La Fundación La Casa que Ahorra es una iniciativa de un grupo de empresas del sector de la edificación, y cuyo objetivo es conseguir casas más eficientes energéticamente, tanto en vivienda nueva cómo en rehabilitación. Las edificios consumen el 41% del total de la energía consumida y este consumo puede reducirse nada más y nada menos que en un 90% siguiendo los consejos que encontramos en la página web de La Casa que Ahorra.
La energía más limpia es la que no se gasta, por ello a la hora de construir o rehabilitar una casa es necesario tener en cuenta una serie de factores para minimizar el consumo de energía:
- Orientación estratégica: en climas fríos es aconsejable orientar las casas hacia el sur para aprovechar mejor la radiación solar y en los climas calurosos el planteamiento es el contrario
- Diseño eficiente: los diseños sencillos y compactos minimizan la pérdida de energía.
- Aislamiento óptimo: un buen aislamiento en fachadas y tejado es la mejor forma de reducir la factura energética.
- Ventilación controlada: una buena estanqueidad de la casa evita fluctuaciones en la temperatura no deseadas
- Construida con materiales sostenibles: una casa que ahorra debería ser construida con materiales respetuosos con el medio ambiente.
Desde la Fundación La Casa que Ahorra abogan por una gestión ecológica de la energía. Dicha gestión se basa en tres principios:
- Reducción de la demanda de energía mediante la aplicación de las recomendaciones citadas más arriba y con un uso más racional en nuestra vida diaria.
- Uso de energías renovables.
- Equipos de mayor eficiencia energética.
En La Casa que Ahorra disponemos de información indispensable si vamos a construir, comprar o rehabilitar una vivienda.
Web oficial: La Casa que Ahorra
12 noviembre 2010 10:00
Precisamente el sábado pasado hice un taller de construcción bioclimática, y yo que no soy ni ingeniero ni arquitecto, comprendí perfectamente el funcionamiento de unas casas experimentales donde el consumo energético era mínimo.
Lo que más me gustó fue la forma tan simple de aclimatarla: tenía una toma de aire exterior, el aire se enfriaba e iba hacia abajo (termodinámica natural) 3 metros bajo tierra (a esa altura, la tierra tiene todo el año la temperatura media de la zona, 18º en este caso). Después de «pasear» el aire por 10 metros de tubo subía a la casa a esos 18º a la casa, de tal forma que en invierno, sólo había que calentar desde 18º hasta 24º (con chimenea de biomasa), y en verano ya al subir a la casa ganaba algo más de calor, 22º, tempetura de aire acondicionado.
Luego tenía salida de aire al exterior a dos alturas. En verano se abrían las rejillas de arriba, para sacar el aire caliente que se acumula arriba, en invierno se cerraban las de arriba, para no dejar escapar el aire más caliente y abrías las rejillas de abajo, que es donde está el aire más frío.
La circulación de aire era no-forzada con motores, sino con vació: la entrada era con tubos anchos y la salida con tubos más estrechos.
Después también usaba otras cosas, como un techo corredizo exterior, sencillo, que permitía que el sol incidiera en la fachada sur en invierno y lo impedía en verano.
Para una pared que daba a sur, utilizó una enredadera de una variedad de planta que crece desde la primavera hasta verano, para da sombra a esa pared, y que cuando llega el otoño pierde sus hojas, para que reciba la pared sol en invierno.
Y por supuesto agua caliente con paneles solares.
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Sencillo, fácil y económico de construir y de mantener.
Chalet de 60m2 acabado = 60.000 €
Incluyendo un patio sur de 40m2