¿Activismo radical o acción consciente?: la biografía de Gunther Emde, limpiador de casas y explorador de la mente, y sus críticas a la «cultura de la nueva era»

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(Portada de Time: Tu eres la persona del año)

«Una parte importante del activismo se encuentra integrado por individuos que usan esos ideales como medio para expresar una gran FRUSTRACIÓN INTERNA. Están en contra del «sistema», y en ocasiones su particular visión del mundo alcanza cotas propias del fundamentalismo más sectario.

Este grupo ha generado toda una NUEVA CULTURA PSEUDO-MÍSTICA, una mezcla bastante superficial que incluye ovnis, ángeles, música, sexo, cannabis, veganismo y nudismo como la parte «buena y pura», y entidades bancarias, empresas, ejecutivos, políticos, religiones, granjas animales y televisión como la parte «mala y corrupta» de un «sistema» que ellos pretenden derrocar incluso lanzando piedras contra grandes almacenes.

«No puedo decir más que el activismo puro y duro tarde o temprano será sustituido por acciones más conscientes y compasivas»
Gunther Emde

Los alternativos, los desertores, los incorformistas, y todos los anti-algo estamos muy acostumbrados a criticar y denunciar numerosos aspectos del sistema y poco habituados a hacernos auto-crítica.

Os traemos un artículo incómodo para muchos de un autor poco convencional pero enormemente lúcido. Gunther Emde es limpiador de casas particulares y también se dedica a sus 45 años a «promover el Silencio Interior en toda persona que sienta la profunda necesidad de un cambio en su vida».

En su intensa biografía, que podéis leer aquí y aquí, aparecen muchas noches oscuras del alma, años como vagabundo y paria social en Barcelona, crisis existenciales, experiencias transpersonales y la firme decisión de ser como el ave fenix, trascender los duros momentos y llevar una vida diga con la que poder ayudar a los demás. El lo define así:

«También trabajo desde hace catorce años como limpiador de casas particulares. Un radical proceso en mi conciencia me expulsó de los refugios culturales de este mundo. Tras pasar algunos años deambulando como un vagabundo por los parques de Barcelona, y aturdido por experiencias internas difícilmente encajables dentro de la racionalidad, me descubrí gozosamente  perdido en el desierto del no saber.

He comprobado que todo lo que surge desde un cierto silencio contiene un poder real que ayuda a transformar no sólo la propia vida sino también la de los demás.

Mi vocación más profunda consiste en expandir ese Silencio en todas las personas, a través de sesiones individuales, libros, espacios web, artículos en prensa y el arte»

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Gunther Emde nos envía a la sección El Lector Alternativo Comparte una reflexión sobre la radicalidad en algunos aspectos del actvismo actual y la incoherencia con el sentir interno.

Él ha vivido ese síndrome porque tuvo una época de «naturalista apasionado y gimnasta entregado en la que buscó la paz en dietas de frutas, en la meditación y en el yoga, alcanzando cotas de ascetismo cruel, y llegó a covertirse en un adepto a la Nueva Era«.

Lo superó, entendió, aceptó, se perdonó y desde esa paz interna, decidió cambiar el mundo. Y este es el artículo en el que nos invita a reflexionar sobre nuestro papel y nuestra historia particular:

¿ACTIVISMO O ACCIÓN CONSCIENTE?

El activismo suele surgir en el estadio Nueva Era, una vez que se ha comprendido cómo el nivel racional convencional se ha disociado del cuerpo y del planeta, y niega toda trascendencia. Por primera vez en la Historia, se comprueba que una aproximación meramente intelectual a la realidad crea unos efectos colaterales tan graves que ponen en riesgo la continuidad misma de la biosfera.

El activismo constituye, pues, una reacción normal al raciocinio puro y duro. La respuesta de los activistas es muy amplia: activismo medioambiental, médicos que se desvían de la ortodoxia, economistas que fundan bancos ecorresponsables, agricultores que abandonan los pesticidas, mamás y papás que no vacunan a sus hijos, entre otros muchos. Un grupo heterogéneo donde los haya, y que suele proclamar sus ideales de una forma relativamente pacífica.

Sin embargo, una parte importante del activismo se encuentra integrado por individuos que usan esos ideales como medio para expresar una gran frustración interna. Están en contra del «sistema», y en ocasiones su particular visión del mundo alcanza cotas propias del fundamentalismo más sectario.

Este grupo ha generado toda una nueva cultura pseudo-mística, una mezcla bastante superficial que incluye ovnis, ángeles, música, sexo, cannabis, veganismo y nudismo como la parte «buena y pura», y entidades bancarias, empresas, ejecutivos, políticos, religiones, granjas animales y televisión como la parte «mala y corrupta» de un «sistema» que ellos pretenden derrocar incluso lanzando piedras contra grandes almacenes.

Este artículo va dirigido a este grupo en particular, aunque su lectura es recomendable para todo el mundo, pues expresa características propias de la condición humana en general.

Puesto que cada comprensión tiene su tiempo, no puede forzarse nada. Por tanto, no puedo decir más que el activismo puro y duro tarde o temprano será sustituido por acciones más conscientes y compasivas. Quizás explicar la experiencia personal de un activista pueda ayudar.

«Hola, esta experiencia me ocurrió hace quince años, y deseo compartirla con vosotros. Yo no alcancé la perfección en nada, todos mis ideales fracasaron, y fue precisamente eso lo que me catapultó hacia un lugar extraordinario. Este es el resumen de mi periplo a través del universo Nueva Era.

Me sentía dueño de una nueva verdad, y pretendía alcanzar la pureza negando todo aquello que yo calificaba como malo. Mi lucha fue extrema, pero finalmente lo que descubrí no me hizo precisamente feliz.

Simple y llanamente, DESCUBRÍ QUE EL SISTEMA ERA YO. Yo albergaba en mi alma al ejecutivo agresivo, yo sentía odio y también envidia, tenía amor al dinero y salivaba ante un plato de carne. Así que no pude hacer otra cosa que hundirme en la dolorosa comprensión de que no podía escapar de mí mismo.

Ahí estaba el ayunador que aconsejaba la frugalidad con cierto desdén de superioridad, pero corriendo a la nevera por las noches para atiborrarse de dulces. Ahí estaba el meditador intachable visualizando ondas de amor infinito, pero inflamándose de ira ante una mirada torcida. Ahí estaba el activista que denigraba a los bancos, a los señores con corbata y al maltrato animal, pero que usaba una tarjeta de crédito, pasaba horas ante la pantalla de su ordenador y comía carne a escondidas.

¿Sabéis en qué consistió mi ascesis esta vez? En no escapar de la realidad, de lo que yo era. ¡Dios mío qué compleja y terrible es esa mortificación! Ninguno de mis antiguos compañeros podría soportarla ni por un minuto, de hecho ellos estaban escapando de algo tan devastador con todas sus fuerzas. Este usar toda la energía en algo, el aplicar la voluntad con firmeza, no es más que un escape. Nada bueno puede salir de aquello que se mantiene a la fuerza. Ese fue mi descubrimiento.

«¡Qué horrible es la lucidez! ¡De eso huimos precisamente! No escapamos de la oscuridad, escapamos de la luz, pues ella es la que nos hace ver con claridad toda la basura que albergamos. La cultura, esas cabañas donde corremos a guarecernos, no son más que antros de oscuridad con una débil lamparita a la que llamamos «vegetarianismo», por ejemplo, y a esa minucia entregamos toda nuestra energía, y toda nuestra voluntad, y así no nos quedan fuerzas para simplemente salir de la cabaña y ser heridos por esa luz terrible que nos muestra la realidad tal cual es: ¡que no somos sólo vegetarianos!»

Así que se trata de cocerse totalmente en ese fuego de la conciencia, en esa luz, en esa percepción lúcida de lo que es uno realmente. Entonces ocurre el milagro. La angustia existencial se desvanece, la noción clásica de «persona» desaparece y uno nace, literalmente, de nuevo.

Uno ya no se engaña a sí mismo, ya que se sabe compuesto de diferentes niveles de conciencia, y sabe que cada uno demanda su propio alimento. Por lo general estoy identificado con niveles que piden vegetales, por ejemplo, pero de vez en cuando mi nivel de conciencia baja lo suficiente como para notar la demanda de carne, y entonces hay una lucha entre esos diferentes niveles, pero yo conozco esa lucha, ya no estoy identificado con ella.

Atiendo a cada nivel según el momento y de forma automática, en una especie de compromiso que sin duda escandalizaría a cualquier buscador de la pureza. Entonces la energía ya no se gasta en financiar ninguna clase de mentira, pues la honestidad es completa. Y cuando la fuerza no se gasta, cuando la voluntad ha muerto, la energía puede entonces reorganizarse espontáneamente en el siguiente estadio, el nivel psíqico, el primer nivel auténticamente trascendente, donde la meditación aparece de forma natural, y donde un nuevo universo de sensaciones, conceptos y fenómenos conforman una nueva vida»

* * * *

Cuando uno no acepta las propias imperfecciones como padre,
y es incapaz de ser cercano y amoroso, entonces aparece el paternalista.

Cuando uno no puede asumir su propia violencia,
y sabe que en el fondo no puede ser pacífico, nace el pacifista.

Cuando uno no posee la inteligencia y la humildad
de un científico ecólogo, nace el ecologista.

Cuando uno no sabe ser activo, es decir una persona normal
y corriente que acepta su imperfección, entonces nace el activista.

* * * *

Cada piedra lanzada a una sucursal bancaria
es una lágrima que no ha sido llorada.

Activista, siéntate en una silla y contempla tu interior.
Llora primero todo el daño que ya no recuerdas.
Y entonces, con el alma renovada, sal y cambia el mundo.

No sentirás la necesidad de hacer nada especialmente notorio.
De hecho, podrás hacer lo que consideres conveniente en cada momento.
Tu “no” al sistema será suave y atento, pleno de conciencia.
Y por ello, será un “no” imposible de resistir.

Gunther Emde

FOTO de Time tomada de Humanismo y Conectividad en el artículo «10 tácticas para promover el info-activismo»

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10 Responses

  1. Laura

    20 enero 2011 03:11

    Me parece GENIAL este post. Cuán identificada me siento, de haber pasado por algunas etapas que nombra. LOS FELICITO POR PUBLICARLO. Muy bien redactado también….. No sé cómo expresar mi admiración y respeto por quien escribió esto. Y a quien eligió el artículo, obviamente.
    Creo que son etapas que deberíamos pasar, tal como un péndulo, que de a poco se va ubicando más en el centro.
    En este momento de mi vida, comenzando el año, estoy cuestionándome cuán sincera es mi entrega al mundo, siendo tantas las cosas de las que me quejo y no hago nada. Sincerarme, tener en cuenta lo de «ser ilimitados» pero no confundir con los límites naturales del ser humano que crece y lo va haciendo mediante sus errores.
    Saludos!

  2. Marina

    31 enero 2011 00:36

    Muy buen artículo. Cuantas verdades dice el autor. Gracias por pubblicarlo. Artículos así nos hacen pensar a todos.

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