Lo verde sale… ¿caro?

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“Si el mundo y la comida no fueran una mercancía,
empezaríamos a saber cuál es el valor real de los alimentos”
José Bové

Recientemente he leído un artículo en el diario Público en donde se mantiene la tesis de que lo verde sale caro, esto es, que los productos ecológicos son más caros que los considerados convencionales.

Como ocurre con muchas cosas, un acercamiento sencillo, fácil, de periodismo cutrelón, demagógico, vamos, puede hacer llegar a conclusiones rápidas a un atareado lector que no tiene tiempo para llegar al fondo de las cosas; por esa razón, este post pretende traer a la luz algunas variables que la autora, una tal María García de la Fuente no ha tenido en cuenta. No sabemos si deliberadamente o por la presión corporativa de sacar X artículos a la semana sea como sea (dejaremos para otra ocasión la cuestión de por qué algunos medios de comunicación tienen implantado un esquema de trabajo fábrica-de-churros, en donde en lugar de churros, producen, eso, noticias y con todo el morro llaman a eso información).

El artículo en sí no tiene desperdicio, quiero decir, a cualquiera que esté metido en el asunto le va a arder la sangre, como a mí, al llegar al tercer párrafo y si continúa leyendo, se llegará a la evaporación total de hematocritos por la falta deliberada de datos y la ausencia total de rigor periodístico.

Me pregunto cuáles son las fuentes que ha consultado esta criatura para exponer esas conclusiones o si siquiera conoce a Vandana Shiva o José Bové, por poner a algunos. Más interesante aún son las respuestas de muchos lectores, algunos de los cuales nos dan auténticas lecciones de sentido común.

Veamos la afirmación: los productos ecológicos son más caros que los convencionales. Muy bien, analicemos ésto y vamos a ver a dónde llegamos.

1. ¿Podemos comparar un tomate de producción ecológica con otro de producción convencional?. La respuesta a muchos les va a sorprender, NO!, porque se trata de DOS PRODUCTOS DISTINTOS aunque en esencia ambos tengan la apariencia de un tomate.

Me explico, para mí no tienen absolutamente nada que ver los tomates industriales que se compran en los grandes centros comerciales, baratos, eso sí, con los que produce mi propio huerto, sin ir más lejos. El sabor, la textura, todo cambia, la relación entre uno y otro es únicamente aparente. Es más, y me podréis llamar exagerado, pero a los primeros habría que llamarles pseudo-tomates.

A lo bueno uno se acostumbra rápido: habitualmente tenemos en casa huevos bien de producción ecológica o bien de los que produce un familiar; se nos acabaron y compré algunos en un supermercado muy popular. Le fui a hacer una tortillita a la francesa a una de mis hijas y me quedé impresionado no sólo por el color, si no también por el sabor. Nada que ver.

2. Hablemos entonces de pseudo-tomates y tomates de verdad; podríamos decir que sacrificamos el sabor y la textura por tener un producto que dure más en la nevera y… WROOOONG!, (aquí debería sonar un timbrazo estridente que nos hiciera levantarnos del sitio).

Os sorprendería saber que los productos ecológicos SE MANTIENEN MUCHÍSIMO MÁS TIEMPO que los, llamémosles, industriales. Esto lo he experimentado yo mismo sin necesidad de movilizar a la NASA y, además, quiero que sepáis que en casa entra un poco de todo, según nos va en cada momento.

3. Hablemos pues de presupuesto, sí, queremos dedicar a la cesta de la compra el menor dinero posible, argumento perfectamente entendible, ya que si la pasta escasea, entonces tendremos que buscar los nutrientes más baratos posibles y, por tanto, nos vamos a decantar por el pseudo-tomate y… PRRRRRRRRRRR! (aquí otra vez la campana).

No existen nutrientes baratos; como bien ha demostrado Dolores Raigón (entre otros científicos), las hortalizas de producción ecológica poseen sustancialmente más nutrientes que las convencionales, debido al método de cultivo empleado. Podéis ver una entrevista muy amena aquí.

Nuestros tomates de verdad, tienen menos proporción de agua (lo que explica que se conserven mejor), MAYORES NIVELES DE NUTRIENTES Y ANTIOXIDANTES que los pseudo-tomates.

Por tanto, visto así, la relación cantidad de nutrientes / precio no tiene nada que ver entre un tipo y el otro. Que lo ecológico sea más sano no debe sorprender a nadie.

4. EL MERCADO ESTÁ COMPLETAMENTE DISTORSIONADO; esto es, nuestro pseudo-tomate es más barato porque aún persisten subvenciones a la producción convencional, ayudas de las que no se beneficia la producción ecológica. Con el tiempo esto no tendrá más remedio que ir corrigiéndose.

5. COSTE MEDIOAMBIENTAL: Cuando compramos productos convencionales, no pagamos el coste medioambiental que se produce al generarlos (aún); si fuese así, el producir nuestro pseudo-tomate sería muchísimo más caro que el producir un tomate eco, como bien sabe Vandana Shiva.

La producción ecológica es sostenible a largo plazo y respetuosa con el medio ambiente; esto mismo nos los enseña perfectamente la permacultura.

6. Tal y como afirma Michael Pollan en su libro Un detective en el supermercado, si nos queremos alimentar bien y cuidamos con mucho detalle del presupuesto, entonces es mejor gastar lo que tengamos en PRODUCTOS DE MEJOR CALIDAD que comprar mucho más pero de una calidad ínfima o nula.

7. ¿Cuál es el coste en nuestra vida consumir alimentos de baja calidad?.

Como bien decía el poeta es de «necios confundir valor y precio», o como bien decía el filósofo «QUE EL ALIMENTO SEA TU MEDICINA y tu mejor medicina sea tu alimento».

De nuevo citando a Michael Pollan y su libro, las enfermedades occidentales como la diabetes, dolencias coronarias, obesidad, etc. son debidas a una mala alimentación y esta mala alimentación la produce la industria alimentaria que pretende vendernos comida «convencional» a precios irrisorios.

Sí es cierto que en España lo ecológico aún tiene cierto aire de alternativo o elitista, pero no ocurre así en otros países como Alemania, Gran Bretaña o Suecia. De hecho, os sorprendería saber que gran parte de la producción ecológica española se destina al extranjero.

Aquí ocurre en muchas ocasiones que se venden ciertos productos ecológicos de tipo gourmet y no para un día a día, como ocurre en esos países, por lo que las comparaciones están aún más distorsionadas.

En cierta ocasión me encontraba en la cola de una caja en un hipermercado (sí, de vez en cuando los visito, qué le voy a hacer) y la señora que iba delante, a quien acompañaban sus dos hijos, se encontró con que no llevaba suficiente dinero para pagar. Recuerdo que llevaba varias latas, una bolsa de congelados, una botella grande de coca-cola y dos hermosas lechugas. Le faltaban un par de euros y cuando la cajera le sugirió que dejara algo, la señora, sin pensarlo mucho, eligió las dos lechugas para poder pagar el resto, incluida la botella de coca-cola.

Si de verdad nos preocupa nuestra salud, ¿no deberíamos dedicar algo más de dinero en nuestra alimentación y prescindir de otras cosas irrelevantes?

Dicho todo esto, ¿podemos seguir afirmando que lo ecológico es más caro que lo covencional?. Entiendo que no después de analizar todas estas variables.

Más información: Ecoalimenta
Más información: Holistika
Más información: El inevitable retorno a una agricultura sana

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18 Responses

  1. María

    29 julio 2009 10:31

    Yo añadiría que los pseudo-tomates, además de ser malos, están por debajo de su precio, es decir, para que nosotros los paguemos a ese precio, Europa tiene que vender sus excedentes a países del Sur, arruinando así sus economías locales; o en el caso de algunas verduras, como el pimiento del piquillo, los importamos de Perú, porque en España prácticamente no hay producción, y es incomprensible que salga infinitamente más barato traerlos desde otro continente (con el consiguiente gasto energético) que cultivarlos aquí… En fin, que ya está bien de alardear de lo barato que compramos todo, vamos a preguntarnos por qué algunas cosas tienen un precio tan bajo y a costa de qué.

  2. jReilly

    29 julio 2009 12:58

    Así es María, no hay que ser ningún experto economista para darse cuenta de lo absurdo que es que podamos comprar a tan bajo precio cosas que vienen de tan lejos, ¿a costa de qué?. Hace poco descubrí que las naranjas que ponen en la cafetería de mi trabajo vienen de Argentina!, y no es que las menosprecie, es que precisamente vivo cerca de enormes plantaciones de naranjos y sin ir más lejos en España tenemos uno de principales productores del mundo, o bien el caso de la leche: tenemos cuotas lecheras por la UE, mientras explotaciones lecheras tienen que cerrar (lo denuncia COAG) en España importamos leche de Francia, Croacia… No defiendo el chovinismo comercial ni nada de eso, pero no es de sentido común que este tipo de cosas ocurran y ocurren precisamente porque no pagamos todos los costes y obedecen a malabarismos financieros y al juego de los lobbies económicos que presionan a nuestros políticos.

  3. Loli

    29 julio 2009 14:35

    !Cuanta razón tienes!. Pero por lo general la gente no piensa y hay otros que pasan y no ven mas que la «pasta» y lo que salga mas barato a costa de perjudicarnos física, mental y ambientalmente.
    Como bien sabemos SOMOS LO QUE COMEMOS y por eso, así va el mundo, al no alimentaros con coherencia, equilibrio y AMOR, nuestra salud y mente están «podridas».
    Si todos pusieramos un poquito de nuestra parte todo cambiaría. Y por desgracia tiene que pasar algo muy gordo para que haya este cambio. Y PASARÁ Y LLEGARÁ y nos lamentaremos. Bueno que me estoy poniendo filosófica. Gracias por hacernos un poco mas conscientes.

  4. Juanjo

    29 julio 2009 15:42

    Supongamos que un 1 kg de tomate ecológico vale 2 euros y uno del super merca-four (nombre ficticio) vale 1 euro.
    Un 80% del tomate ecológico se convierte en nutrientes para el cuerpo.
    Un 20% del peso del tomate merca-four se convierte en nutrientes.
    O sea, hay que comer 4 kg tomates merca-four (4 euros) para alimentarse lo mismo que con 1 kg ecológico (2 euros).
    Y sin contar los daños de los pesticidas.

  5. Marisilla

    30 julio 2009 15:04

    A todo eso, hay que sumar una cosa: ¿os habeis planteado todo lo «malo» que nos metemos al cuerpo junto con el tomate?.
    Yo si..porque lo vivo en mis propias carnes..y me explico…
    Desde hace tiempo, me dan alergia las frutas. Al principio, era el melón, la sandía, pero cada año, me da una nueva fruta, y no solo eso…también las verduras ¿¿????
    Incluso, cuando pelo las patatas, se me ponen las manos rojas y me pican
    ¿¿¿????
    Asi que pensé…voy a probar con las frutas y verduras ecológicas.
    Cual fué mi sorpresa al ver que me puedo poner «hasta el Kiko» sin ninguna reacción asversa
    ¿¿¿???
    Pues si, lo que me da alergia no es la fruta, ni la verdura, sino los productos químicos que le echan.
    Además, como habeis mencionado, el sabor, color, olor..no tiene nada que ver.
    El único inconveniente que le veo es que , por lo menos en mi caso, no encuentro un lugar cercano a mi domicilio donde las vendan, y por ese motivo no lo como tan amenudo como me gustaría.
    Un saludo y , como siempre, enhorabuena por el artículo.

  6. Martha Pàez

    30 julio 2009 18:46

    Mal, muy mal,uno tiene que ser ecològico desde el alma para adelante. Es un derecho comer sanamente, no es un priviliegio otorgado por la capacidad econòmica que se tenga.

  7. Helmann Niño

    30 julio 2009 18:50

    Yo soy Ingeniero Agrònomo y siento que mi obligaciòn es producir comida sana y limpia, ese es mi compromiso con la sociedad, nadie tiene que pagarme màs por eso.

  8. Can-Men

    2 febrero 2011 23:57

    Artículo de Miguel Jara: ¿Qué esconde el precio barato de lo que ingerimos?

    Esta información trata sobre algunas de las prácticas que han conseguido que los alimentos convencionales sean tan exageradamente baratos en algunos casos. A base de hacerlos cada vez más artificiales y de ayudas públicas a los grandes productores.

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