EL NIÑO DE LOS CABALLOS: el viaje de unos padres a Mongolia, entre caballos y chamanes, para sanar a su hijo autista

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«La asombrosa aventura de Rupert Isaacson prueba que incluso en los
momentos de absoluta oscuridad, cuando todo parece perdido,
podemos emprender un viaje dentro y fuera de nosotros mismos
que nos conduzca más allá de la razón,
a un lugar donde lo inesperado aún es posible»
El niño de los caballos

Unos padres primerizos felices, Rupert y Kristin, en Texas (EEUU).

Un niño, Rowan, diagnosticado como autista a los tres años y cuyo nombre significa «serbal» que es, según las leyendas inglesas, el árbol de la magia blanca.

Un encuentro fortuito con una yegua.

Un sueño loco.

Años de buscar patrocinadores.

Y un viaje por las estepas de Mongolia, el lugar de la tierra donde los caballos fueron domesticados por primera vez hace 3.000 años, donde nació la palabra “chamán”: «el que cura», y donde siguen venerando la figura de estos hombre sagrados.

Todos estos son los elementos de esta extraordinaria historia de unos padres que buscaban “curar” a su hijo pero que encontraron el verdadero significado de la Vida:

Rupert Isaacson es un periodista estadounidense, nacido en Londres, que escribía discursos políticos y libros de viajes como “The healing land” sobre sus experiencias en África con tribus bosquimanas y en el que profundiza sobre sus tradiciones y mitos. Además, Isaacson participaba activamente en grupos activistas pro-derechos humanos y se dedicaba a cuidar caballos. Era un «susurrador de caballos».

La madre, Kristin Neff, trabajaba como psicóloga clínica en un centro de Texas con niños que presentan problemas de socialización y relación con los demás.

Tuvieron un paternidad deseada y feliz hasta que un día su hijo dejó de hablar de repente, se encerró en su mundo y le daban rabietas y gritos que nada ni nadie parecían consolar. El autismo entró en sus vidas.

Y además, su hijo no respondía a las terapias convencionales, ni a los programas educativos especiales, ni a los cambios de dieta y desintoxicación. Los padres describen así esos inicios en el primer capítulo del libro:

«En abril de 2004 los médicos diagnosticaron que mi hijo, Rowan, padecía autismo. Me sentí como si me hubiesen golpeado en la cara con un bate de béisbol.

Dolor, vergüenza, una vergüenza extraña e irracional, como si yo hubiera impuesto a mi hijo esa cruz al transmitirle mis genes defectuosos, y lo hubiera condenado a vivir como un bicho raro.

Observando, horrorizado, mientras mi hijo empezaba a alejarse hacia otro lugar, como separado de mí por un grueso cristal, o la barrera transparente de un sueño.

Tenía que encontrar la forma de penetrar en su mundo, en su mente. Y la encontré, asombrosamente, a través de una yegua llamada Betsy»

Rupert había abandonado su afición a los caballos al conocer el diagnóstico de autismo porque temía que fuese peligroso para el niño estar cerca de los animales o que estos le hiciesen daño. Y un día, el niño se escapó a la casa de los vecinos y entabló contacto con una yegua, Betsy.

El padre se puso a llorar de la emoción y atisbó una esperanza en la comunicación con su hijo, pero se encontró con la dificultad de que Rowan era incapaz de montar.

Tiempo después ocurrieron dos hechos significativos.

Por un lado, le encargaron escribir un artículo sobre Honduras y en aquellas montañas descubrió que muchos padres montan a lomos de sus caballos con sus hijos. Cuando volvió a casa le puso a Betsy una silla de montar y le preguntó a Rowan: «¿Quieres subir?». Y fue la primera vez que el niño le dio una respuesta directa: «¡Arriba, arriba!», dijo.

Y otro suceso es que Rupert comprobó en la visita de unos chamanes a Texas que sus cantos y danzas mágicos aliviaban al niño.

La corazonada de que la unión entre caballos y chamanismo podría ayudar a Rowan inspira al padre el sueño de realizar un tratamiento alternativo para el niño. Ir a MONGOLIA, una tierra con cultura ancestral y no contaminada por el mundo globalizado y donde los caballos y los chamanes son sagrados; vivir una temporada allí y esperar un milagro.

Su mujer le apoyó porque la terapia de los caballos era una idea con fundamento. Se cree que el movimiento de balanceo, y el tener que buscar el equilibrio constantemente, estimula nuevas conexiones neuronales.

Pero para llevar a cabo proyectos de este tipo, a no ser que se sea rico, se necesita financiación. Sin desalentarse, el padre dedicó tres años a buscarla con la propuesta de escribir un libro sobre el viaje y rodar un documental. Y finalmente, una de las editoriales más importantes de Estados Unidos, Little, Brown and Company, le compró los derechos.

Y allá se fue la familia junto con un equipo de rodaje y recorrieron el país en una furgoneta destartalada y mulas durante 4 semanas: de chamán en chamán, de ceremonia en ceremonia, mientras el niño se relacionaba estrechamente con los caballos y sus cuidadores.

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El resultado de esta increíble experiencia es quíntuple:

  1. El libroEl niño de los caballos” editado en español por Urano
  2. La película “The Horse Boy’ subtitulada «Over the hills and far away» (‘en la distancia’) y dirigida por  Michel Orion Scott que se ha presentado en el Festival de cine de Sundance. En ella se muestra el viaje y la relación de Rowan con los caballos y viejos sanadores mongoles y además, aparecen numerosos expertos en Psicología opinando sobre el autismo
  3. La fundación «The Horse Boy Foundation» que aloja un pequeño centro de equitación en Texas dirigido a niños como Rowan con autismo y otras necesidades especiales
  4. Las vivencias de la familia
  5. Las mejoría en el niño

Mongolia significó UN VIAJE ESPIRITUAL en el que los padres se descubrieron a si mismos y reforzaron su vínculo familiar, entendiendo y aceptando más a su hijo.

¿Se curó Rowan?

El autismo sigue ahí pero el niño volvió a sonreír y desaparecieron las rabietas y su tendencia a aislarse del mundo y a evitar el contacto humano. El padre lo califica como de “asombrosa recuperación”.

CONCLUSIONES

La historia de la familia Isaacson es una lección más de tesón, de paciencia, de perseverancia y de lucha contra las circunstancias difíciles en la Vida frente a la resignación y a delegar todo en terceras personas.

Ya vimos también con la familia de Lorenzo Odone, el niño de la película “El aceite de la vida”, que siguiendo su propia investigación su hijo vivió 22 años más que lo que les pronosticaron.

La experta Stella Maris Maruso advierte que “no hay que creer en el pronóstico, sino sólo en el diagnóstico» porque no hay nada sentenciado, y mucho menos en un paradigma que no contempla todas las dimensiones del ser humano.

Hay esperanza para todas las familias con un hijo con cualquier tipo de enfermedad o discapacidad.

Pero además de la lucha y la valentía para ir contracorriente, en la historia de Rowan nos encontramos con LA TERAPIA CON ANIMALES, esos seres con emociones, potencialmente sanadores y que, como explica el experto Marc Bekoff, “aman sin dobleces”.

Mongolia, chamanes y caballos es una vivencia demasiado exótica, pero demuestra hasta dónde son capaces de llegar unos padres para encontrar mayor felicidad para su hijo.

Esto es AMOR INCONDICIONAL, el mismo que demuestra la abuela Margarita Rojas Juárez con su nieto sin moverse de su ciudad en México, y es la mayor lección en la Vida.

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Y en este post una entrevista y un vídeo con Rupert Isaacson.

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En El Blog Alternativo: Vídeo y entrevista con Rupert Isaacson, el padre del niño de los caballos

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11 Responses

  1. ena

    4 junio 2009 12:59

    se me ha escapado la lagrimita… :P Trabajé con niños autistas durante un tiempo… ojalá todos los padres fueran así…

  2. Jerónimo

    10 junio 2009 12:50

    Un libro desde el corazón de un padre al corazón de aquellos que sienten una forma diferente de hacer las cosas, es una delicia disfrutar con su lectura, viajando con ellos al centro de nosotros mismos.
    Le debemos tanto a los animales… si fuésemos conscientes de todo lo que nos han aportado, nos aportan y lo que aún les queda por aportarnos…, el despertar a una nueva vida, donde podamos respetarnos todos, desde el corazón.
    Gracias por vuestro magnífico blog, gracias por vuestras maravillosas recetas, gracias por respetar y no comer animales, gracias por ser como sois.

  3. Cristina

    8 octubre 2009 10:04

    La fuerza y coraje de los padres es una energia interminable!!! MARAVILLOSO!

  4. Carmen

    11 noviembre 2009 19:24

    este libro impacta es increible como el niño tiene una relacion tan increible con los caballos . Yo monto a caballo con mis primos y la berdad cuando me monto en el cabayo me lo paso muy bien y pienso cuando va a llegar el finde que biene .Yo comparto la esperiensia del padre de como se siente porque mi hermano va a terapias ecuestre y desde k empeso el ha megorado un monton es como los chacanes que cuando tocan al niño en la cabeza megora .

    GRACIAS POR LEER MI ARTICULO!!! =)

  5. Cristiana

    11 noviembre 2009 20:02

    «El niño de los caballos». Gracias por compartir con todos nosotros tan increible historia.

    Es mágnifica la conecsión mental entre niño y caballo. La necesidad de dar, de enseñar, de dejar huella de ser un ejemplo y referente y de contribuir al bien de los demás y de la sociedad. Muchas gracias!!

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