte integrante, feliz y sana de la cotidianidad de una pareja.

En cualquiera de estos casos, como niños, recibimos de nuestros padres un mensaje muy claro. De alguna manera condicionará nuestra vida sexual y nuestra actitud al placer en el futuro.

Una madre y un padre enseñan a sus hijos como ser buenos estudiantes. Buenos ciudadanos, a ser independientes, como mucho a ser buenos padres. Pero casi nunca les transmiten un patrón sano de mujer y hombre sexuados.

A lo mejor, los niños reciben de la familia o en la escuela unas nociones de educación sexual limitadas a la fisiología. Para evitar embarazos no deseados o enfermedades transmitidas sexualmente. Pero el placer, el sexo con su magia y su fuerza, casi nunca tienen existencia en la familia. Y no pertenecen a lo que los padres perciben como necesario transmitir a sus hijos.

El placer y el erotismo no tienen cabida en sus discursos sencillamente porque ellos tampoco recibieron esta herencia. Así que los únicos recursos que quedan a la mayoría de los adolescentes son internet. La pornografía, los amigos «expertos» (que normalmente saben igual o menos que ellos).

RESULTADO: un concepto totalmente distorsionado de la realidad y una visión de la sexualidad que se parece a un escaparate de carnicería. Con un enfoque limitado a la genitalidad , lleno de violencia y de humillaciones. De cuerpos y actos  que son muy distintos de los de la vida real.

Creo que una educación al placer es inmensamente necesaria en nuestra sociedad.

Los hijos aprenden directamente del modelo de pareja de sus padres. Y van repitiendo patrones iguales (o totalmente contrarios, que al final es la misma cosa) a lo largo de su vida de relación.

Si un padre y una madre no tuvieron la suerte de recibir una herencia feliz de sus propios padres y se dan cuenta de que le resulta complicado vivir con naturalidad su sexualidad y por supuesto transmitir este precioso legado a sus hijos, podría ser una buena opción trabajar en los dos sentidos.  Por una parte cuidando y despertando el placer en sus propias vidas, también sanando y integrando su propio «árbol genealógico sexual». 

Y por otra parte teniendo el valor de desear a sus hijos vivir una sexualidad distinta de la que ellos han vivido hasta ahora.  Expresando muy claramente que si su propia sexualidad no ha sido libre y placentera como lo habrían deseado, de toda manera se están haciendo cargo de esto. Que la sexualidad que sus hijos van a vivir algún día es algo precioso, sagrado, enriquecedor, de enorme valor y les va a dar placer, creatividad y fuerza.

Laura Orsina

Hacer el Amor con la Vida – Talleres y cursos para re-aprender la Maravilla de Vivir
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